Capítulo 34: eyes on me

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ANNA POV

Estaba sentada en la grada del estadio, justo en la zona más cercana al campo. Me moría de la vergüenza de estar ahí sola, ojalá hubiera alguien ahí conmigo.

En cuanto salieron los equipos a entrenar, Jake me buscó por donde supuso que yo estaría y me sonrió tímidamente (*multimedia*), gesto que no paso desapercibido para nadie cercano a mi. Me sonrojé y empecé a mirar para otro lado disimulando, pero fue inútil. 

El partido empezó y el ambiente se revolucionó. Miles de gritos y caras de sufrimento hacían acto de presencia en el lugar. No podía evitar pasarlo mal cuando veía a Jake en el suelo a causa de una entrada. Su cara cambiaba, se le veía enfadado y temí que fuera a pegar a alguien. Anna, cálmate o te morirás aquí mismo de un ataque al corazón. Me relajé y hasta ese momento no me había dado cuenta de mi posición en tensión.

Fue entonces cuando ocurrió lo que desencadenaría un cambio radical en mi vida. Jake marcó el único gol del partido y automáticamente después me miró y me lo dedicó sonriendo. La grada estalló en euforia y prácticamente todos los presentes ahí se giraron a mirarme. Todo el mundo se preguntaba quién era yo y de dónde había salido, se les notaba a leguas en esas caras que nadie se molestó en ocultar o disimular. Me sonrojé furiosamente y la gente, lejos de apartar la vista educadamente, posaron toda su atención en mi, incluso las cámaras de televisión me enfocaron temporalmente. Recé internamente para que eso no repercutiera en un futuro próximo.

Finalmente, el Liverpool ganó el partido y los jugadores se fueron a los vestuarios. No estaba muy segura de qué tenía que hacer. Fui a la salida del campo, por donde salían los jugadores a esperarlo. No sabía porque estaba haciendo eso. 

- Disculpe señorita - me dijo un hombre mayor.

- Sí, dígame - le contesté.

- He visto, y creo que no he sido el único, que Jake Reeds la miraba e incluso le ha dedicado el único gol del partido.

- Em...no creo, quiero decir, había mucha gente y...

- Rubita, ¿no vamos? - Jake salió a mi encuentro. El señor me miró con cara de Sí, claro, lo que tú digas...

- ¿Tan rápido? O sea, madre mía, no has tardado nada...

- Ya, sólo he entrado a despedirme. Vamos a mi casa y me ducho allí - de pronto, se escuchó un grito femenino histérico - mierda, rubia date prisa - me cogió del brazo y me arrastró. Me despedí con la mano del hombre y me dejé llevar. Un grupo enorme de fans se nos echó encima. Siempre había pensado que Jake tenía mucho éxito con las mujeres y hacía bromas llamándolas fans, ahora era una ironía que de verdad las tuviera. También hombres lo vieron y se acercaron ávidos de conseguir un autógrafo o una fotografía. Me miró con disculpa y se paró un rato a firmar y fotografiarse. Cuando al fin fuimos medio libres, nos metimos en un coche impresionante. 

- ¿Es tuyo? - pregunté asombrada.

- Claro, no sé porque te sorprendes tanto - también tenía razón. Espera, Anna ¿qué estás haciendo? Él fue quien te humilló y jugó contigo años atrás, ten un poco de dignidad, no importa lo que sientas, que no lo vea. 

- No voy a ir. 

- Pero rubia, ¿qué dices ahora? - me preguntó confundido. No era bipolar, lo que pasa es que pensaba tarde las cosas... Era rubia, que nadie me pidiera mucho.

- ¿Por qué tendría que ir contigo? ¿No has hecho suficiente ya? 

- Yo... no tienes porqué venir conmigo, tienes razón. Sólo te pido una oportunidad para explicártelo todo. Esta tarde has dicho que te lo ibas a pensar...

- Y lo acabo de pensar ahora.

- Anna, por favor... - oh, oh, aguanta, no dejes que...

- Vale - mierda.

- Vamos a mi casa, me ducho, hago la cena y hablamos, ¿te parece bien? 

- Espera, ¿vas a hacer TÚ la cena? 

