Capítulo 18: Malos momentos de fama

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Me removí entre las sábanas y estiré mi cuerpo, murmurando algo sobre la luz que entraba por la ventana para fastidiar mi sueño. Me tumbé de lado, y fruncí el ceño inconscientemente. Me dolía la cabeza y yo casi nunca me enfermaba o me sucedían cosas así.

Abrí los ojos confundida y me encontré con Antonio. Sentado sobre el pequeño sofá que tenía a unos cuantos pies de mi cama, con sus manos entrelazadas, mirándome fijamente con una expresión seria.

Eso no podía ser bueno.

Llevé una mano a mi cabeza como si así pudiese detener el dolor y solté un gruñido cuando recordé mis vergonzosas acciones del día anterior.

Jamás, en mi vida, volvería a tomar.

Lo vi señalar la mesa de noche sin decir palabra alguna, y al seguir con mi mirada la dirección de su mano, encontré dos pastillas y un vaso con agua.

Lo fulminé con la mirada. Odiaba que siempre previera todo, podía llegar a ser muy irritante.

—Así que te burlas de mí, espías mi habitación, escapas del apartamento y visitas la playa. Y para colmo, te emborrachas.

—Antonio, me duele la cabeza, ahora no —dije tomándome las pastillas.

Él rió sin gracia —Vives provocándome dolores de cabeza y aún así sigo aguantándote. Así que ahora que estás consciente, vas a responder cada una de mis preguntas. Podemos estar todo el día si así lo quieres.

Puse los ojos en blanco y me lancé de vuelta a la cama cubriéndome con las sábanas.

—¿A dónde fuiste una vez saliste del edificio?

—Fui a una fiesta con Raquel y Federico —a fin de cuentas eso no era una total mentira.

—La fiesta empezaba a las siete de la noche, y saliste del edificio a las cinco de la tarde.

Maldición.

—¿Cómo sabes eso?

—Siempre escondes tu celular en una de tus botas, fue fácil desbloquearlo y revisar tus mensajes una vez te dormiste. Por cierto, ¿quién es Cameron Smith y por qué tienes un mensaje de un número bloqueado diciendo que es un amigo de la familia?

—¡No puedes hacer eso! ¡Estás violando mi privacidad!

—Soy tu guardaespaldas y eso me da el derecho de hacer cualquier cosa con tal de mantener tu seguridad —argumentó.

—Abusas de tus derechos —dije lanzándole las sábanas y levantándome de la cama de un salto.

Ignoré el pequeño mareo que provocó que mis pasos fuesen tambaleantes hasta llegar a la puerta de mi habitación.

—¿Adónde crees que vas?

—A cualquier lugar en donde no estés —lo sentí agarrarme del brazo y tirar de mí hasta dejarme sobre la cama nuevamente.

—De aquí no te vas hasta que no respondas todo lo que voy preguntarte—dijo sentándose junto a mí —¿Quién es Cameron Smith?

—No. Lo. Sé —dije pausadamente —. No tengo idea de quién envió ese mensaje, el número estaba bloqueado. Supongo que me lo enviaron equivocadamente.

—Estás mintiendo.

Lo miré cansada.

Lo miré cansada

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