Miré mis temblorosas manos, también manchadas de lo que hubiese deseado fuese pintura roja y no sangre.
-Tienes que ayudarme. -repitió antes de quejarse nuevamente.
Di dos pasos atrás. Mis ojos parecían lámparas enormes, y mi boca estaba entreabierta en un intento de hablar, sin conseguirlo.
Estaba aterrada. Aterrada como nunca lo había estado. Y no sabía si era porque había encontrado a un chico herido a mitad del jardín del instituto, o era por el hecho de que el chico estaba vestido de negro completamente."Aléjate de los hombres de negro." -la maldita advertencia no paraba de resonar en mi cabeza una, y otra vez, impidiéndome pensar con claridad.
Ni siquiera fui consiente de que el chico, de un solo movimiento; demasiado rápido, demasiado invisible ante mis ojos, había hecho que yo cayera al suelo nuevamente.
¿A esto se referían cuando citaban aquella advertencia sin sentido? No. No podía ser eso. Muchas personas vestían prendas negras. Tal vez el chico amaba el color negro... Tal vez por eso estaba vestido completamente de ese color: zapatos, pantalón, camisa, y su chaqueta con capucha. Todo de un color tan oscuro. ¡Pero, por favor! Era sólo un adolescente, era incluso más joven que Antonio. Parecía tener uno o dos años más que yo. ¿Qué tan peligroso podía ser?
Me arrastré hasta estar a su lado y él me agarró del brazo.
-Tienes que ayudarme a salir de aquí. No puedes decirle a nadie. -dijo con la mirada más fría y calculadora que yo alguna vez hubiese visto.
-Necesitas ir a un hospital...
-No. Ni se te ocurra llamar la atención. -gruñó intentando levantarse. -Sácame de aquí sin que nadie nos vea.
Asentí con la cabeza, mas no me moví de donde estaba.
-¡Date prisa! Me están siguiendo. -su grito me sacó del pequeño estado de shock en el que había entrado, y con cuidado, lo ayudé a levantarse del suelo.
-¿Qué te pasó? -quise saber.
No todos los días te encuentras a un chico herido en el jardín trasero de tu instituto.
-Intentaron matarme. -respondió casi tranquilo. -Y si no nos damos prisa puede que lo logren.
Tenía que ser una broma. Definitivamente el chico al que ayudaba a caminar estaba bromeando. Miré a mis alrededores en busca de algún sujeto grabando aquella escena. Cuando viera el video, golpearía a alguien y luego me reiría de lo ingenua que había sido.
-Ok, es suficiente -dije deteniéndome. -. Posiblemente te ganes la vida haciendo bromas y no tengo ningún problema con eso, pero pronto iniciará mi siguiente clase, y ya me ausenté a una, no puedo faltar a la próxima.
-¿Acaso crees que...? -ni siquiera tuve tiempo de sujetarlo cuando sus piernas flaquearon y cayó al suelo. -Demonios. ¿Crees que esto es una maldita broma? -levantó su camisa y pude ver su pálido abdomen manchado de sangre a causa de una herida que no se veía nada bien.
La herida bien podía ser maquillaje, o alguno de esos efectos especiales pero, ¿a quién rayos quería engañar? Su herida era tan real como las cámaras que rodeaban mi apartamento.
Llevé ambas manos a mi cabeza y tiré de mi cabello con desesperación al verlo cerrar sus ojos fuertemente, como si así pudiese parar el dolor que estaba sintiendo. Claro que al parecer yo era la única que pensaba eso, porque el chico solo cerró sus ojos para tomar impulso y ponerse de pie.
-Está bien -dije, asimilando que la situación en la que me encontraba era real y no una broma. -Al saltar la muralla que encierra el instituto hay un bosque o algo así. -expliqué señalando dicha muralla.
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Tazmania
حركة (أكشن)"Aléjate de los hombres de negro." -una advertencia sin sentido. Erika White está segura de una cosa: su vida es demasiado supervisada y aburrida. O al menos eso creía hasta que encontró a un chico herido en el jardín trasero de su instituto. Un e...