- Mmm, ¿debería sentirme ofendido?

- Mmm, deberíamos dejar de hablar con preguntas, ¿no crees?

- Sí - sonrió - te he echado de menos - ala, ala, alaaaaaaaaaaaaaaa, pero hombre, ¿qué dices?

- Y yo - ¿Anna? Maldita sea Anna, responde, vuelve, no te dejes engañar, no... Sonrió y dejé de escuchar la voz de mi cabeza. Sonreí inevitablemente. Había hecho el ridículo negándome a entrar para acabar yéndome con él, pero qué iba a hacer, era mi debilidad.

Condujo durante tres horas. Chelsea estaba justo en la otra punta de Liverpool y supuse que para su comodidad, tendría su piso cerca de donde iba a trabajar. Durante el trayecto, hablamos de temas banales, hicimos bromas, como solíamos hacer. Un fuerte sentimiento de nostalgia se me instaló en el pecho, y por la mirada que me dirigió, supuse que a él le pasó lo mismo. Me extrañó ya que fue él quien había hecho lo que había querido conmigo sin importarle nada, ni siquiera yo. Quizá al final se enamoró, como en las pelis. Tú misma lo has dicho, como en las pelis, eso sólo pasa ahí. Además, ahora que era famoso podía tener a quien quisiera, no se conformaría conmigo.

- Rubita, ¿estás bien? - me preguntó preocupado. No finjas que te preocupa como me siento.

- Sí, sólo estaba pensando.

- Eres rubia, tú no haces eso - siempre se metía conmigo por mi color de pelo. Me dolió que lo hiciera como antes.

- Cállate San Jacob - le seguí la corriente, no quería tomarme las cosas muy en serio. Había sido mi primer día de trabajo, estaba exhausta y no tenía ganas de pelear. Já, espérate a llegar a su casa. 

Al fin llegamos a su piso. Vivía en un ático cerca del campo del Liverpool, lo suficiente como para ir andando y sólo tardar unos veinte minutos. Subimos en ascensor y abrió la puerta. La dejó abierta para que yo pasara primero. Lo miré con la ceja levantada.

- No me hagas repetir el discurso del chico tradicional - sonrió recordándolo. Se me revolvió el estómago y se me pusieron los ojos llorosos. No comenté nada y simplemente pasé. La mandíbula se me desencajó cuando vi su "piso". Era enorme, demasiado bien decorado y estaba muy ordenado - la señora de la limpieza vino ayer - dijo tocándose el pelo nervioso. Siempre leyéndome la mente. 

- Bueno, dúchate ya, que huele - hice broma. Me sonrió y se fue. Poco después escuché el agua correr. Me senté en el bonito sofá color crema. Esperé mirándome los pies nerviosa. ¿Qué pasa si dice algo que me duele aún más? ¿Y si no es como yo pensaba y he perdido cuatro años de mi vida para estar con él? ¿Y si era peor de lo que creía? Oh Dios mío, no puedo esperar, necesito saberlo ya. Jake, apareció en toalla en el comedor. Tragué en seco.

- No te tenses tanto rubita, ni que fuera la primera vez que me ves así...

- Sí, ya, tú y tu manía de salir en toalla siempre que estoy cerca - bufé.

- ¡Qué egocéntrica rubia! Cuando no estás por aquí también salgo así - me pregunté si con otras hacía lo mismo. Rápidamente alejé esos pensamientos, sería comprensible, no lo había visto en cuatro años, y lo habían más que dejado. Él tenía una vida y podía hacer con ella lo que quisiera, igual que tendría que hacer ella. 

- Anda, vístete idiota - rodé los ojos. 

- ¿Estás segura de que quieres que lo haga? 

- Jake, no creo que estés en posición de decir eso después de todo, así que, si no te importa, me gustaría escuchar lo que sea que tengas que decir para poder irme a mi casa, mañana trabajo y tengo cosas que hacer - no entendía cómo podía hablarme así después de todo. 

- Lo siento, tienes razón. Ahora vuelvo - se metió en lo que supuse que era su habitación con la cara muy seria y cabizbajo. Anna, no te sientas mal. Cinco minutos después salió - bien, vamos a hablar. 

Better than revengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora