ANNA POV
- Bueno, ¿vas a empezar ya? - no quería ser brusca, pero llevaba diez minutos viendo a Jake abriendo la boca con intención de decir algo pero siempre acababa cerrándola.
- Joder rubia, no es fácil... A ver, voy eh. Cuando te vi por primera vez en secretaria me comporté como un capullo... porque lo era. Se me metió en la cabeza conseguirte por el simple hecho de que eras diferente y tenía que demostrar que todas eran mi tipo. No me hacías caso y eso provocó a Max. Era idiota Anna, acepté la maldita apuesta pero no hacía ni una semana que te conocía, o reconocía, como quieras decirlo, no tenía ni idea de que acabaría enamorándome de ti.
>> Me ignorabas, me contestabas mal y de alguna manera aquello me atrajo. Iba detrás de ti como no lo había hecho nunca por nadie y ni siquiera me importaba. El baile... lo estropeé todo, lo sé. Estaba ilusionado por el hecho de ir contigo pero conseguí cagarla, como siempre. No sabes lo mal que lo pasé cuando no me conestabas. ¿Por qué tenía que sentirme mal por haberte ofendido o haberte hecho daño? Nunca me había pasado con ninguna otra chica. Le di muchas vueltas al tema y, sin ninguna conclusión clara, simplemente decidí no volver a hacerlo. Nada volvió a ser lo mismo. Disfrutaba estando contigo, haciéndote enfadar, riéndome contigo y de ti. Me fascinabas rubita, muchísimo, aún lo haces.
>> Entonces llegó el fin de semana en la nieve. Necesitaba cuidar de ti. Te veía tan indefensa, tan asustada y preocupada... Cuando te llevé a la cama y me cogiste del brazo para que no te dejara sola, no puedo explicarte como me sentí. Nunca había dormido tan bien. Y a partir de entonces todo iba a peor. No importaba cuando negara que me gustabas, se me olvidaba cuando te veía.
>> Nuestro primer beso, ¿te acuerdas? Me he dado muchos, con demasiadas chicas, pero nunca había sentido algo parecido. Nuestra primera cita, estaba nervioso de una manera exagerada pero jamás igualará a nuestra primera vez. No te lo dije pero, ojalá la mía hubiera sido contigo.
>> El tiempo a tu lado transcurría sin que yo fuera consciente de ello. Estaba yéndote a buscar y de pronto ya te tenía que acompañar de vuelta. Realmente creí que me había vuelto loco.
>> El baile lo definiría como el peor día de mi vida. Se me escaparon las cosas de las manos. Había anulado la apuesta con Max pero pareció no ser suficiente. Su orgullo se resquebrajó porque yo tuve la suerte de quedarme contigo. No lo llevó muy bien y ahí fue cuando ayudó a Angie. Me dejaste hecho polvo Anna, nunca me habías mirado con esa cara de decepción y dolor. Le solté a esa zorra todo lo que debía haberle dicho tiempo atrás y le metí un puñetazo a Max, pero eso no hizo que me sintiera mejor. Intenté ponerme en contacto contigo, saber cómo estabas, cualquier cosa. No supe nada de ti hasta que me dijeron que ya te habías ido. Hice mi vida como pude y tan mal no me ha ido, pero no he podido sacarme de la cabeza lo mal que acabó todo, separando incluso a nuestros amigos y rompiendo el grupo.
No sabía qué decir. Había escuchado atentamente todas y cada una de sus palabras. ¿Podía ser cierto?
- Jake, necesito tiempo para pensar e intentar entender todo esto, espero que lo entiendas, han pasado cuatro años - intenté ser comprensiva pero eso no quitaba que necesitaba espacio.
- No hay problema, lo comprendo. Voy a hacer algo de cenar y desconectamos un poco, ¿sí? - asentí de acuerdo, eso era justo lo que necesitaba. Para mi sorpresa, hizo ensalada y pollo a la plancha. Lo miré alzando una ceja.
- ¿Qué? Vivo solo y he tenido que aprender a cocinar siguiendo la dieta de los nutricionistas del club - se encogió de hombros. Sonreí. Comimos tranquilamente haciendo alguna que otra broma. Seguía existiendo aquella complicidad que nos caracterizaba. Había echado de menos sentirme parte de algo.
- Bueno Jake, creo que es hora de irme a mi casa, mañana trabajo - me disculpé.
- Ah sí claro, déjame que coja las llaves y te llevo.
