Capítulo 56: honeymoon

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ANNA POV

Llevábamos un par de semanas viajando y navegando, y los últimos días habían consistido en deshacer todo el camino hecho y volver a casa. Jake insistía en coger una habitación de hotel en cada sitio que parábamos pero yo siempre me negaba, aquel yate era perfecto (*multimedia*).

- Echaré de menos estar todo el día estirada sin hacer nada comiendo helado de yogur - me quejé cuando estábamos tumbados en una hamaca.

- Yo también... Dos semanas así de bien contigo y ahora tengo que volver con los sudorosos de mi equipo, ay... - dramatizó. Solté una pequeña risa contra su pecho por lo que dijo en referencia a sus compañeros.

- Tú también eres un sudoroso eh, te lo recuerdo.

- Eso es mentira, ni sudo, ni me despeino ni nada - levantó la cabeza orgulloso mientras seguía acariciándome el pelo - Además, no me pondré moreno si te tumbas encima de mi. Rubia tenías que ser...

- Oye, pero si estás negro... ¡La que sigue blanca soy yo! - me quejé. La vida no era justa.

- No es verdad, has pasado de blanco nuclear a... rosa - y empezó a reírse de mi.

- Mantén un ojo abierto mientras duermas - lo amenacé.

Siguió riéndose de mi un rato más hasta que me aparté y me metí en el bar de la cabaña y me preparé un Sex on the beach, usando vodka, licor de melocotón, zumo de naranja y de arándanos, y mucho, mucho hielo.

- Podrías prepararme a mi uno también - me susurró en la oreja Jake. No me lo esperaba tan cerca así que me asusté y le tiré todo el cóctel en la cara. Entonces empecé a reírme cuando vi su cara - No sé qué le encuentras de gracioso a esto - protestó.

- Eres como un pececillo así de mojado - en ese mismo instante me cogió en brazos y me tiró a la piscina. Salí a la superficie y le lancé una mirada asesina.

- ¿Quién es el pececillo ahora? - y puso una sonrisa socarrona. Sin duda iba a matarlo.

Estábamos en la cocina preparando la cena. Jake, después de haberse pasado toda la tarde ejerciendo de capitán pescanova (como yo lo llamaba), tenía un hambre voraz.

- Como vuelvas a coger otra patata frita sin que se haya terminado lo demás, te quedas sin mano - se había comido medio plato con la tontería y yo me iba a quedar sin, cosa que no pensaba permitir.

- Pero tengo hambre... - puso un pucherito. Le saqué el dedo corazón indicándole que conmigo eso no funcionaba y maldijo en voz baja.

Cinco minutos después estaba toda la cena lista y nos sentamos a comer. Estaba comiendo patatas fritas como si me fuera la vida en ello por culpa de Jake que no quería dejarme ninguna, y de pronto me entraron unas fuertes arcadas.

- Jake... tengo... que... - y salí corriendo al baño. Cuando entré, subí la tapa, apoyé mis manos en la taza y empecé a vomitar toda la cena. Genial. Me entraban más y más arcadas, no podía parar. Noté como Jake me recogía el pelo mientras vomitaba - Gracias - le dije cuando conseguí calmarme. Me quedé en el suelo por cinco minutos con los ojos llorosos y un sabor agrio en la boca esperando, pero no pasó nada. Me levanté y me lavé los dientes.

- ¿Qué ha sido eso? - me preguntó preocupado.

- O estoy muy mareada por el barco o comer tanto y tan rápido me ha jodido viva - dije apoyando la cabeza contra la pared del baño, estaba muy fría. Cerré los ojos y Jake se quedó en silencio. Finalmente, decidió cogerme en brazos y llevarme al sofá.

- Túmbate aquí, respira y ponte mejor, ¿vale? - me ordenó.

- Seguro que quieres comerte todas las patatas que quedan - lo acusé en broma. Sonrió un poco y se fue a la cocina. Yo cerré los ojos.

Al cabo de un rato, lo escuché volver. Abrí los ojos y vi que llevaba una taza.

