Abrí los ojos y pestañeé un par de veces para conseguir enfocar la vista.
Lo primero que vi fue el amanecer frente a mí. Intenté moverme y me alarmé al darme cuenta en mi terrible confusión, que estaba atada y amordaza. Estaba atada a una silla que me clavaba en una muñeca uno de sus picos. Maldije a la vez que desaparecía mi aturdimiento y todo mi cuerpo se alarmaba y se tensaba en respuesta.
Por lo que podía ver gracias a los primeros rayos de sol aún continuaba estando en el bosque, en una parte que era desconocida para mí.
Era una zona siniestra.
Cuatro cuervos revoloteaban en círculo sobre mí armando barullo. Cuando sentí diversos y débiles impactos fríos sobre mi piel me di cuenta de que estaba lloviendo.
Mi empapado pijama se me pegaba a la piel de la manera más incómoda posible. El pelo me pesaba una tonelada, y se adhería desde mi rostro hasta mis brazos. Los mechones sueltos que caían chorreantes delante de mis ojos me dificultaban la visión demasiado.
Joder, ¡tienes que salir de aquí!
¡Reacciona, Sandra!
¡Reacciona!Justo cuando iba a empezar a forcejear con los nudos de mis muñecas advertí cómo alguien se acercaba con paso pesado hacia mí, haciendo un exagerado sonido contra el barro.
El sonido se detuvo justo detrás de mí. Me resultó imposible girarme porque las cuerdas se ceñían demasiado apretadas a mi abdomen impidiendo cualquier tipo de movimiento. Sentía adormecidas las manos y los pies por la falta del riego sanguíneo que las ataduras cortaban.
De reojo vi cómo la persona que estaba detrás de mí posaba sobre mi hombro desnudo un objeto parecido a las porras de los policías.
El corazón se me aceleró todo lo que no se me había acelerado antes.
Mantén la cabeza fría. Que no te invada el miedo.
-Te lo preguntaré solo una vez, Sandra -La gutural voz de un hombre rasgó el silencio del bosque, ya ni los cuervos molestaban con sus aleteos. -¿Dónde está?
Que no te invada el miedo. Me repetí a mí misma.
El hombre deslizó sus toscos dedos por la tela que me amordazaba sacándomela de la boca.
-¿Quién? -Pregunté, para mi orgullo, sin tartamudear.
-Él -Su voz era tan afilada y fría como el filo de un cuchillo.
Me puso la carne de gallina.
-No sé de quién me habla -Sabía que no debería desafiar a un tipo como aquel, pero tenía que hacerle creer que no tenía miedo.
Agarró mi melena y tiró de ella haciéndome doblar el cuello en un ángulo poco natural.
Jadeé cuando me di cuenta de que en esa postura casi no podía respirar.
El hombre no disminuyó su agarre, en vez de eso acercó su asquerosa boca a mi oído y volvió a hablar amenazante.
-Te lo repetiré de nuevo, preciosa -Su aliento golpeó contra mi oreja y el asco recorrió cada una de mis terminaciones nerviosas. -¿Dónde está el asqueroso saco de mierda de tu novio?
Me estremecí al darme cuenta de que hablaba de Rob. Mi cuerpo tuvo la misma reacción cuando sentí el frío cuero de la porra al deslizarse por mi brazo lentamente hasta llegar a las ataduras de mi muñeca.
-No sé de quién me está hablando -Conseguí decir cuando soltó con brusquedad mi cabeza impulsándola hacia adelante.
-¡¡Mientes!! -Bramó furioso.
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Besos de terciopelo
FantasyAtrapada en una guerra entre corazón y lógica, observa su devastador e inevitable futuro. Un ángel y un lobo. Se debate entre el amor de dos seres fantásticos, y la supervivencia de la humanidad. La traición, el peligro, las mentiras, los secretos...