Nueve.

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- Perdón pero tengo que preguntarlo ¿Qué es lo que tanto odias de Dylan? – Pregunta y el solo escuchar su nombre arruina todo mi buen humor.

- Digamos que su existencia en general, su forma de dirigirse a mí, su pensamiento cuadrado... Si, su existencia en general – Afirmo y Emir se ríe a carcajadas.

- Puede ser un poco prejuicioso. – Acepta.

- Un poco. – Ironizo y veo que Emir tuerce el gesto. - ¿Qué sucede?

- Voy a contarte algo pero tienes que prometerme que Dylan jamás va a saber que yo te conté esto ¿bien? – Pregunta y yo asiento ansiosa por saber. – Y que conste que sólo lo cuento porque tengo interés en verte muchas, muchísimas veces más y probablemente él esté presente alguna de esas veces y no me gustaría que no se toleren.

- Comprendo. – La ansiedad aumenta.

- La cosa es que Dylan no siempre tuvo este corazón de roca que le encanta mostrar, creo que al día de hoy no es así. Hace mas o menos un año atrás conoció a una muchacha inglesa que estaba estudiando aquí en Florida – Apenas Emir menciona a una muchacha comienzo a pensar en que este relato no puede tener un final felíz. – Ella pertenecía a una fraternidad, no me acuerdo cual era para ser sincero. Él se enamoró perdidamente, Liz, jamás lo había visto así por una muchacha y ella parecía estar igual de enamorada que él. Todo iba excelente hasta que un día él la invitó a su casa, a conocer a sus padres. Durante la cena, ella se excusó y pidió permiso para ir al baño. Cuando él fue a buscarla, ansioso por seguir mostrándole cosas de su casa, su niñez, su familia la escuchó hablando por teléfono con sus amigas de fraternidad, burlándose de su casa, burlándose de todo lo que él había decidido compartir con ella.

- Oh dios... - Digo cubriéndome la boca con ambas manos.

- Puede no parecer algo tan duro pero créeme Liz que Dylan la amaba, hablaba hasta de casarse con ella. Lo mas duro es que cuando la enfrentó, ella le dijo que de todos modos no le interesaba continuar la relación ya que para ella todo se había tratado de un "experimento", quería saber que se sentía salir con un "pobre" y que él era "poca cosa" para una chica como ella. – Finaliza Emir y yo me quedo muda.

Lo recuerdo perfectamente diciéndome exactamente esas mismas palabras a mí, que él ya sabía que los chicos como él eran poca cosa para mí. Si bien no creo que yo merezca su prejuicio, puedo comprender tanto dolor. Lucy, Ally y yo le recordamos a la única chica a la que le abrió su corazón, a la única muchacha que lo decepcionó tanto.

- Te pido por favor que nunca le cuentes que yo te conté esto, es algo de lo que no tolera hablar aunque repita constantemente que lo ha superado. – Dice rodando los ojos.

- Entiendo. – Asiento lentamente y tomo un trago de vino, mucho para procesar.

Cuarenta minutos después, Emir estaciona en la puerta del campus.

- Gracias por una noche fantástica, Liz. – Dice rascándose la parte posterior de la cabeza, intentando ocultar su timidez. – Espero verte pronto otra vez.

- Fue una noche realmente fantástica – Afirmo. – Y sobre verme pronto, supongo que dependerá de ti.

Me acerco para darle un beso en la mejilla pero él corre la cara y me da un pequeño beso en los labios que me hace sonreír como tonta.

- Trato hecho. – Dice sonriendo de oreja a oreja. – Que descanses, Elizabeth.

- Maneja con cuidado y gracias otra vez. – Lo saludo con la mano mientras arranca y lo veo alejarse.

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