- Toma, es manzanilla. Dicen que es lo que mejor va después de vomitar.

- Vaya, muchas gracias Doctor Reeds - intentaba quitarle importancia al asunto. La luna de miel había ido muy bien, no iba a estropearlo por haber actuado como una niña pequeña.

Me incorporé en el sofá y él se sentó a mi lado. Me bebí la manzanilla poco a poco ya que estaba quemando y encima hacía mucha calor. Jake encenció la televisión y empezó a cambiar de canal constantemente, como siempre hacían hasta que encontró que estaban dando la película 'El retrato de Dorian Gray' y paró. Cuando terminé el contenido de mi taza, la dejé en la pequeña mesita situada enfrente del sofá y me tumbé poniendo mi cabeza encima de las piernas de mi acompañante.

- Qué manera de acabar el viaje eh - comenté con los ojos cerrados. Sus dedos acariciaban mi pelo y temía quedarme dormida, al día siguiente llegaríamos a casa y no quería perder ni un sólo minuto.

- Y tanto, pensaba que no tendría nada divertido que contar, ya verás qué risas nos echaremos todos los del grupo. Les diré que te has puesto de color verde - noté por el temblor de su cuerpo que se estaba riendo. Intenté no hacer lo mismo.

- ¡Pero es mentira! - protesté.

- Pero ellos no lo saben - respondió orgulloso.

La hora y media siguiente la pasamos viendo la peli y, la verdad, me gustó bastante.

- Oye rubita, ¿vamos a conducir el barquito este? - me preguntó emocionado. Había descubierto que un hobby suyo era navegar. Al parecer, cuando empezó a jugar al fútbol profesionalmente y se pudo permitir el lujo, le cogió el gusto a viajar por el agua. Yo, personalmente, tenía vértigo y me mareaba bastante en cualquier sitio pero aceptaría vivir toda la vida en un barco si él me lo pidiera sólo por la cara de ilusión que ponía.

- Venga, vamos - le contesté más animada. El estómago se me había asentado perfectamente gracias a la manzanilla y al pequeño descanso.

Llevamos nuestro pequeño paraíso hacia Reino Unido. Amaneció y fue algo mágico. Quedaban pocas horas para llegar.

- Jake, tengo un dilema.

- ¿Qué pasa? - me preguntó curioso.

- No sé qué hacer con mi trabajo. Adoro 'The sun'. Es un gran periódico y me brindó una gran oportunidad dejándome trabajar ahí nada más acabar la carrera. Los demás trabajadores son buenas personas, siempre me han ayudado en todo, y mi jefe tiene una fe ciega en mi. Pero... - callé.

- ¿Pero qué? - me animó a hablar.

- Ahora que vivimos juntos, tengo tres horas de camino. Al menos tengo coche y no dependo de nadie, pero igualmente es un largo trayecto. Sólo puedo aguantar unos pocos meses así. Me siento fatal por todo, es como si les estuviera fallando, hace apenas un año que estoy ahí.

- Entiendo... Hubiera dejado mi equipo y hubiera ido yo a vivir contigo a Londres si no tuviera un contrato que mantener con el Liverpool FC. ¿Un trayecto de hora y media podrías soportarlo?

- Sí, es mucho menos, no me costaría tanto, creo - dije insegura.

- ¿Nos mudamos? A un sitio neutral. Hora y media del trabajo de ambos - me ofreció.

- Desde luego, no hay nada como tener dinero... Qué suerte tienes - bromeé - Si a ti no te importa, por mi vale - sonreí. Me encantaba poder hablar las cosas con él porque si yo no podía encontrar solución alguna, Jake siempre lo conseguía.

- Pues trato hecho, en cuanto lleguemos, nos ponemos a mirar pisos... o casas - sugirió.

- Bueno, pero contrólate, me niego a que tú lo pagues todo como siempre - le advertí.

- Nunca me dejas ser un caballero... - y los dos sonreímos con nuestra histórica broma.

Better than revengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora