Capítulo 27: Esencia

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Mientras él volvía a ir de aquí para allá, yo me quedé pensativa dándole vueltas a la posible teoría que mi mente había creado, entendiendo que si el odio por Rob lo consumía demasiado, no era del todo descabellada.

-Quiere matarte-. Susurré con la mirada fija en una línea del suelo.- Quiere matarte porque puede hacerlo dos veces.

-¿Cómo?-Se detuvo de golpe y me miró -¿Qué has dicho?-. Se acercó.

-Gabriel cree que si me mata a mí será la primera muerte a la que te verás sometido. La segunda sería torturarte hasta la muerte día tras día-. El silencio se instaló en sus ojos mientras la preocupación tomaba su lugar en la estancia. -Sabe que si me encuentra, y me captura, tú irás indudablemente en mi busca, y que si te encuentra a ti, yo entregaré mi vida por ti, para que tú puedas salir vivo de todo esto. Y así nos tendrá a los dos en la palma de su mano -Expliqué.

-Es lógico. Tiene un plan y todo lo que ha estado pasando formaba parte de él sin que lo supiéramos.

-Hemos sido simples títeres -Dije con rabia.

-Tenemos que largarnos ahora -Dijo tirándome un par de prendas de ropa de Amelia.-Cámbiate, nos vamos.

-¿Y tu tía? -Dije mientras me apresuraba a quitarme el vestido.

-Sabe donde iremos.

Acabó de cerrar su mochila, y sacó dos billetes de avión del bolsillo de su pantalón.

-¿Dónde vamos? -Pregunté al ver los dos papeles.

-Lejos -Contestó-. Conozco a alguien en California, los oscuros no sabrán que nos hemos ido.

Me apoyé en la puerta de la habitación. Suspiré.
¿Lejos? ¿Enserio? Estoy tan harta de huir; tan cansada mentalmente, que estoy a punto de explotar como una bomba de relojería.

-Estoy cansada de huir todo el tiempo, Rob.

Él se acercó y me estrechó entre sus cálidos brazos.

-Tenemos que hacerlo.

-¿Por qué?

-Porque no somos normales; somos diferentes, y lo diferente es peligroso a los ojos de la sociedad. Acarició mi mejilla y beso mi frente lentamente.

Sonreí y por un momento me pude olvidar de todos los problemas. Pero solo por un breve segundo.

Cogió mi mano, y salimos apresurados de la cabaña, con la mochila y los billetes de avión en la mano.

Tomamos un camino embarrado que se adentraba en el bosque por la parte trasera de la cabaña.

Llevábamos un periodo de tiempo considerable caminando cuando vimos un Jeep rojo parado en mitad del camino.

-Ese es nuestro transporte-. Dijo Rob señalando el vehículo.

Apoyado en el capó, esperaba un joven alto; de cabello rubio y nariz aguileña. Mantenía una expresión sonriente y despreocupada, algo que hacía tiempo que no veía en las personas de mi alrededor.

Caminábamos de la mano y decididos en su dirección justo cuando Rob se paró en seco. El hombre del coche se envaró y abandonó su jovial sonrisa por una expresión tensa y atenta, casi a la defensiva, mirando hacia lo más profundo del bosque hacia donde Rob miraba con el ceño fruncido.

Dos segundos más tarde, las miradas de los chicos se encontraron, y el chico rubio movió sus labios en lo que yo pude descifrar un "ya están aquí".

En ese instante, Rob me cogió entre sus robustos brazos, y echó a correr hacia el coche.

El corazón me palpitaba tan rápido y fuerte, que parecía romperme el pecho en cada latido.

Besos de terciopeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora