Capítulo 16: come close

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ANNA POV

- Bien, ¿qué quieres hacer? - le pregunté directamente. Íbamos a estar unas cuatro horas ahí encerrados SOLOS y sería muy incómodo estar cada uno por su lado.

- ¿Estás segura de querer saberlo?

- Pero chico...¿a ti qué te pasa? - lo miré asustada.

- Tranquila rubia, no te voy a violar, a no ser que tú quieras... pero si no me das tu consentimiento no voy a hacer nada.

- Entonces ya puedes esperar sentado.

- No estés tan segura - nos retábamos mutuamente con la mirada. Nos quedamos en silencio hasta que me cansé y decidí tumbarme en una cama y ponerme a leer. Vi con el rabillo del ojo como se encogía de hombros y se metía en el baño. Cinco minutos después escuché el agua de la ducha. 

Ensimismada como estaba en la lectura, no fui consciente de que Jake había acabado de ducharse hasta que abrió la puerta. Levanté la vista para preguntarle la hora y me quedé en blanco. Jake había salido en toalla, EN TOALLA JODER. Me quedé seguramente con la boca abierta mirándolo sin disimulo, pero juro que fue sin querer. Se empezó a reír y ahí fue cuando salí de mi estupefacción. La vergüenza empezó a invadirme y el color rojo se instaló en mi cara. Nerviosa e histérica, empecé a tirarle todo lo que tenía a mano: libretas, bolis, mi libro, una botella de agua... Él simplemente reía mientras lo esquivaba todo como podía sin que se le cayera la toalla (*multimedia*).

- ¡¿PERO QUÉ HACES?! ¡TE VAS A CONGELAR! ¡VÍSTETE IDIOTA, PONTE ALGO! ¡¿CÓMO SE TE OCURRE SALIR ASÍ?!

- Pero qué haces tú, deja de tirarme cosas o dejaré caer accidentalmente la toalla - me congelé. Jake empezó a reírse aún más fuerte, y más, y más.

- Tienes un problema.

- Teniendo en cuenta cómo me estabas mirando hace un momento no estoy muy seguro de que el problema lo tenga yo... - maldito, me había visto. Mi orgullo y dignidad estaba perdida por ahí, bien lejos. Se metió otra vez en el baño a vestirse.

- No sé de qué hablas - claro Anna, niégalo todo. 

Sí, ya, supongo que no... - dijo desde el otro lado de la puerta.

- Lo que tú digas, en fin, lo que iba a preguntarte, ¿qué hora es?

- Las cinco y media.

- ¿Aún? Vaya. ¿Crees que habrán llegado ya a las pistas? - pregunté intentando tener una conversación normal mientras él se vestía.

- Sí, supongo, por lo que me ha dicho antes Liam, las pistas estaban a una media hora de aquí yendo con un pequeño bus de enlace. 

- Ah... - no sabía qué más decir. Silencio. 

- ¿Vemos la televisión un rato? - me preguntó cuando por fin había acabado.

- Vale - nos sentamos en el sofá y Jake encendió la tele. Empezó a pasar canales como un loco. Finalmente, dejó puesta una película de Disney. No pude evitar reírme. 

- ¿Qué? - preguntó ofendido.

- Nada, nada...

- Bueno señora madura, me gustan algunas pelis de Disney y siempre las veo por mi hermana pequeña, así que no te rías - se cruzó de brazos enfurruñado.

- A mi me encantan, todas. 

- ¿Entonces de qué te ríes tonta?

- Es que no te imaginaba viendo alguna película así, y tonto tú, de qué vas...

- Calla calla, que ahora viene lo mejor - me interrumpió. Seguimos viendo la película y en algún momento cercano al final me quedé dormida.

Un molesto sonido me despertó.

- Rubita, te están llamando, ¿lo vas a coger o no? - abrí los ojos y vi que estaba tumbada encima de Jake. Me levanté de golpe y lo cogí.

- ¿Sí?

- Anna, soy Mina - su voz sonaba preocupada, incluso asustada.

- Mina, ¿qué pasa? - pregunté alarmada.

- El temporal ha empeorado y es imposible volver, ni siquiera nos dejan intentarlo. Tendremos que pasar la noche en el albergue de las pistas - no puede ser. El surrealismo de aquel fin de semana me llevaba a plantearme escribir un libro.

- ¿Estáis todos bien?

- Sí, sí, tranquila, sólo ha empezado una ventisca justo cuando estábamos recogiendo y no dejan salir a nadie.

- No hagáis nada estúpido, si lo seguro es que os quedéis...

- ¿Estaréis bien tú y Jake?

- Claro, nos las arreglaremos. 

- Vale, pues en cuanto nos dejen salir te aviso, aunque ya han dicho que probablemente será mañana por la mañana.

- De acuerdo, tened cuidado.

- Lo mismo digo - y colgamos.

Le expliqué la situación a Jake y arrugó el ceño. Miré la hora y vi que ya eran las ocho y media. 

- Vaya, sí que he dormido.

- Eres como una morsa, todo el día durmiendo.

- Querrás decir marmota. 

- Lo que sea - empecé a reírme. Era tan tonto que resultaba gracioso, algo extraño ya que la gente estúpida solía exasperarme.

- ¿Qué quieres cenar? 

- Oh sí, ¡tengo hambre! Espera, ¿vas a cocinar tú? - me miró con miedo.

- Perdona, que no cocino tan mal - dije ofendida. 

- Bueno, me fiaré de ti, no me queda otra... si tengo que cocinar yo morimos intoxicados o de hambre - me reí mientras iba hacia la cocinita de la cabaña. Miré la pequeña nevera que había y cogí algo de carne. Me dispuse a hacer un estofado de carne con arroz cuando Jake se acercó por detrás.

- ¿Puedo ayudar?

- Sí, claro. A ver, ahora cuando veas que está la sartén caliente hecha la carne y... - empecé a explicarle todo lo que tenía qué hacer, a ratos me miraba confuso - tranquilo, yo estoy aquí ayudándote - tragó saliva y asintió. Poco a poco hicimos la cena. Nos sentamos en la encimera de la cocina y cenamos hablando y bromeando.

- Vaya pues no está malo - dijo Jake sorprendido.

- La duda ofende chico... - mientras dije aquello me estremecí. Fuera se escuchaba el fuerte temporal que sacudía las ventanas y la puerta. Estaba bastante inquieta. Jake me acariciaba el brazo tranquilizándome. En verdad agradecía que se hubiera quedado conmigo.

Rato después, cuando ya hubimos limpiado la cocina, nos tumbamos de nuevo en el sofá a ver otra película pero aquella vez coloqué la cabeza en su pecho voluntaria y conscientemente. Al principio se tensó pero luego me pasó el brazo por encima y siguió acariciando mi brazo. Entendió que estaba preocupada y lo necesitaba. Como era de esperar, me quedé dormida. 

Estaba teniendo un sueño muy raro. Jake me estaba llevando en brazos a la cama. Cuando me dejó ahí lo cogí del brazo para que se quedara conmigo. Bueno, era un sueño, podía hacer lo que quisiera, él nunca se enteraría. Se rió por lo bajo y se tumbó a mi lado. Yo le daba la espalda y él me abrazaba por detrás. Lo último que noté fue un beso en mi pelo. Sentí el sueño muy real pero a la vez era impensable que eso pudiera estar sucediendo de verdad. 

Better than revengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora