Estaba segura.
Aquel chico era Josh. Por Dios, había pasado el suficiente tiempo en aquellos barrios pobres interactuando con él como para no reconocerlo.
¿Por qué y cómo rayos estaba en Tasmania?
Maldición. No tenía dinero ni para pagar un ridículo taxi, y era obvio que su fama en las peleas callejeras había quedado manchada y no había sido la misma desde aquel incidente.
Me levanté de la mesa rápidamente, tomé mi mochila y deshice las arrugas de aquel jumper de mezclilla que traía puesto. Giré en dirección a la puerta para salir del pequeño café y alguien puso una mano sobre mi hombro.
Me giré.
—¿A dónde vas? —Keitan alejó un poco su celular al momento de hacerme esa pregunta y regalarme una de sus típicas miradas.
—Voy al baño —mentí.
—Espera unos minutos —dijo él —, deja que termine la llamada.
Claro, como si tuviese que acompañarme hasta la puerta del baño. Estaba loco si pensaba que yo no le reclamaría por algo de privacidad. Pero en todo caso, yo no necesitaba ir al baño, solo necesitaba una mentira creíble.
—Es urgente —dije, jugueteando con mis manos como parte de mi actuación —. Creo que me vino la regla.
Frunció el ceño y retrocedió un paso. Como si el periodo fuese una enfermedad mortal y él no quisiese contagiarse.
—¿Te duele o algo? —tartamudeó confundido.
Bien, admitía que eso había sido algo tierno, pero no cambiaba nada en nuestra relación.
—No. Solo necesito ir al baño.
—No tardes, y no hagas nada estúpido —señaló el grillete en mi pierna y se giró para continuar su llamada.
Puse los ojos en blanco y salí del café.
Su estúpido cerebro de espía podía estar bien entrenado para lo que fuese que hacían los agentes secretos, pero no estaba enterado de las excusas básicas que una chica podía usar a su favor.
Para mi desgracia, Josh ya no estaba en el mostrador, así que iba a tener que inventar una excusa más para sacarle información a la mujer detrás del mostrador.
—Disculpe —dije, observando de reojo la espalda de Keitan —, creo haber conocido de mi instituto al joven que conversaba con usted minutos atrás y no me ha dado tiempo de acercarme para saludarlo. ¿Acaso se está hospedando aquí? —pregunté con tanta inocencia y elegancia que temí enfermarme.
—Oh, cuanto lo siento. El joven solo vino a dejar un paquete, pero acaba de irse en dirección a la piscina, tal vez pueda alcanzarlo —dijo la mujer —. No todos los días te encuentras con un amigo de la escuela en un hotel.
—Se lo agradezco —una vez di media vuelta, mi sonrisa amable se fue al diablo.
Keitan parecía muy concentrado en aquella conversación, por lo que me fue fácil tomar la dirección que me indicó aquella mujer.
¿Qué hacía Josh allí? ¿Seguiría molesto por lo que le había sucedido con los hombres de la ASIO? Era irónico, él me había dicho que me alejara de aquella situación por mi propio bien, y ahora estaba en Tasmania, con un agente que no conocía y que no parecía ser muy amigable.
Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba corriendo como una loca, esquivando a unas cuantas personas en los pasillos que daban al área de la piscina.
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Tazmania
Acción"Aléjate de los hombres de negro." -una advertencia sin sentido. Erika White está segura de una cosa: su vida es demasiado supervisada y aburrida. O al menos eso creía hasta que encontró a un chico herido en el jardín trasero de su instituto. Un e...