Retrocedà un paso, choqué con el pecho de alguien y el alma quiso abandonar mi cuerpo.
—Veo que Caperucita Roja ya despertó —me giré horrorizada para ver al tercer chico del bosque.
—Suéltame, suéltame —gruñà desesperada.
Los dos chicos sentados en aquella mesa giraron sus cabezas para ver por qué habÃa tanto alboroto y cuando me vieron sacudirme entre los brazos de aquel tercero se pusieron de pie y rieron.
—¿El corderito perdido estaba espiándonos? —preguntó el de rizos castaños.
—¡Te dije que me sueltes! —estampé mi codo en la nariz del chico que me sujetaba.
Me soltó y retrocedà tres pasos.
—Es una loba vestida de oveja —dijo sujetándose la nariz.
—Simplemente está asustada, ¿verdad corderito? —el tono de voz de ese chico no hacÃa más que estremecerme.
Mi mirada analizó toda la habitación en busca de algo con qué defenderme.
—Claro que lo está, miren sus ojitos asustados.
Rieron como si acabasen de escuchar el mejor chiste de sus vidas.
—¿Dónde estamos? —entrecerré los ojos.
—Seguimos en Tasmania si es lo que te preocupa —el chico de la gorra estiró su mano para no sé qué y me movà bruscamente a la derecha, momento que el otro chico aprovechó para tomar mi codo y delicadamente obligarme a sentarme en una de aquellas sillas.
Sentada allà les lanzaba mi mejor mirada de odio.
—¿Qué le hicieron a Keitan? —gruñà y se miraron entre ellos.
—¿No recuerdas nada?
¿Se suponÃa que debÃa recordar algo?
—Diablos —murmuró el de cabello rizado —. Una lástima que no recuerdes nada de lo que pasó —me miró de arriba a abajo.
El horror se apoderó de mà al tiempo que bajaba mi mirada y observaba la camiseta demasiado grande que me cubrÃa.
Fruncà el ceño completamente alarmada.
—Es justamente lo que estás
pensando —sonrió y sentà mi corazón acelerarse —Por cierto, ¿te gusta mi camiseta? —levantó una ceja.El chico de la gorra puso los ojos en blanco ante las palabras del otro chico.
—¿Qué estás...? ¿Tú...? —ni siquiera era capaz de formular una pregunta completa.
—¿Yo? —se señaló a sà mismo con una sonrisa gigante —Querrás decir nosotros, corderito.
No podÃa ser cierto.
—Ya basta, Ryan. La estás asustando aún más —dijo el chico de la gorra.
—Tranquilo, Cam, sólo nos estamos divirtiendo un poco —explicó el de cabello rizado, Ryan —. Aunque si te soy sincero, creo que ya nos divertimos bastante.
Intenté ponerme de pie pero el tercero posó sus manos sobre mis hombros haciendo que terminase sentada nuevamente.
Los miré con repulsión y sentà ganas de llorar. ¿Cómo es que no recordaba nada de lo que Ryan insinuaba? ¿Y por qué Keitan no habÃa estado ahà para protegerme?
—Violar a una chica es un delito —levanté la mirada —. Cuando salga de aquà yo misma haré el retrato hablado de ustedes y juro que se pudrirán en la prisión —escupÃ, negándome a soltar una lágrima.
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Tazmania
Azione"Aléjate de los hombres de negro." -una advertencia sin sentido. Erika White está segura de una cosa: su vida es demasiado supervisada y aburrida. O al menos eso creía hasta que encontró a un chico herido en el jardín trasero de su instituto. Un e...