Ocho.

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La emoción al ver a mi hermano mayor después de tantos meses es incontenible. Corro y salto por encima de mi cama y lo abrazo fuerte, ni el se imagina de cuanto lo necesito.

Un par de meses bastaron para que se transforme en todo un hombrecillo. Lleva su clásico cabello rubio bastante largo, la barba incipiente, la misma ternura en sus ojos celestes brillantes y adorables, la espalda ancha, la sonrisa perfecta y las piernas eternas.

- ¿Ya olvidaste acaso mis encantos? ¡Soy tu hermano! – Exclama aún abrazándome. - ¡Te extrañé tanto, Elizabeth!

- Y yo a ti, Luke. – Digo siendo más sincera que nunca. – No sabes cuanto. Y créeme que no los olvidé y varias chicas de esta casa tampoco.

- Debo admitir que tus compañeras de fraternidad siempre fueron bastante simpáticas conmigo. – Dice entre risas, sentándose en mi cama y le lanzo un almohadón riéndome también.

- Demasiada información. – Finjo que voy a vomitar y él se echa a reír otra vez.

Cuando me pregunta en que anda mi vida literalmente no sé por dónde empezar. De a poco le voy contando todo, incluso lo del trabajo comunitario.

- Ese Will siempre fue un idiota. – Dice un poco molesto. – Me alegra que no haya pasado a mayores.

- También a mí, además el trabajo que nos asignaron no es para nada molesto, al contrario. – Sonrío recordando a (casi) todos los chicos. – Estamos ayudando a remodelar la escuela pública de música y nos tocó trabajar con unos muchachos que son sensacionales.

- ¿Sensacionales? – Pregunta curioso. - ¿Alguno que te haya robado el corazón?

- No exactamente. – Digo mirando la hora en mi móvil. – De hecho, un amigo de ellos está por pasarme a buscar para salir por ahí. Es muy simpático y...

- Creo que debería conocerlo y ver si es lo suficientemente bueno para mi pequeña hermanita. – Dice frotándose las manos en señal de maldad.

- Luke, tu pequeña hermanita está crecidita y tiene el divino derecho a salir con un muchacho interesante sin que estés espiando. – Digo recordando nuestros años de pre adolescencia donde cada vez que salía con un muchacho, aunque fuera mi amigo, casualmente Luke aparecía con su grupo de amigos a sentarse con nosotros, a ver la misma película, a caminar por el mismo parque.

- Okay, okay. – Dice levantando los brazos en señal de rendición. – Lo acepto.

- Así me gusta. Voy a bañarme y a alistarme en el baño. – Digo y el asiente recostándose en mi cama. - ¿Qué piensas hacer?

- Esperarte aquí, por supuesto. – Luke cierra los ojos fingiendo que duerme y yo niego con la cabeza pero me río.

Tomo mi vestido rosa y mis zapatillas blancas, me baño y comienzo a alistarme en el baño. Cuando salgo, Luke está sentado en mi cama, esperándome como si fuera mi padre.

- No señorita, así no va a ir a ninguna parte. – Sentencia poniéndose de pie y buscando algo en mi clóset.

En ese momento, Emir me envía un mensaje para avisarme que está fuera del campus.

- ¡Hasta luego Luke! – Exclamo ignorándolo y poniéndome mi chaqueta de cuero negra. – Descansa, mira televisión, haz lo que te plazca y no me esperes despierto.

- ¿Qué? – Pregunta horrorizado y me echo a reír. Me pongo en puntitas de pie para darle un beso en la mejilla. – Maldita, cuídate mucho y no tardes.

- Promesa. – Le guiño un ojo y el rueda los ojos sonriendo.

Salgo del campus y lo veo esperándome de pie, apoyado sobre la puerta del acompañante luciendo increíble. Lleva una una remera gris, un chaleco con capucha color azul, jeans azules y borceguíes grises. Al verme sonríe y yo le respondo igual.

- ¿Usted es la muchacha de las bebidas equivocadas? – Pregunta señalándome y entrecerrando los ojos.

- ¿Usted es el mentiroso de la fiesta de anoche? – Respondo imitándolo y se echa a reír. Tiene una risa fresca, contagiosa, adorable.

Mientras Emir conduce, sin querer decirme a dónde, les mando un mensaje a las chicas para decirles que ya estoy con él. Ellas me desean suerte y me obligan a prometerles que tendrán todos los detalles a cambio de los detalles de la cita de Lucy y Tom.

- ¿No vas a decirme a dónde nos dirigimos? – Pregunto guardando el móvil en el bolsillo de mi chaqueta. Emir niega con la cabeza y sonríe. - ¿Estás secuestrándome?

- Es una posibilidad. – Dice subiendo y bajando las cejas haciéndome reír. – Confía en mí, Liz.

- Mmmm. – Dudo en broma y el niega con la cabeza sin dejar de mirar el camino.

Unos quince minutos después se detiene y estaciona el coche. Yo miro a mi alrededor intentando reconocer algo pero fracaso. Se apura a bajar antes de que yo lo haga y me abre la puerta muy caballerosamente. En ese momento Dylan se cruza por mi mente y desearía que estuviera aquí para ver que lo que menos me interesa es el modelo de un auto o el status económico cuando si la persona que me acompaña es respetuosa, divertida y adorable como lo es Emir. Idiota.

- ¿Elizabeth? ¿Liz? – Pregunta Emir devolviéndome a la realidad. - ¿Está todo bien? Te fuiste por unos segundos.

- Lo siento, estoy tratando de descifrar en donde estamos. – Miento.

- Te traje a mi restaurante favorito. – Dice señalándome una pequeña bodega. – No esperes la gran cosa, ni el gran lujo, ni...

- Emir, es perfecto. – Lo interrumpo. El asiente un poco descreído.

Entramos y realmente, al 100% pienso que el lugar es perfecto. Es un pequeño restaurante con unas pocas mesas, luz tenue y música instrumental de fondo. Una barra se encuentra ubicada en la esquina derecha y cada mesa es adornada por un florero pequeño con margaritas.

- ¡Esto es hermoso! – Exclamo.

- ¿Lo dices en serio? – Pregunta incrédulo.

- Lo digo en serio, Emir. El lugar es precioso y además las margaritas son mis flores favoritas. – Digo mientras me corre la silla para que pueda sentarme.

- Eso ya lo sabía, por eso arreglé todo. – Bromea. Adoro como me hace reír todo el tiempo. Me gusta y me hace bien.

Pasamos el resto de la hora y media conversando, comiendo unos platos deliciosos, riéndonos y conociéndonos más. 

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