Antoine era el derivado de Antonio en francés.
No había que ser un genio para traducir el nombre de aquel restaurante y deducir la obviedad en las palabras de Amanda.
Pasé la noche en el primer motel que mis ojos encontraron.
El lugar era digno de clausura. Empezando porque la habitación donde me había quedado tenía el colchón roto, no había calentador de agua en el baño y había tenido que matar a dos cucarachas que se habían escabullido por debajo de la puerta.
Ciertamente aquello no era lindo.
Una parte de mí se había acostumbrado a ver las cicatrices en la espalda de Keitan. A que cada noche me hiciese algún cuento del que nunca terminaba revelándome el final por ser información confidencial. La alarma de mi propio celular me había despertado, no sus molestos toques en mis costillas que acababan en una pelea entre ambos en la que yo siempre terminaba perdiendo, ni sus golpes en la puerta para llamar mi atención y mis gritos de culpa sobre cómo terminaría rompiéndola.
La peluca negra que traía puesta esta vez me hacía lucir más pálida, o eso me gustaba creer para no aceptar que el tajo en mi abdomen no mejoraba.
Levanté la mirada para leer el nombre de aquel establecimiento e hice una mueca cuando pequeñas gotas de lluvia comenzaron a golpear mi rostro.
Subí el cierre de la sudadera que traía puesta y entré a aquel restaurante.
Entonces me quedé paralizada por un momento. ¿Ahora qué diablos iba a hacer?
No podía preguntar así porque sí. No era como que podía pararme frente al mostrador como quien está dispuesta a dar una conferencia y decir algo tipo:
"Hola, soy Erika Blue, la hija de Centurión. Por cierto, les agradecería mucho si me dijesen dónde diablos se encuentra y de paso, si no es mucha molestia, que me informasen dónde está el Tazmania."
Posiblemente me caería una lluvia de balas teniendo en cuenta que Dominic había asegurado que había una gran suma monetaria como recompensa a quien me entregase con o sin vida.
Verdaderamente caminé hasta el mostrador, solo que no me giré para dar una conferencia, sino que me quedé allí observando los menús.
Una parte de mí se moría de hambre, la otra ni siquiera tenía ganas de comer.
Alguien empujó la puerta bruscamente y me giré sobresaltada solo para darme cuenta de que era una pareja. Un sonido sordo hizo eco más allá del mostrador y volví a girar con espanto, simplemente alguien había dejado caer una sartén.
Respiré profundamente.
No podía dormir tranquila. No podía comer tranquila. No podía vivir tranquila.
No cuando estaba alerta a cualquier posible amenaza. No cuando el rostro de Dominic seguía apareciendo como una simple visión en algún reflejo o en mis pesadillas. No cuando no dejaba de imaginarme los miles de escenarios en los que una bala podría atravesar mi cabeza.
No cuando al pobre agente Connor lo habían eliminado por conocer cierta información, y ahora, yo conocía más que él. No sabía cómo, pero había llegado más lejos que un agente del Servicio Secreto Australiano. Los informes de Connor habían terminado en aquel laboratorio abandonado en Launceston y yo ahora estaba en Hobart.
Había sentido la mirada de un chico sobre mí desde el momento en el que entré, había intentado ignorar ese hecho. Pero era inevitable no mirar a quien sabías te estaba mirando.
Le sostuve la mirada entonces, él hizo lo mismo.
Sonrió y fruncí el ceño.
"Mantente calmada y actúa natural."
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Tazmania
Action"Aléjate de los hombres de negro." -una advertencia sin sentido. Erika White está segura de una cosa: su vida es demasiado supervisada y aburrida. O al menos eso creía hasta que encontró a un chico herido en el jardín trasero de su instituto. Un e...