Me quedo observándolo, esperando para ver si está hablando en serio o si es una broma. Cuando noto que está serio y nervioso, mirándome expectante, entiendo que está hablando muy en serio.
- Ok ¿Sabes qué? - Dice aplaudiendo una vez, haciéndome sobresaltar. - No hace falta que discutamos esto ahora. Piénsalo bien y lo hablaremos cuando estés lista.
- No sé que decir porque simplemente no me lo esperaba. - Digo riéndome nerviosa.
- Por eso preciosa. - Dice acariciándome una mejilla. - No hace falta que lo hablemos ahora. Fue una idea que se me cruzó por la mente.
- Eres adorable. - Me pongo en puntitas de pie para darle un beso y él me abraza fuerte.
- No quiero apresurarte ni presionarte. - Dice una vez que nos subimos al coche. - Es sólo que cuando estoy contigo me siento diferente, feliz... completo. Y me gustaría sentirme así cada día.
- ¿Siempre sabes que decir? - Pregunto y le doy un golpecito en la pierna mientras el fija la mirada en el camino.
Lo miro desde el asiento del acompañante y creo que ni él puede imaginarse cuanto lo quiero. Su rostro bellísimo se ve iluminado sólo por la luna y alguna que otra luz artificial que ilumina las calles mientras él canta alguna canción que están pasando en la radio. La verdad es que yo también quisiera verlo así de felíz cada día, quizás la idea de irme con él no sea tan descabellada.
- Emir ¿Puedo preguntarte algo? - Digo descansando el cuello en el asiento, el mueve la cabeza positivamente sin dejar de mirar el camino. - Si viviéramos juntos ¿querrías que me mude a casa de Nora?
- ¿De verdad lo estás considerando? - Pregunta mirándome por unos segundos y sonriendo de oreja a oreja. Yo lo miro arqueando una ceja y se ríe. - Okay, sin presiones. Pero no, no viviríamos en lo de Nora.
- ¿Y cuál es tu idea? - La curiosidad me gana y quiero saber que tiene en mente.
- Bueno, la verdad es que no quería presionarte pero ven, vamos a bajar un momento. - Dice deteniendo el coche y bajando. Lo sigo desentendida mientras me toma la mano y cruza la calle casi corriendo.
Nos detenemos frente a un edificio color blanco que parece ser de esos antiguos que han sido restaurados. Emir saca unas llaves del bolsillo de su chaqueta y sin soltarme la mano, entramos.
- ¿Esto es lo que yo creo? - Pregunto y literalmente me tiembla todo el cuerpo. El baja y levanta las cejas sin decir una palabra. Entramos al ascensor y marca el piso 4.
Las puertas se abren y no sé porque, un escalofrío me recorre la espalda. Los nervios de Emir me contagian y creo entender que está sucediendo. Vuelve a sacar las llaves cuando nos detenemos en la puerta con la letra E.
- Quiero que sepas que no hago esto con ninguna intención de apurar tu decisión, sólo quería que tengas la respuesta a tu pregunta. - Dice sonriendo nervioso.
Entramos y me encuentro con el departamento de mis sueños. No sé como lo ha conseguido pero Emir logró encontrar y condicionar el lugar de la forma que siempre soñé. Me conmueve darme cuenta de que realmente escucha cuando le cuento acerca de mí, de mis sueños, de las cosas que me gustan. Hasta los detalles mas ínfimos, él los tiene en cuenta.
Lo primero que veo es la sala de estar, pintada de celeste oscuro con muebles de ese color haciendo juego. Un juego de sillones negros, una tv con una pantalla bastante grande y una mesita ratona de cristal en el centro. Detrás de los sillones hay un pequeño pasillito que me lleva al comedor, donde hay una mesa de madera con seis sillas alrededor. Emir me sigue nervioso y expectante mientras recorro el lugar en silencio.
Abro una puerta y me veo la habitación con una cama de dos plazas, otra tv encastrada en la pared con una mesita de noche en cada extremo. Las paredes son del mismo color de la sala y el baño es en suite.
- ¡Emir este lugar es bellísimo! - Exclamo sin poder creerlo.
- Recordé el día que me hablaste de como te imaginabas tu hogar ideal y el día que entre aquí después de hacer un trabajo para la universidad, sentí que algún día podía lograr cumplir tu sueño. - Dice orgulloso. - Y todavía queda algo más.
Vuelve a tomarme la mano y me guía hasta una puerta que no había visto. La abre y me encuentro con un una pequeña escalera que nos lleva a una especie de terraza, llena de plantas de colores y una pequeña mesa de cristal con cuatro sillas. Tal como se lo dije que soñé alguna vez. Cuando el shock pasa un poco, nos sentamos a conversar en la terraza y es realmente agradable. La brisa de primavera es suave y con Emir todo es risas.
- Entonces ¿Te gusta? - Pregunta nervioso.
- ¿Que si me gusta? ¡Emir, has conseguido el departamento de mis sueños! - Exclamo poniéndome de pie y abrazándolo por el cuello.
- O sea que te gustaría vivir aquí conmigo. - Dice y hace una pausa. - Algún día, claro.
Asiento en silencio mientras él se pone de pie y me besa.
Seguimos conversando, sin darnos cuenta de lo tarde que se ha hecho. Emir tiene que regresar porque mañana estará estudiando todo el día para su examen final. Me lleva a casa y el viaje de vuelta lo hacemos entre risas y canciones. Desde que lo conozco, nunca lo he visto tan pero tan contento. Me conmueve tener esa especie de "poder" sobre él, me emociona saber cuanto significo para él por todo lo que Emir significa para mí.
Llegamos y él se baja para despedirse apropiadamente. Entonces lo siento, lo sé. Mi corazón ha tomado la decisión antes de que mi razón pueda procesarlo.
- Emir, quiero irme a vivir contigo. - Digo de repente y sus ojos se abren como platos.
- ¿Estás bromeando? - Grita de una forma que pienso que todo mi edificio lo debe haber escuchado. Niego con la cabeza mientras arrugo la nariz. - ¿Es en serio?
- Con una condición. - Digo señalándolo con el dedo. El asiente como un niño pequeño haciéndome reír. - Debes concentrarte en estudiar mañana y recibirte. Es tu sueño desde siempre. Siempre te preocupas por mí y por mis sueños, también tienes que ocuparte de cumplir los tuyos.
- Lo prometo. - Dice levantando una mano en señal de juramento. - Voy a estudiar, a pasar ese examen y a hacerte sentir la mujer mas orgullosa del mundo. Yo ruedo los ojos pero sonrío.
- Si va a ser así, entonces en unos días estarás compartiendo el techo conmigo, arrepintiéndote de tu propuesta. - Bromeo y el niega con la cabeza mientras se ríe.
- Me haces demasiado feliz, Elizabeth. - Dice abrazándome.
Cuando entro al edificio y lo veo alejarse en el coche, recuesto la cabeza contra la puerta. Siempre he escuchado a mi corazón antes que a mi razón y casi nunca me he equivocado. Espero que los demás puedan comprenderlo. Sobre todo, mis amigas con quienes me mude hace menos de dos semanas.

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Opuestos.
Teen FictionVidas que a primera vista parecen totalmente diferentes. Egos que chocan desde el primer día. Corazones que laten igual.