-¿Qué es lo que quieres? -gruñó Antonio.
-Los rumores corren... Dicen que hay una chica con sangre azul corriendo por sus venas. ¿Es ella la chica? -preguntó haciendo un gesto hacia mí.
-No -respondió serio -, ella es mi protegida. Sabes que ya no formo parte de aquel mundo, me alejé de todo eso. Trabajo para una familia rica, cuidando a su niña consentida.
Golpe bajo.
-Entonces, supongo que no habrá ningún problema si nos llevamos a la chica. No te preocupes, si no tiene sangre azul la dejaremos ir -habló el otro hombre.
-Es una civil, saben que va en contra del protocolo -dijo Antonio, entre dientes.
-¿No crees que estás siendo algo hipócrita? -le preguntó -Me hablas del protocolo cuando tú fuiste el primero en romper los estándares y mandar todo al diablo haciendo lo que te dio la gana.
-Sabes que la chica le pertenece -dijo el otro sujeto.
-Ella no es una mercancía.
-¿Estas seguro de eso, Antonio? Tú mejor que nadie lo sabe. No somos los únicos que se enteraron de ese rumor, más personas vendrán por ella. Cuando se enteraron de que la sangre azul corría por las venas de una chica y que ésta era una adolescente el sistema colapsó. Tenemos órdenes de llevarla con nosotros.
-¿Y crees que eso a mí me importa? No arruines mi trabajo, me pagan bastante bien por aguantar los problemas adolescentes de esta chica. No me importa nada más, Víctor.
-No eres materialista, nunca te interesó el dinero -dijo el tal Víctor -. Me importa poco si la chica que se esconde atrás de ti es o no la correcta, nos las llevaremos igual.
-Quiero verte intentándolo -retó Antonio.
Lo siguiente pasó muy rápido. Mi guardaespaldas me empujó hacia atras haciendo que me alejase unos cuantos pasos y trastabillara, cayendo al suelo ante el repentino impulso, y cuando levanté la mirada, éste peleaba con aquellos dos sujetos.
Sus golpes eran bestiales. Sabía que mi guardaespaldas era fuerte y sabía pelear, digo, sino no sería mi guardaespaldas. Pero, ¿qué clase de persona lanzaba golpes tan certeros y esquivaba los demás? No sabía que Antonio fuese capaz de tanto. Definitivamente aquellos hombres que peleaban allí tenían un entrenamiento lejos de mi límite. Hacían parecer mis clases de defensa personal con el líder una maldita sección de yoga.
Escuché a Antonio soltar un gruñido y llevarse la mano a una costilla, y entendí que dos contra uno no era justo. Tal vez fue mi instinto de justicia o mi odio hacia los abusadores lo que me motivó a acercarme en un intento de ayudarlo.
Bien, él se comportaba extraño, me mentía y ocultaba cosas. Pero yo hacía exactamente lo mismo y él siempre había estado para ayudarme, para protegerme, y yo al menos intentaría hacer lo mismo por él.
Me lancé sobre uno de aquellos hombres y comencé a tirar de su cabello fuertemente. Ellos tenían fuerza y recurrían a los golpes, yo, más pequeña y menos fuerte, debía apelar a otras técnicas. Yo recurriría a dejarlo calvo si era necesario.
El hombre gruñó y Antonio soltó una maldición.
-¡¿Pero qué demonios haces?! ¡Vete de aquí, maldición! -fue un buen consejo por parte de mi guardaespaldas, solo que me lo dio un poco tarde.
-No debiste hacer eso, muñeca -dijo Víctor, quitándome de encima suyo.
Intenté golpearlo como el líder me había enseñado, pero solo logré que el sujeto torciese mi brazo y me obligase a caminar.
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Tazmania
Action"Aléjate de los hombres de negro." -una advertencia sin sentido. Erika White está segura de una cosa: su vida es demasiado supervisada y aburrida. O al menos eso creía hasta que encontró a un chico herido en el jardín trasero de su instituto. Un e...