Veintiocho.

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- ¿Qué sucede? - Pregunto asustada. - ¿Estás bien?

- Realmente no. - Suspira. - Pero no quería que pierdas tu día de clases, princesa.

- No es problema, en serio. No es que falto todo el tiempo. Tomarme un día para estar en casa contigo no me hará daño. - Digo sentándome a su lado y revolviéndole el pelo.

Le preparo un té y miramos tele en la cama. Cuando se hacen las seis de la tarde, veo que se ha quedado completamente dormido y cerrando la puerta de la habitación con mucho cuidado, me dirijo a la cocina para preparar la cena y lo necesario para la visita con mi hermano. Me animo a preparar una carne con papas al horno, uno de los platos favoritos de Luke. Cuando considero que está todo listo para empezar a cocinarse, lo dejo en el horno y voy a cambiarme.

Entro en la habitación y veo a Emir ya está despierto y cambiado. Lleva una remera blanca lisa, una camisa color bordó, jeans azules y zapatillas blancas. Me quedo admirándolo, de pie contra la puerta, mientras él se arregla frente al espejo sin percatarse de mi presencia. Cuando me nota, se echa a reír con timidez.

- ¿Qué haces ahí? - Dice aún entre risas.

- Estaba mirándote y pensando algunas cosas. - Digo acercándome a él y acomodándole algunas mechas de pelo rebeldes.

- ¿Qué estabas pensando? - Sonríe.

- En lo afortunada que soy al tenerte. - Digo abrazándolo.

- ¿Lo dices en serio? - Pregunta incrédulo y yo asiento. - No puedo ver porque piensas eso.

- Tienes que dejar de desmerecerte de esa forma Emir ¿Qué sucede contigo? - Me siento frustrada. No entiendo como es que puede costarle tanto dejarse querer.

- Sólo no puedo ver lo que tu ves en mí pero de todos modos agradezco que quieras quedarte conmigo a pesar de que no soy lo mejor para ti. - Suspira sentándose en la cama.

- ¿Me dejarías decidir eso a mi? - Pregunto sentándome a su lado y tomando su mano. - Yo te quiero.

- No más que yo a ti. - Me da un beso en la frente y se pone de pie. - ¿Qué es eso que huele tan delicioso?

- ¡La cena! ¿Podrías ir a poner la mesa? Luke llegará en quince minutos y todavía tengo que alistarme. Soy un desastre. - Digo señalando mi remera toda sucia y él se ríe a carcajadas.

- Eres preciosa. - Dice besándome en los labios. - Claro, voy a preparar eso entonces.

Emir sale de la habitación y yo comienzo a alistarme sin dejar de pensar en que puede cruzarse por su mente para no ver lo genial que es. Me pongo una musculosa gris con un bolsillo pequeño en el pecho, jeans ajustados rotos en una rodilla y zapatillas negras.

El timbre suena casi veinte minutos después y mientras saco las cosas del horno, le pido a Emir que abra la puerta. Los escucho saludarse y ponerse a hablar sobre la vida y cuando escucho una tercera respiración pesada y agitada, salgo corriendo de la cocina emocionada.

- ¡Trajiste a Petunia! - Exclamo.

- ¡A mi también me encanta verte de nuevo, hermanita! - Ironiza Luke exagerando mientras yo ya estoy en el suelo jugando con ella.

- ¡Lo siento! - Digo entre risas sin la mas mínima intención de ponerme de pie. - ¡Es que es tan hermosa!

- Debo admitir que es preciosa. - Dice Emir hablándole a Luke pero mirando a Petunia.

- Bueno ¿Vamos a comer o vamos a quedarnos aquí elogiando a mi mascota? Hay algo aquí que huele delicioso. - Dice mi hermano cerrando los ojos como si eso lo ayudara a absorber el olor.

- Aunque no lo creas, tu hermanita acaba de cocinar carne al horno con papas. - Digo mientras caminamos hacia el comedor.

Luke y Emir se sientan a la mesa, conversando acerca de un nuevo juego que salió para la play station y yo sirvo la comida. Me siento absolutamente orgullosa de mí cuando ambos elogian el plato y Petunia se deleita con un pedacito que corto para ella.

Después de pedir helado y de sentarnos en el living a conversar y actualizarnos, Emir se retira a descansar ya que tiene un fuerte dolor de cabeza. Petunia descansa de costado mientras ronca profundamente haciéndome reír.

- ¿Y como va todo entre Emir y tu? - Pregunta Luke dejándose caer en el sillón azul, a mi lado.

- Realmente bien. - Suspiro mirando en dirección a la habitación. Noto a Luke ansioso, como si hubiera algo más que está queriendo decirme. - ¿Qué sucede, Lucas?

- Uno, no me digas Lucas. Dos ¿Cómo lo notas? En serio, me asustas. - Dice entre risas.

- Habla. - Insisto.

- Mamá está aquí, en Florida. - Dice en el tono más bajo en que podría decirlo. Yo me encojo de hombros. - Es importante que la veas, Liz. Ella quiere hablar contigo.

- ¿Y dónde estaba ella cuando yo la necesitaba? ¿Dónde estaba cuando necesitaba una explicación sobre lo que estaba sucediendo con papá? - Pregunto exasperada.

- Lo sé y lo entiendo, Liz. - Suspira. - Pero creo que es hora de sanar. Papá ya no está y no podemos perder a ambos.

- Yo perdí a ambos el día que perdimos a papá. No insistas. - Doy por terminado el tema.

- Ok, yo solo tenía que decírtelo. - Dice ayudándome a llevar los platitos.

Luke se va, dejando saludos para Emir y yo agotada, decido lavar los platos en la mañana e irme a descansar.

Cuando entro a la habitación, veo a Emir profundamente dormido y en un intento de no despertarlo, me cambio y me acuesto despacito para no hacer ruidos. Él, entre dormido, me acerca hacía si y recuesta su barbilla en mi hombro. Pongo el despertador para no dormirme y cierro los ojos.

A las ocho de la mañana puntual, el despertador anuncia que es hora de despertarme y comenzar a prepararme para ir a la facultad. Después de desayunar algo rápidamente, veo que Emir duerme aún y se ve tan tranquilo que solo le doy un beso en la frente antes de salir. Cuando llego a la universidad, veo a Lucy y Ally esperándome en la entrada.

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