Cam detuvo el Jeep un par de kilómetros después detrás de unos árboles.-Baja-. Ordenó dirigiéndose al maletero.
Le hice caso. Abrió la parte trasera del coche y sacó un pequeño botiquín. Me senté en el maletero y me dejé inspeccionar. Me limpió la herida de la cabeza y los rasguños de los brazos con sumo cuidado, como lo haría un padre.
-Ahora déjame ver lo que tienes en la cadera.
Le enseñé el raspón que había sufrido, y cuando echó un chorro de desinfectante quise pegarle un puñetazo.
-Escuece, ¿sabes? -Me quejé.
-Por Dios, Sandra. No te quejes de esto cuando te han arrancado las alas.
-Ni si quiera lo recuerdo… -Susurré recordando cómo había despertado en la enfermería del cuartel.
Me miró con compasión durante un momento, después cubrió la herida con una gasa.
-Ya está, y como te has portado tan bien… -Hurgó en una mochilita. -Toma.
Me tendió una chocolatina. Mi estómago rugió feroz de hambre recordándome que no había desayunado. Cogí el dulce a la velocidad de la luz y lo saboreé con cara de placer.
Cam rió ante mi expresión.
-Puedo ver los ojos de una niña pequeña ahora mismo-. Acarició mi rostro, y sin motivo aparente cerré los ojos acunándome en la palma de su mano durante unos segundos.
-Imagino que aún quede algo de la niña que fui, ¿no?-Sonreí. -Si no quedara nada sería como estar muerta.
Apoyó su mano en mi rodilla y me miró fijamente. Me estremecí ante la profundidad de sus ojos.
-¿Por qué? Yo tengo cientos de tus años, me siento un anciano con el aspecto de un adolescente-. Suspiró, y por un segundo creí ver tristeza en su mirada. Solo por un segundo. -Creo que en mí no queda ni una pizca de la persona que fui. Sin embargo, tú eres una adolescente. Una adolescente que ni se encapricha ni llora por todo, pero al fin y al cabo, lo eres. Y a pesar de tu madurez, y de todas las situaciones espantosas por las que has tenido que pasar, tienes, en algún sitio de tu mente, escondida y atrapada a la niña que fuiste.
-Y espero no perderla nunca, Cam-. Confesé acabando de comerme la chocolatina.
-Lo harás-. Dijo mordiendo su barrita de azúcares procesados. -Se acabará esfumando si no la dejas salir. La olvidarás y será cuando te conviertas en adulta. No te queda otra, es así. Lo más doloroso es que no pasarás de esa fase. Serás adulta y no tendrás hijos. No serás anciana, ni tampoco podrás ver a tus nietos correr por tu jardín, porque sencillamente, no tendrás nietos-. Suspiró. -Vivirás siempre atrapada en el tiempo con la misma apariencia física que tienes ahora, la misma apariencia de los dieciocho jóvenes años. Viendo cómo el resto del mundo avanza y muere, y tú sin embargo, tendrás que huir de cada hogar, cuando pasen unos determinados años, para que las personas de tu círculo social no sospechen.
>Sé, que tú no has elegido esto, pero en cierto modo, lo deseas. Deseas vivir a su lado eternamente. Crees que eso será maravilloso, pero estás equivocada y te darás cuenta conforme pasen los años. Ojala no hubieras sido tú la elegida Del Trece, Sandra. Eres demasiado especial para tener que pasar por esto.-¿A caso crees que no podré soportar tanta presión? ¿Que no podré salvar a los humanos de Gabriel?-Pregunté enfadada. -¡Claro que podré hacerlo! ¡Claro que podré tener hijos y ver a mis nietos crecer! ¡Claro que podré hacerlo, Cam!
¿Qué sabía él de mí? Nada. No me conocía. Era fuerte y sería capaz de eso y más. ¿Y qué sabía él sobre mis sentimientos? Nada, él no sabía nada. Me negaba a que lo supiera. Me negaba a que descubriera mi debilidad.

ESTÁS LEYENDO
Besos de terciopelo
FantasyAtrapada en una guerra entre corazón y lógica, observa su devastador e inevitable futuro. Un ángel y un lobo. Se debate entre el amor de dos seres fantásticos, y la supervivencia de la humanidad. La traición, el peligro, las mentiras, los secretos...