JAKE POV
Si hubiera sabido antes lo que era estar enamorado, habría hecho lo que hiciera falta para encontrar a la rubita lo antes posible. ¡Cuánto tiempo perdido!
Estábamos a mediados de abril. La rubia y yo hacía casi cuatro meses que estábamos juntos y, después de su cumpleaños, habíamos decidido que era el momento de que nuestros padres lo supieran ya que lo nuestro iba para largo. Ese mismo día tenía partido de fútbol así que quedamos en que pasaría a buscarla y se lo comunicaríamos a los suyos, y a la vuelta del partido iríamos a mi casa y se lo explicaríamos a los míos. Todo era perfecto, calculado, nada podía ir mal.
Rubita, salgo ya de casa, ¿estás lista? le envié un mensaje de whatsapp.
Sí, todo listo. La pobre se había emocionado como si fuera una película de espías, hasta me había hecho sincronizar los relojes...
Friki.
No te recibo, cambio y corto (capullo). Empecé a reír.
- Hijo, ¿con quién hablas que te ríes tanto? - preguntó mi madre. Decidí preparar el terreno para más tarde.
- ¿Con quién va a ser? Con Anna - dije simplemente. Ella sonrió con cara de "mmm yo sé lo que pasa aquí". Me hice el tonto para posponer el tema. Cogí la bolsa con el uniforme, las botas, lo necesario para ducharme después, la ropa limpia y me fui.
Estaba a una calle de la casa de la rubita y me mandó un mensaje: ¿dónde estás lento?
Me di prisa y piqué al timbre. Abrió rápidamente, seguramente muerta de los nervios. Siempre tan exagerada...
- Cuánta desesperación por verme...ya me tienes aquí rubia - dije bromeando.
- Deja de hacer el tonto y pasa antes de que me arrepienta de todo esto y salga corriendo. Al menos mi hermano se ha ido a casa de un amigo y no está por aquí soltando comentarios - me puso al día de la situación. Entré en su casa riendo.
- Cariño, ¿que era aquello tan importante que tenías que decirnos? - preguntó su madre cuando entró en el salón. Aún no me había visto. Me puse a la vista de todos y me fijé en que su padre estaba lipiando una escopeta. Tragué en seco y empecé a calcular a cuántos pasos tenía la puerta. La rubita, viendo mis intenciones, me cogió de la mano. Yo miré su gesto con los ojos abiertos a más no poder e, inmediatamente después, miré a su padre el cual estaba de pie cargando una jodida escopeta, UNA JODIDA ESCOPETA.
- Mamá, papá, Jake y yo estamos juntos - soltó en una sola bocanada de aire muy rápido. Su madre empezó a sonreír mientras que su padre se puso aún más serio si se podía - papá, por Dios, ¿qué haces con eso? - preguntó la enana inquieta.
- Nada, sólo limpio las armas por si algún día las tengo que usar - dijo mirándome. La sangre huyó de mi cara, de mi cuerpo, me quedé blanco como el papel. Y yo tenía que jugar un partido de fútbol después de eso.
- ¡Papá, basta! Sólo quería decíroslo, ya nos vamos que tiene partido - dijo cogiendo sus cosas.
- Vaya, ¿os vais sin que él haya dicho una sola palabra? - ironizó su padre.
- ¿Qué quieres que diga si lo acabas de amenazar y vas armado? - preguntó histérica la rubia.
- Anda, iros, yo hablaré con él - su madre era mi heroína. Nunca había estado tan asustado. Al fin salimos de su casa y pude respirar.
- Bueno, no ha ido tan mal... - murmuró mi acompañante.
- ¿Que no ha ido tan mal? ¡Casi me pega un tiro!
- No seas exagerado, sólo estaba limpiando la escopeta y...
- No importa, ya está, ya ha pasado. Después de esto, no habrá partido que se me resista.
2-1. Ganamos el partido sufriendo, aunque nunca tanto como yo en casa de la rubita. Fuimos todos a los vestuarios celebrando la victoria. En el camino Liam, Ian y yo nos quitamos las camisetas y nos paramos a hablar con nuestras respectivas parejas (*multimedia*).
- Qué, ¿cómo he estado? - le pregunté a mi rubia.
- Mmm, eres un cojo - negó con la cabeza. La cogí en brazos y me la subí al hombro - ¡Bájame, animal! Estás todo sudado, qué asco - la puse recta pero aún la sostenía en brazos. Liam e Ian ya se iban al vestuario.
- Va, dame un beso y me voy - me lo dio, la bajé al suelo y salí corriendo detrás de ellos. Justo en la puerta estaba Max - eh, ¿qué pasa? ¿No entras? - le pregunté confundido.
- Te estaba esperando.
- ¿A mi?
- Sí, es sobre la apuesta. Ya la has ganado, ¿no?
- Max, no he ganado nada, retiro la apuesta - no quería saber nada de aquello.
- ¿En serio vas a retirarte? Ya sé, aún no te la has tirado, ¿no? - preguntó con malícia.
- Eres un imbécil, ya te he dicho que la apuesta queda anulada - no esperé que me contestara y entré al vestuario. Lo escuché hablar fuera con alguien pero estando enfadado como estaba, no presté atención. Max se había vuelto un completo gilipollas. O quizá tú también eras así antes y ahora has cambiado, hacía mucho tiempo que no escuchaba la vocecita de mi cabeza hablar. Fuera lo que fuera, no me gustaba nada, ya no venía con nuestro grupo y se estaba juntando con lo peor del instituto. Como el entrenador se enterara del montón de drogas que consumía lo echaría del equipo.
Salí del vestuario duchado y vestido después de echarme mi colonia One Milion que tanto le gustaba a la rubia. Fuera estaba ella esperándome.
- ¿Preparado para la segunda ronda? - preguntó tímida. Ahora le tocaba a ella.
- Yo sí, ¿y tú?
- Claro.
Digamos que la presentación de la rubita a mis padres y a mi hermana como "pareja formal" no fue ninguna sorpresa y todos se mostraron felices con la idea., la que más la enana.
- Ahora eres mi nueva hermanita - dijo animada.
- No exactamente - la corrigió Anna - soy tu...cuñada - era raro oírla decir eso y encima a mi hermanita pequeña, pero me gustó.
- Te llamaré cuñi - y Em sonrió ampliamente.
Mis padres le ofrecieron a Anna a quedarse a cenar pero dijo que tenía que volver a casa a hablar con su padre que no se había tomado tan bien la notícia.
- Sí, lo comprendo, yo no sé qué haré cuando me pase esto con Emily- dijo mi padre. Decidí que en cuanto pudiera escondería cualquier arma que pudiera haber en casa. No quería que otro pobre chico lo pasara como yo.
Acompañé a la rubia a su casa y nos despedimos con un beso.
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Better than revenge
Teen Fiction"- Jake, es que es muy difícil esconder mis sentimientos... - dije con voz pastelosa acercándome aún más a él. Noté por el rabillo del ojo que todos nos miraban. Cuando estaba a pocos centímetros de su boca paré en seco y cambié la cara y el tono...