- No, no, tardarás tres horas en llevarme y otras tres en volver, ya no es acompañarme un cuarto de hora como antes. Además, llegarás aquí muy tarde y mañana no rendirás en el entrenamiento y tu entrenador me odiará - hice broma.
- No me importa, vamos - insistió.
- Necesito pensar Jake, no te he visto en cuatro años, quiero espacio y reflexionar, pediré un taxi, tranquilo.
- Ah, vale, entiendo - se resignó. Me acompañó hasta la puerta de abajo - bueno rubita, espero volver a verte pronto - dijo aunque sonó más como una pregunta. Le sonreí.
- Claro - sin previo aviso me dio un beso en la mejilla. Me supo a poco después de todo lo que habíamos pasado pero no dije nada, era yo la que estaba confundida y necesitaba pensar. Me había dolido lo ocurrido hace cuatro años pero todo estaba explicado, ahora sólo quedaba creérmelo o no, y confiar en el de nuevo...o no.
Jake cerró la puerta y subió a su casa. Como era una zona céntrica y no era muy tarde, estaba bastante transitada. Pasaron numerosos taxis pero todos ocupados. Anduve un poco esperando un milagro. Desde luego ocurrió, empezó a llover, nótese la ironía. Bufé y me puse bajo un balcón para no empaparme, aún tenía la ropa del trabajo y los tacones. Genial, hoy me mataré a este paso. De pronto, un taxi disponible se iluminó como si de un ángel se tratara. Me acerqué deprisa y justo iba a abrir la puerta cuando choqué con alguien. Lo miré malhumorada ya que sólo quería llegar a mi casa para descansar un poco y encima tenía tres horas de camino, no iba a dejar que me quitaran el taxi. Pero cualquier intención o predisposición se borró automáticamente de mi cabeza cuando lo vi. Moreno, barbita de tres días, ojos azules, unos veintiocho años, traje...
- Disculpe señorita, no la había visto - se excusó. Sonrió. Madre mía. Jake seguro que se pondría celoso. Anna, ¿quieres dejar de pensar en él teniendo semejante monumento delante? Y contesta joder, que creerá que eres muda o retrasada.
- N-no pa-pasa nada-da.. - tartamudeé. Me aclaré la voz - no hay problema.
- ¿Dónde tienes que ir? - me preguntó.
- Chelsea... - puso cara de asombro - no preguntes que hago tan lejos de ahí sin coche, sin paraguas y sola. Se rió.
- Tranquila, no iba a preguntar. Me he sorprendido porque yo justamente tengo que ir ahí también - puse cara de desconfianza, demasiada casualidad - podemos coger el mismo taxi si quieres...
- Em, vale, sí, por qué no - me sabía mal decirle que se quitara de mi camino pero tampoco iba a quedarme yo ahí tirada, a saber cuánto tardaría en volver a pasar un taxi libre.
Subimos al vehículo y le indicamos nuestras direcciones, casualmente su destino quedaba bastante cerca del mío. Al principio estuvimos en silencio, ni incómodo ni cómodo, simplemente indiferente. Si fuera Jake ya estaríamos haciendo el idiota. Me saca mi parte más infantil y me hace reír... Anna, ¿en qué habíamos quedado? Vale, vale...
- ¿Cuántos años tienes? - su pregunta me sacó de mis cavilaciones.
- Veintidós, ¿y tú?
- Veintiocho - bingo, soy la mejor. El camino a casa fue bastante ameno y silencioso, sólo interrumpido por alguna que otra pregunta suya. La primera parada fue en mi casa - pagaré yo tranquila, lo hubiera pagado igual.
- ¿Por qué nadie me deja pagar nada? ¿Tengo cara de pobre? - no era una damisela en apuros, me consideraba bastante independiente después de vivir en esa ciudad sola durante cuatro años.
- Eh tranquila, no he dicho eso, pero para qué vas a pagar tú... Además, me sirve haberte conocido - me sonrojé ante su comentario. Le dejé pagar sólo por no hablar más sobre el tema. Me despedí con la mano tanto de él como del conductor y me bajé. Subí a mi casa y la realidad me golpeó como si de una bola de demolición se tratase. Me había dejado en el taxi el teléfono móvil. Empecé a buscar y rebuscar en el bolso con la esperanza de haberlo guardado sin haberme dado cuenta. No estaba.
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Better than revenge
Teen Fiction"- Jake, es que es muy difícil esconder mis sentimientos... - dije con voz pastelosa acercándome aún más a él. Noté por el rabillo del ojo que todos nos miraban. Cuando estaba a pocos centímetros de su boca paré en seco y cambié la cara y el tono...