Diecisiete

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Nora, lo toma por las mejillas y el la mira pidiendo disculpas. Ella le hace una seña de que haga silencio. El asiente y puedo ver lágrimas cayendo por su rostro. Después de varios minutos, Dylan decide que es momento de irse.

- Yo lo acompaño. - Digo dándole unas pequeñas palmaditas a Nora en la espalda. Ella asiente y me agradece.

Caminamos hacia la puerta en silencio y creo que por primera vez desde que lo conozco, él tampoco sabe que decir.

- Bueno, ahora a dormir. - Dice Dylan sonriendo de lado. - Ha sido un día de lo más intenso.

- Lo sé. Estabas asustado ¿verdad? - Pregunto y el asiente en silencio. - Gracias por todo lo que has hecho hoy. De verdad Dylan, no pensé que...

- ... ¿ Qué hubiera algo de humanidad en mí? - Me interrumpe bromeando.

- Iba a decir que no pensé que eras tan cercano a Emir pero creo que eso también es cierto. - Digo entre risas.

- Emir es importante para mí, crecimos juntos. - Dylan se encoge de hombros tratando de quitarle importancia a sus palabras. Se sube al coche y se va.

Cuando vuelvo a entrar, veo solo a Nora en el sillón con la mirada perdida.

- ¿Y Emir? - Pregunto asustada.

- Tranquila, sólo fue a tomar una ducha. - Sonríe ella. - Me ha pedido por favor que lo esperes, que quiere hablar contigo.

- ¡Por supuesto! - Exclamo.

Nora vuelve a sonreír y me dice que esta agotada y que necesita descansar. Me agradece por todo (Aunque no entiendo que he hecho) y se retira a su habitación.

Mientras espero a Emir, repaso estas últimas horas en mi mente. Si él siempre se ha mostrado como una persona felíz y alegre ¿Por qué hizo lo de hoy? ¿Por qué todos estaban tan asustados? Tomo mi móvil por primera vez en mucho rato y veo mensajes y llamados de todo el mundo. Opto por llamar a Luke y explicarle. Si bien está enojado porque me fui sin explicarle nada, lo tranquiliza el saber que tanto Emir como yo estamos bien.

Estoy divagando entre pensamientos y conclusiones, cuando lo veo mirándome al pie de la escalera, divertido al verme con la mente en otro planeta. Se ha afeitado por completo y luce adorable. Tiene el pelo húmedo, una remera azul, chaqueta de algodón del mismo color, jeans y zapatillas. Me sonríe con nostalgia y siento que voy a echarme a llorar otra vez.

- ¡Lo siento tanto, pequeña! - Exclama estrechándome en sus brazos. - ¡Jamás quise hacerte daño!

- Lo que me preocupa es porque te has hecho daño a ti mismo, Emir. - Digo aún entre sus brazos, absorbiendo su perfume. - ¿Por qué me has mentido con respecto a tus golpes?

- Porque a veces una mentira es una explicación mucho mas simple y agradable que la verdad. - Suspira. - Ven, quiero llevarte a un lugar.

- ¡Pero Emir! - Exclamo entre risas. - ¿A dónde? ¡Son casi las tres de la mañana!

El se encoge de hombros y ríe, contagiándome.

- Vamos, Liz. - Dice extendiéndome su mano. - Es cerca y prometo que estarás a salvo conmigo.

Ruedo los ojos pero acepto.

Caminamos en silencio, tomados de la mano. El barrio de Emir me agrada muchísimo. No hay tantos edificios ni tanto ruido por lo cual apreciar las estrellas es mucho mas fácil y el silencio no es incómodo en absoluto.

Me sorprendo muchísimo cuando llegamos a una especie de parque de diversiones y me sorprende más el hecho de que aún siga abierto, con gente disfrutando de las distintas atracciones.

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