Cuarenta y uno.

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- Luke, no. - Digo absolutamente en shock. - Eso no es posible...

- Lo sé, tampoco podía creerlo. - Suspira.

- ¿Otra mentira de mamá? - Pregunto mientras me tiemblan las manos.

- Si y no. - Se encoge de hombros. - Fue decisión de ambos.

- O sea que toda mi vida creí que mi padre nos había abandonado, luego que había muerto y ahora que está vivo y que no solo nos dejó por decisión propia sino que de mamá también. - Empiezo a atar cabos y recuerdo los regalos misteriosos a nombre de Santa en pleno verano a los que no les encontraba ningún sentido, las llamadas en las que un señor preguntaba por mi y por Luke y de repente colgaba, las cartas que llegaban y que mamá escondía al instante. - Cuéntame Luke, porque no logro entender.

- Tranquila. - Dice poniendo sus manos sobre las mías. - Cuando nosotros éramos aún muy pequeños, el amor entre papá y mamá se acabó pero él no quería irse porque le angustiaba el hecho de perderse nuestra infancia. Hasta que en uno de sus viajes laborales conoció a una mujer de Nueva York de la que se enamoró perdidamente.

- ¿Esto es una broma? ¿O una novela que leíste en algún lado? - Pregunto angustiada.

- Puedo prometerte que estoy contándote textualmente lo que papá me contó. - Continúa mi hermano. - Al principio él luchó contra esos sentimientos pero no pudo contenerse mas y justo cuando iba a contarle a mamá que sus constantes viajes a Nueva York se debían a que se había enamorado de otra mujer, se enteró que estaba embarazada.

- ¡¿QUÉ?! - Grito. - ¿Mamá estaba esperando un hijo?

- No exactamente. - Dice arrugando la nariz y entrecerrando los ojos. - La señora de la que papá se enamoró. Ella estaba esperando un hijo de él.

- Okay, creo que me voy a desmayar. - Me sincero cuando siento que todo a mi alrededor da vueltas. - Eso quiere decir que toda nuestra infancia fue una puta mentira ¿cierto?

- No puedo negártelo esta vez, tienes razón y estoy furioso con ellos por habernos hecho pasar por tanto por el simple hecho de no haber tenido las pelotas de ser buenos padres. - Luke está nervioso. Lo sé porque cuando está así se muerde el labio.

- Espera, espera. - Digo poniéndome de pie como si toda la información me cayera de golpe. - ¿Papá formó otra familia?

- Sí. - Dice asintiendo lentamente. - Por eso se fue. Vivió en Nueva York, incluso al día de hoy. Mamá me contó algo cuando estuvo aquí y cuando te dije que estaba visitando a la familia, en realidad volé a Nueva York a buscarlo y a buscar respuestas.

- Oh por dios, oh por dios. - Repito una y otra vez. - Eso quiere decir que...

- Sí. Tenemos hermanos. - Puedo notar su disgusto. - Mellizos.

- Esto tiene que ser una broma, Luke. - Digo tomando un trago de agua de un sorbo. - ¿Los conociste?

- No, me encontré con papá en un bar porque me le aparecí de golpe a la salida de su trabajo. - Dice riendo, supongo recordando la reacción de nuestro padre. - Me ha dicho que sus hijos han dejado Nueva York para vivir en Los Ángeles ya que no les interesa tener una carrera de contador como la suya, sino que se han dedicado a las artes.

- No me interesa. - Me encojo de hombros. Luke me mira frunciendo el ceño. - De verdad. Papá y mamá nos han mentido toda la vida ¿entiendes eso?

- Lo sé, hermanita. - Me pasa un brazo por el cuello. - Pero no tenemos que ser como ellos y seguir huyendo de lo que no queremos ver. Si tu quieres, sólo si tu quieres, voy a decirles que vengan los dos aquí y nos den explicaciones a ambos.

Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora