Capítulo 43: lovely neighbor

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ZACK POV 

Estaba volviendo a casa después del trabajo. Anna nos había explicado como había acabado el plan y estaba muy contenta. Yo también lo estaba por ella. Aún desconfiaba del egocéntrico futbolista, no quería que hiciera daño a una de mis únicas amigas, pero parecía quererla de verdad a pesar de ser un idiota. Subí hasta mi piso. ¿Y si ahora que Anna ha conseguido lo que quería no me ayuda? Zack, es tu amiga, claro que te va a ayudar. Sí, cierto, Dios mío me sudan las manos cada vez que paso por delante de su puerta. Me la quedé mirando y de golpe se abrió. Mi cara debió ser un poema (*multimedia*).

- Hey, hola - exclamé nervioso y pillado in fraganti. Ella me miró con sus ojos marrones, pero de una manera diferente a la que solía hacerlo. Se colocó bien el pelo castaño que caía por sus hombros y me sonrió. ME SONRIÓ, MALDITA SEA.

- Hola Zack - y además se sabía mi nombre. Una sonrisa comparable con la del gato de Alicia en el País de las Maravillas se extendió por mi cara - te veo muy feliz... ¿vienes de quedar con tu novia? - su sonrisa de pronto de tornó falsa. No le gustaba Anna, eso era obvio. La cosa era: ¿por qué?

- No, vengo del trabajo. ¿Dónde vas ahora? - si ella tenía derecho a preguntar, yo también.

- Voy a comprar un par de cosas... - parecía que interiormente se debatía entre preguntar algo o no.

- ¿Puedo acompañarte? Tengo que comprar... tomates - dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

- Tomates... - y soltó una pequeña risita. Zack, cierra la boca y cierra el grifo de baba. Perdón - claro, vamos - me hizo un gesto con la mano para que la siguiera. No pudiendo aguantar la euforia que sentía, empecé a bailar en silencio como un idiota aprovechando que ella estaba de espaldas. Entonces, se giró y me vió.

- Yo... es que, el jersey es nuevo y claro, ya sabes lo que pasa con la lana, pica y esas cosas... - definitivamente, era gilipollas. Nunca volvería a hablarme. Ella soltó una carcajada sorprendiéndome.

- Siempre has sido muy divertido, debería haber empezado a hablar contigo antes... - eso último lo susurró. Yo sólo sentía cohetes en mi estómago, dándome más ganas de bailar y saltar y gritar y de todo.

- Nunca es tarde para empezar algo - y le guiñé el ojo. Tío... eres patético. Gracias. Ella rió más. 

- Anda vamos o nos cerraran el súpermercado - me cogió del brazo y me arrastró a la calle.

Cuando se dió cuenta de que aún me tenía cogido me soltó - yo... lo siento, no quiero que tu novia nos vea o algo y se enfade contigo... - que insistencia con mi "novia". ¿Qué le digo? Si le digo que no es mi novia quizá jodo todo el plan, y si le digo que sí lo es a lo mejor no quiere saber nada porque ya estoy ocupado. Mierda Zack, piensa...

- ¿Qué novia? - bravo, eres tonto. Oye, basta ya, así me doy tiempo para pensar algo.

- La rubita del otro día. Se os veía muy bien juntos... 

- Siempre nos dicen lo mismo pero...

- ¿Pero? - preguntó interrumpiéndome.

- No estamos juntos - ella sonrió ampliamente. De golpe se le borró la sonrisa y me miró con desconfianza. 

- Entonces, ¿por qué ella dijo por el teléfono móvil que estaba con su novio, o sea contigo? - intenté recordar en qué momento fue eso.

- ¡Ah, sí! Era Jake, su ex novio. Soy la tapadera de la rubita para ponerlo celoso. Ahora han vuelto y están juntos - tuve la necesidad de aclararle eso último para que se creyera de verdad que no teníamos nada. 

- ¿Y a ti no te gusta? - llegamos al supermercado. 

- ¡No! - espeté.

- ¿Por qué lo dices así? No es fea - me miró extrañada.

- Porque es una buena amiga y además trabajo con ella, nunca se me pasaría por la cabeza pensar en ella de esa manera, igual que ella jamás me vería con otros ojos. Por cierto, ¿me estás interrogando? - intenté inútilmente aguantarme la risa cuando ella se sonrojó.

- No, para nada, ¿qué te hace pensar eso? 

- Pues que llevas diez minutos haciéndome preguntas en cada frase qué dices - me encogí de hombros intentando restarle importancia cuando vi que su sonrojo iba en aumento. No quería que lo pasara mal la pobre chica.

- Mira ahí están los tomates - y salió corriendo - coge un carro, por cierto - me dijo sin mirarme. 

- Vale - murmuré. Cogí un carro y me acerqué donde ella estaba. 

- Te he cogido seis tomates, ¿tendrás suficiente? - me preguntó.

- Sí, claro - estaría toda una semana comiendo tomates. Lloré internamente, ni siquiera me gustaban. 

Estuvimos alrededor de media hora paseándonos por los pasillos cogiendo todo lo que ella necesitaba. Fuimos a la caja a pagar. Cogí todas las bolsas y las llevé.

- No es necesario que las lleves todas, puedo parecer una debilucha pero con alguna puedo eh - dijo en broma. 

- Tranquila, yo solo puedo - y le sonreí. Una vez estuvimos en casa subimos en ascensor. Me empezaron a sudar las manos de los nervios otra vez. Llegamos a su puerta.

- ¿Quieres pasar? Podemos hacer algo de cenar y hablar - las piernas me temblaban. Asentí viendo imposible decir nada. 

Tal y como ella dijo, hicimos los dos una cena sencilla y nos sentamos a comer en el sofá donde hablamos durante horas de todos nuestros hobbies, nuestros trabajos, nuestros gustos, nuestras familias... Descubrí que era aún mejor de lo que pensaba. 

- Debo irme ya, mañana trabajo y tú también. Si quieres, podemos para cenar otra vez - le sonreí tímidamente, no estaba acostumbrado a pedir citas con lo vergonzoso que era.

- No lo dudes - me sonrió de vuelta. 

- Buenas noches Valerie - y le di un beso en la mejilla. 

- Llámame Val, buenas noches - y me dió un beso en la mejilla antes de cerrar la puerta. 

Better than revengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora