Treinta y ocho.

57 3 0
                                    

Despierto en la mañana temprano con Emir acariciándome el cabello.

- Se que odias esto pero deberíamos aprovechar para llegar allí antes del mediodía. - Me susurra entre risas.

- Lo sé, lo sé. - Digo estirándome. - ¿Qué es eso que huele tan delicioso?

- Prepare un desayuno como para que tengas ganas de levantarte. - Me anima subiendo y bajando las cejas. - ¡Te espero princesa!

Me deja para que me prepare y sale hacia el comedor, mientras yo me incorporo y miro en mi móvil una cantidad importante de llamadas y mensajes de mis amigos a los cuales estoy decidida a ignorar. Voy en busca de mi muchacho y me siento a la mesa que ha preparado llena de frutas, jugo y café.

- Un rato antes de que te despertara, llamo Ally. - Dice en un tono apenas audible, conociéndome lo suficiente como para saber que lo que dijo va a molestarme. - Quería saber si ibas a asistir a clases hoy.

- ¿Es en serio? - Pregunto exasperada. - ¿Y qué le dijiste?

- Que eres lo suficientemente grandecita como para ocuparte de eso tú sola. - Sonríe - ¿Estás segura de que no quieres ir? Podemos irnos después de clases y aun así podríamos disfrutar todo el fin de semana.

- ¿Tu también? - Lo asesino con la mirada.

- Ok, ok. No dije nada. - Levanta los brazos en señal de rendición, haciéndome reír. - Vamos entonces.

Una hora después estamos en la lancha que nos lleva a la isla. El viento nos despeina y me golpea el rostro. Siento una libertad y una calma que hace mucho tiempo no sentía. Estoy en los brazos de Emir, lejos de los problemas, sin teléfono móvil, sin internet, sin nada que pueda interferir. Llegamos y nos bajamos con cuidado de no caer y de no perder los bolsos debido a mi torpeza innata.

Cuando llegamos a la casa y la veo por primera vez. Transmite la sensación de hogar apenas uno la ve. Pintada de un color blanquísimo y de dos pisos, con dos columnas en la entrada. Apenas entramos veo cuadros de distintos estilos y épocas. En la sala hay un juego de sillones color camel y una mesita ratona de vidrio en medio, sobre una alfombra color negro. La cocina es pequeña pero preciosa, con un desayunador cruzando en medio. Vamos a dejar los bolsos en la habitación, donde hay una cama matrimonial cubierta por sábanas de seda blancas y un ventanal con vista al mar que es impresionante.

- ¿Puedo preguntar algo sin que te ofendas? - Pregunto abriendo las ventanas y el asiente. - ¿Cómo es que esto es tuyo?

- Era de mis padres. - Dice entre risas. - Es lo único que me dejaron. Ellos vivían aquí.

- ¡Todo esto es hermoso! - Exclamo y él me abraza.

- Gracias por estar aquí conmigo. - Suspira.

- Yo soy la que está agradecida. - Lo abrazo aún mas fuerte.

Unas horas después, nos sentamos a almorzar en el balcón del ventanal. Me siento realmente feliz y completa.

- Recuerdo ese día en que habías desaparecido por completo y Dylan me dijo que no era seguro que yo viniera aquí de noche ¿Puedo saber por qué? - Pregunto.

- Porque a la noche este no es un lugar para que ande una muchacha sola. Es decir, es muy seguro y los vecinos nos conocemos desde siempre pero los que organizan las peleas – Dice avergonzándose, recordando lo sucedido hace poco. - A veces traen en lancha a los que están dispuestos a pelear aquí, donde la policía tarda mas en llegar.

- Que horror. - Digo sin pensar y él mira al suelo. - No quise decir que tu lo seas, Emir. Todos cometemos errores.

- Tu eres perfecta. - Dice tan seguro que me duele el corazón.

- No lo soy, ojalá lo fuera. - Suspiro. - Pero me alegra que pienses así.

- Te amo muchísimo Elizabeth. Más que a mi vida. - Me toma la mano y me mira a los ojos. - Soy cien por ciento literal.

- Y yo a ti. - Sonrío y lo beso.

Pasamos el resto del día caminando por ahí, mientras Emir me cuenta historias y anécdotas de su adolescencia. Algunas me hacen reír a carcajadas y otras, emocionar hasta las lágrimas. Es un muchacho mucho mas fuerte de lo que él cree y puede darse cuenta.

Cuando volvemos a la casa, veo su teléfono móvil cargándose.

- ¡Prometimos no traer nuestros teléfonos! - Protesto y él se echa a reír.

- La salud de Nora no está muy bien y quiero tenerlo encendido, sin internet pero encendido por si acaso. - Dice y asiento. Lo desbloquea y su cara se transforma en un singo de interrogación.

- ¿Está todo bien? - Pregunto y es como si mi pregunta lo devolviera a la realidad. Asiente y se guarda el teléfono en el bolsillo trasero de sus jeans.

Me pongo a preparar la cena mientras lo escucho tocar la guitarra en la sala. Empiezo a convencerme de que somos los dos los que necesitábamos este escape. Hace mucho que no veía a Emir tan contento y tan tranquilo. Cenamos mientras miramos Friends, entre declaraciones de amor y carcajadas. Cuando Emir me promete que mañana será un día de sorpresas, me entusiasmo.

A las cuatro de la mañana, el teléfono de Emir vibra tan fuerte que me despierta. Intento ignorarlo pero me es imposible así que lo tomo para apagarlo cuando me encuentro con que quien lo está llamando es Luke. El corazón se me encoge y no puedo ignorarlo. Salgo de la cama con cuidado y voy al balcón para no despertar a mi novio.

- Luke, soy Liz. - Susurro apenas presiono el botón de responder.

- ¿Puedes decirme dónde mierda estás? - Grita casi dejándome sorda. - Fui a tu departamento y no responden, llamo a tu teléfono y me da apagado. Estuve llamando a Emir todo el día y tampoco contestó.

- No me grites que no soy una niñita. - Digo en un tono un poco mas elevado. - Estoy en unas mini vacaciones con Emir, lejos de todo y de todo.

- ¿Mini vaciones? - Sigue gritando. - ¿Estás loca? Estás en plena época de exámenes finales, no es momento para vacaciones.

- Mira, Luke. - Suspiro, armándome de paciencia. - Ya soy grandecita para decidir lo que quiero hacer y con quien quiero pasar mis

- Te cancelaron la beca, Elizabeth. - Me interrumpe. - La universidad canceló tu beca porque te ausentaste en dos exámenes y has pasado las tres faltas. Felicidades.

- ¿Y como sabes eso? - Pregunto sin saber bien que decir.

- Porque se lo comunicaron a Miles y me vino a buscar a Wayfair preocupado por ti. - Lo escucho bufar. - ¿Qué estás haciendo de tu vida, Liz? Por favor vuelve, quizás haya alguna posibilidad de que te dejen volver.

Miro a Emir descansando con una sonrisa dibujada en el rostro y no tengo que pensarlo mucho mas.

- Voy a volver en dos días y veremos que hacer. Yo estoy bien, Emir está bien. Ahora puedes quedarte tranquilo. - Digo y termino la llamada.

- Liz, princesa ¿Dónde estás? - Pregunta Emir mas dormido que despierto.

- No podía dormir así que salí a tomar un poco de aire. - Miento recostándome a su lado. - Descansa.

Estoy a punto de cerrar los ojos cuando alguien toca la puerta tan fuerte que parece van a tirarla abajo.

Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora