Cuarenta y tres.

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Al día siguiente, las clases se me pasan lentas y pesadas. Lo único que quiero es salir de ahí e irme a casa de Luke. Por más que esté llena de miedos y preguntas, necesito ver a mis padres a la cara. Necesito escuchar todo lo sucedido con sus palabras, con el que siempre será mi único hermano y mi mejor amigo.

Para cuando llego a casa de Luke, las piernas me tiemblan y estoy sudando frío. Recibo un mensaje de Emir diciéndome cuanto me ama y que sabe lo fuerte que soy, que está orgulloso de mí y que le avise apenas todo termine. Sonrío y suspiro. Mi hermano abre la puerta, seguido de la "pequeña" y hermosa Petunia que me recibe a los lenguetazos y pedidos de caricias. Me pongo en cuclillas para regalarle algunos mimos y cuando levanto la vista, veo a mis padres sonriéndome con nostalgia.

Mi madre luce espléndida; siempre ha sabido mostrarse como una mujer a la que nada la afecta, fina e intacta. Lleva su pelo negro azabache largo hasta los hombros, sus ojos miel llenos de angustia a pesar de que intenta ocultarlo y una sonrisa falsa. Un vestido azul y zapatos del mismo color.

Ver a mi padre allí, a pesar de no entender nada y de estar llena de bronca, me alivia y me alegra el alma. Su pelo oscuro, ahora luce algo canoso y sus ojos celestes siguen inspirándome seguridad y ternura. Lleva la barba apenas crecida y viste una camisa celeste de jean, pantalones de vestir negros y mocasines. A lo largo de mi infancia lo he perdido de tantas formas que no puedo evitar sentir ganas de correr a abrazarlo. Cuando Luke me da unas palmaditas en la espalda, devolviéndome a la realidad, recuerdo porque estamos aquí y me contengo.

Saludo a mis padres fríamente, mientras me hacen las clásicas preguntas acerca de como me está yendo en la universidad, sobre las fotos mías con Emir que vieron en las distintas redes sociales, sobre mis amigas y el casamiento de Miles. Me indigna que intenten hacer como si no estuviéramos aquí porque se pasaron la vida mintiendo. Estoy a punto de decir algo pero mi madre se adelanta.

- Sé que quisieron reunirnos a ambos porque hay cosas que no entienden. - Dice muy entera. - Sólo espero que esto no se transforme en un interrogatorio o algo así.

- ¡Eres increíble! - Exclamo mientras Luke suspira. - ¿Después de todo lo que nos han hecho pasar vienes a decir que no tenemos derecho a hacerles todas las preguntas que quisiéramos? Vamos, no seas tan desalmada.

- Tranquila, Eli. - Dice Luke abrazándome por el cuello, mirando a mi madre con bronca. - Sabes que pedirle eso es exigirle mas de lo que puede.

- No entiendo porque tanta bronca. - Mi madre bebe un sorbo de agua como si nada estuviera pasando. - Tan mal no les ha ido en la vida después de como los eduqué.

- Toda nuestra infancia ha sido una confusión eterna por la culpa de los dos. - Digo tratando de conservar la calma. - No hemos comenzado a vivir realmente hasta que decidimos mudarnos a Florida.

- Hasta que decidieron abandonarme. - Me corrige ella.

Estoy a punto de levantarme e irme cuando por fin mi padre decide hablar.

- Chicos, escuchen, sé que ambos fallamos como padres. - Admite y nuestra madre lo asesina con la mirada. - No hay manuales acerca de como ser un buen padre y creo que si lo hubiera, nosotros somos exactamente lo opuesto. Sé que no es normal para un niño que primero le digan que su padre se fue a un viaje de negocios y que de repente no vuelva más. Lo lamento tanto, en serio.

- Toda la parte en la que nos confundieron durante años sin saber que era realmente de ti, la sabemos. - Lo interrumpe Luke. - Ahora por favor, pasemos a la parte en la que decides irte con tu nueva familia, abandonando a tus hijos pequeños y a tu esposa.

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