Caminabas por el pasillo, mordías tus uñas y sentías una inusual presión en tu pecho.
—¿Tatiana? —escuchaste a Clint. Respiraste profundo y caminaste hasta el final del pasillo. —¿Qué pasa? —preguntaste con pesadez mientras entrabas al gimnasio. Él te miro con los ojos entrecerrados. —Faltaste a tu entrenamiento en los últimos dos días, sabes que no puedes hacer eso. Quiero que estés preparada para la misión que viene —acercaste tu mano a tu boca para morder tu dedo pulgar pero Clint te detuvo. —Lo siento –no podías decirle, él estaba con alguien sería imprudente y sumamente estupido.— Tengo que irme —diste la vuelta y ni siquiera lo dejaste reclamarte pues ya habías cerrado la puerta del gimnasio.
Caminabas con tal rapidez por el pasillo que no te percataste que del otro lado venía con la misma rapidez y distracción que tú él mismísimo Stark. Ambos chocaron.
—Tatiana... —dijo el algo preocupado pues había caído encima de ti. A lo lejos y por las puertas de vidrio del gimnasio Clint vio todo. —Estoy bien, no te preocupes —reíste un poco y él también lo hizo.— Aunque me estás aplastando, Tony
Tony rápidamente se apartó y te ayudo a levantarte. Le sonreíste una vez más y él quito un mechón de pelo que tapaba una parte de tu rostro.
—Ambos somos muy distraídos —afirmaste y volviste a reír.
Clint veía a lo lejos la escena y no pudo evitar sentir una punzada en su pecho que decidió ignorar.
[ *** ]
—Clint —dijiste algo apenada. Una vez más no habías ido al entrenamiento. —¿Qué pasa? —contestó desinteresado. —Lo lamentó, no volveré a faltar —Clint te miro unos segundos pero después se volvió a concentrar en guardar sus flechas. —Me da igual, imagino que Stark debe ser un buen entrenador —lo miraste confundida.
Terminó de guardar sus cosas y salió rápidamente del gimnasio sin despedirse.
—¿Qué? —corriste para poder alcanzarlo, seguía caminando por el pasillo que llevaba hasta la sala— ¿Qué dijiste? —preguntaste enojada. —Stark debe ser un buen entrenador —repitió. —No entreno con Tony —afirmaste. —Los vi. ¿Es por eso que no has venido, por qué estás con él? —lo mirabas con el ceño fruncido. —Bueno y si es así...¿a ti qué?. Que yo sepa tú tienes novia y no deberías estar celoso, no somos nada —el enojo abandono tu boca. —Tienes razón, no somos nada —recalcó lo último y camino al elevador.
Lo viste irse. Te sentaste en el sofá, y las lágrimas salieron sin más, sentías el dolor crecer en tu pecho.
—¿Tati? —la voz de Tony se escuchó y tú trataste de no sonar rota. —Estoy bien —afirmaste y lo miraste. El negó y se acercó a ti para envolverte en un gran abrazo. —¿Clint? —preguntó y tú asentiste. —Lo siento, pequeña. Mi amigo es un idiota, no llores —Tony dio unas palmadas en tu espalda. —Lo quiero, Tony. —Lo sé.
[***]
—Es una mala idea —dijiste. —Conozco demasiado bien a Clint, créeme él te dirá todo si hacemos esto —se acercó a ti nervioso.
Tony es tu mejor amigo y la idea de besarlo era casi desagradable, era guapo pero no podías pensar algo más de él que no fuera la imagen de mejor amigo que tenías plasmada en tu cabeza.
—1...2...3— Clint estaba saliendo del elevador, cerraste los ojos. —Ni se te ocurra —la respiración de Tony estaba muy cerca de ti, la voz de Clint sonó amenazadora y Tony se separó de ti. —Barton —Tony dijo.— Nosotros. —No hay ningún "nosotros", ella no es para ti. Pepper es tu media naranja y lo sabes —Tony sonrió y Clint lo miro confundido. —Te dije que funcionaría —se dirigió a ti y tu reíste. —Es hora de que aceptes que lo que sientes por ella es más que amistad —Tony miro a Clint y se dirigió al elevador.— Los dejo.
Tony abandonó la sala, solo tú y Clint estaban ahí. Él se acercó a ti.
—Se que tienes novia y que probablemente eres muy feliz. Llegaste y de repente todo fue de colores, mi vida era solo blanco y negro. Cuando supe que estabas con alguien más me sentí tan desolada que ya no quise verte más, no quería impedir tu felicidad.
Clint se acercó más, acaricio tu mejilla e inclinó su cabeza para por fin besarte. Tu corazón se aceleró, lo agarraste del cuello con tus brazos y el poso los suyos en tu cintura.
—No tengo novia, no la he tenido por 3 meses. Y tu eres mi felicidad, lamento no aceptarlo antes —lo abrazaste.— ¿Quieres intentarlo? —preguntó con un brillo en sus ojos. —Sí —contestaste y lo volviste a besar. —Yo se que seremos felices. —Para siempre.
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