Capítulo 50: good news

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ANNA POV 

- Eh, rubita, abre los ojos va, todo está bien - notaba una presión en mi mano derecha y la voz de Jake me permitía aferrarme a la consciencia. Noté como levantaba ambas manos y apoyaba lo que supuse que era su frente en el dorso de la mía. 

- Ja-Jake - dije con dificultad intentando abrir los ojos. Justo dije eso y me levantó abrazándome. 

- Señor, por favor, acaba de despertar. Vamos a hacerle algunas pruebas para comprobar que se encuentra bien - la enfermera intentó que se separara pero no hizo mucho caso. Ella, rindiéndose, se fue a buscar todo el material necesario para hacerme la revisión. 

- ¿Qué ha pasado? - le pregunté desconcertada y mareada. 

- Te has desmayado cuando el médico nos ha dicho los resultados - entonces lo recordé todo y empecé a llorar.

- ¿Cómo has podido? - frase muy dramática. 

- Escúchame, te quedaste a la mitad, no es lo que parece - otra frase muy típica.

- Explícamelo - empecé a ver en él a un padre primerizo. La visión no me desagradaría si no fuera porque ese hijo no era mío. 

- El médico ha explicado que coinciden algunas muestras de adn, pero sólo el 25% - vió mi cara de "no entiendo nada" - Se supone que un hijo hereda un 50% de adn del padre y un 50% de la madre.

- ¿Cómo? - pregunté rozando la histeria. Era un gran alivio pero sentía que la situación se complicaba. 

- Anna - dijo seriamente (*multimedia*) - no soy su padre, soy su tío.

- ¿Adam? - pregunté incrédula. 

- Sí, Angie lo ha confirmado hace un rato cuando se han hecho públicos los resultados. Textualmente ha dicho "se supone que son hermanos, ¿no tendría que salir el mismo adn?". No se puede ser más tonta - sonrió intentando no reírse de la situación. 

- Creo que lo de esta chica roza ya la obsesión... - comenté un poco asustada. No podía creer todo lo que había hecho por ¿Jake? ¿atención? No tenía ni idea, pero fuera por lo que fuera era injustificable y de loca. 

Nos quedamos un rato más mientras me tomaban la tensión y me hacían algunas preguntas sobre mi salud. Después de asegurarnos que sólo había sido el susto, nos fuimos. A la salida se abalanzaron sobre nosotros muchísimos periodistas con preguntas como "¿Estáis contentos con los resultados?" o "¿Tenéis pensado poner alguna denuncia?". Sonreímos incapaces de esconder nuestra alegría, pero no respondimos a la cuestión sobre las represalias que tomaríamos, ni siquiera lo habíamos pensado. 

Una vez en la tranquilidad del coche dijimos algo del tema. 

- ¿Has hablado con tu hermano? - le pregunté con cautela. 

- No, ni tengo intención - respondió testarudo apretando el volante. 

- Jake... piensa en el bebé, tiene una madre desequilibrada y un padre que no sabemos si estará presente en su vida. Ya no puedes desentenderte más de la criatura, es tu sobrino - mi instinto maternal no me permetía ignorarlo. 

- Anna, ya lo pensaré, de hecho tengo que pensar en muchas cosas. Tengo que hablar con mis padres y todo, antes no he podido hacerlo porque no quería separarme de ti. ¿Cómo se te ocurre desmayarte? 

- Claro Jake, como he decidido apagarme yo sola - contesté irónicamente.

- Joder, entiéndeme, no sabes lo que he sentido y todo lo que me ha pasado por la cabeza cuando he visto que te desvanecías. Te he cogido antes de que tu cabeza diera contra el suelo, pero me he asustado muchísimo - la preocupación aún crispaba las facciones de su cara. Puse mi mano encima de la suya en la palanca de cambios del coche y le sonreí cuando me miró intentando que se tranquilizara. 

Llegamos a su casa casi a media noche, la excursión al hospital se había alargado más de lo previsto. 

- ¿Qué quieres de cenar? Hay poca cosa pero nos apañaremos. Mañana por la mañana vamos a comprar.

- No me...

- No digas que "no te apetece nada" - odiaba que ni siquiera me dejara terminar mis frases - El médico me ha dicho que tienes que comer algo para asentar el estómago. Por favor, no quiero que te vuelvas a desmayar - me miró suplicante.

- Vaya, te estás volviendo un calzonazos eh - bromeé - Vamos, te ayudo a hacer algo - y nos pusimos manos a la obra en la cocina. Cenamos subidos en la encimera mientras hablábamos bromeando de todo en general, aliviados de habernos quitado de encima el problema. Cuando acabamos nos sentamos en el sofá a ver la televisión.

- Qué día más largo - Jake estiró sus músculos ocupando mi espacio personal.

- Oye, no invadas mi intimidad, aparta - y lo empujé bromeando.

- Vale, vale, luego cuando tengas frío y quieras una manta te vas a levantar tú a buscarla... - sabía mi punto débil.

- No, por favor, no me obligues a levantarme... Con lo bien que se está aquí... - me acurruqué a su lado poniéndole ojitos. 

- Te juro que algún día dejará de tener efecto esa carita - dijo indignado.

- Espero que no, hasta el momento me ha funcionado muy bien. Hablando de caritas, ¿me traes una manta? Es que se me están congelando los piesecitos... - vi como suspiraba y se levantaba. Esperé cambiando de canal buscando algo interesante que ver. De golpe apareció Jake del pasillo sin la manta - ¿dónde está la...?

- Anna - y me cogió de la mano levantándome a la vez que él apoyaba una rodilla en el suelo. Sí hombre, vamos, no me jodas - han pasado miles de cosas desde que te he conocido y, aunque me arrepienta de algunas, no las cambiaría porque a lo mejor ahora no estaríamos así. Tenía pensado esperarme y preparar algo mejor que pedírtelo aquí pero después del día de hoy no podía guardármelo más - no llores Anna, por Dios, no seas ridícula. Hice caso omiso a mi voz interior - Sé que no he sido una pareja ejemplar, que he hecho más cosas mal que bien, que te mereces a alguien muchísimo mejor que yo pero soy egoísta y quiero atarte a mi para siempre. Después de todas las barreras que nos hemos encontrado, de las veces que lo he estropeado todo, pero como hemos vuelto siempre al mismo lugar, he pensado que quizá es porque pertenecemos aquí, uno al lado del otro. Te quiero como nunca he sabido ni he podido querer a nadie, y por eso, rubita - sonrió como sólo él sabía hacer - ¿quieres casarte conmigo? - abrió una pequeña caja que tenía en la mano y que no había visto. El anillo era precioso.

La palabra luchaba por salir. Quería gritar como una loca un tremendo 'sí' pero temía abrir la boca y empezar a sollozar. En ese momento tenía toda la cara empapada en lágrimas. No podía creer que me hubiera pedido matrimonio. De repente y sin previo aviso, empecé a asentir como una demente y me tiré encima suyo.

- Sí, claro que quiero - en vez de un sollozo, fue una carcajada lo que emití. Jake rió conmigo y me alejó para darme un beso. Me colocó el anillo y oficialmente nos convertimos en prometidos.

Better than revengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora