Capítulo 15: Consejos de un agente

181 26 13
                                    


Mi vida social podía ser un asco, pero lo cierto era que tenía buenos contactos, a pesar de todo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi vida social podía ser un asco, pero lo cierto era que tenía buenos contactos, a pesar de todo. Personas a las que alguna vez había ayudado, personas que decían deberme favores y estar dispuestas a ayudarme.

Así que encontrar el taller de Toretto, el mecánico que Josh aseguraba podía tener información sobre Tazmania, no fue algo tan difícil.

¿En serio? ¿Toretto? ¿Cómo el sujeto de las películas Rápidos y Furiosos? ¿Por qué no me sorprendía que alguien se moviese bajo ese alias?

Había pasado quince minutos caminando con Bastian por la plaza, hablando como hacía tiempo no lo hacíamos.

Una vez me despedí de él, había intentado conversar con Josh, había golpeado la puerta de su humilde hogar donde vivía sólo con su abuela, pero no había sido bien recibida.

Sabía que estaba en casa, al igual que sabía que me había escuchado tocar la puerta y llamarlo, pero él nunca había salido. Me había ignorado, sabía que estaba molesto y no podía culparlo. Había llegado a un acuerdo con los hombres de la A.S.I.O., no volvería a relacionarse con las peleas ilegales a cambio de quedar libre, y sabía que estaba molesto porque él vivía económicamente de lo que ganaba en las luchas. Me había enterado de que con el dinero allí ganado le compraba los medicamentos a su abuela. Así que no lo pensé dos veces cuando metí una generosa cantidad de dinero por debajo de su puerta.

Y ahora, veinte minutos después, me encontraba en uno de los tantos callejones de aquellos barrios.

Me detuve frente a una construcción de paredes despintadas y sucias, parecía estar abandonada y el candado junto a unas gruesas cadenas en la entrada no lo negaban.

Pero si algo había aprendido era que la imagen era importante. Así que la imagen de un lugar sucio y abandonado era el lugar perfecto para que un sujeto trabajara con piezas robadas. Sino pregúntenle al líder, nadie pensaría que en aquella bodega abandonada un hombre ofrecía clases de defensa personal y boxeo con el fin de que los muchachos aprendiesen a defenderse.

Golpeé dos veces la puerta de aquella vieja arquitectura, siendo consciente del candado que colgaba de ella, y esperé pacientemente.

Unos cinco minutos después, mi paciencia se había ido al diablo. El calor había comenzado a abrumarme, por lo que cuando la peluca comenzó a ser una molestia, la arranqué de un tirón y la guardé en mi mochila.

Peiné mi cabello con los dedos y volví a golpear la puerta, esta vez más fuerte, obteniendo nuevamente el silencio como resultado.

—Eres persistente, White. —giré para encontrarme con Keitan, sentado sobre unos contenedores a una esquina.

—Estaría mal no luchar por lo que se quiere —respondí acercándome.

—No hay nadie ahí, salió hacen cuarenta minutos —informó —¿Cómo saliste del apartamento?

Tazmania Donde viven las historias. Descúbrelo ahora