Capítulo 49: Promesa silenciosa

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Keitan lucía igual de inexpresivo que siempre.

Tardó dos segundos en posicionarse junto a mí y observarme de reojo. Yo lo observé de igual forma.

El agente Pride soltó una maldición y observó a Keitan.

—Déjala sola una vez más y te quemarás. Estás jugando con fuego, lo sabes.

-El FBI juega con fuego al intentar interceder en una misión de la ASIO. Los estándares estipulados en el capítulo siete dejan muy claro que ninguna agencia puede interceder en la misión de la otra a menos que ambas partes lleguen a un acuerdo beneficioso para las dos. Aquí no hay ningún tipo de beneficio, no hay acuerdo. Vete de aquí o me veré obligado a informar tu intercesión, y créeme, los internos de la ASIO son peores que los del FBI. Saldrás perjudicado. No te conozco, pero sé que ningún agente quiere arriesgarse con asuntos internos.

Ok, no estaba entendiendo nada. Aún así me quedé firme junto a Keitan.

El agente Pride soltó un bufido que casi pareció un intento de risa y dio media vuelta antes de largarse con pasos lentos pero confiados, murmurando algo sobre como algún día la maldita suerte de la ASIO llegaría a su fin. Sus palabras, no las mías.

Pasaron aproximadamente cinco minutos en silencio luego de aquello.

Cuando estuvo completamente seguro de que aquel chico se había marchado, Keitan se giró hacia mí.

Y entonces quise salir corriendo, pero me quedé. Quise llorar pero sonreí.

Y me odié. Porque sabía que nada de aquello podría salir bien.

-Eres un arma de doble filo, White -murmuró Keitan antes de abrazarme.

Y yo le correspondí aquel abrazo, aún sabiendo que todo aquello acabaría con dos corazones rotos.

-Siempre escabulléndote, pelirroja.

-¿Qué parte de "quiero alejarme de todo" Antonio y tú no entienden? -suspiré e hice una mueca.

Keitan frunció el ceño con una chispa de preocupación.

-¿Es la misma herida? -acercó una mano a mi abdomen.

Empujé su mano y revoleé los ojos.

-Este no es el momento, White -sus facciones se tornaron serias e, ignorándome, levantó la tela de mi blusa. Sus dedos rozaron mi herida y su mirada cayó sobre la mía nuevamente -. Eso no está bien, lo sabes.

-No es la gran cosa... -murmuré imitándolo.

-Yo creo que sí. Vamos, White, hay que tratar esa herida.

"No."

No podía irme con Keitan, aunque fuese lo que más quisiera.

¿Ir contra mi propio orgullo y mi propia dignidad al saber que Keitan me dejaría de lado por respetar todos sus protocolos? ¿Quedarme junto a él aún sabiendo que podía morir por mi culpa?

No.

O tal vez sí.

Porque justo ahora no tenía ni la menor idea de qué diablos quería. Tal vez quería ser libre. Tal vez quería atarme a Keitan.

Y sin darme cuenta, estaba caminando junto a él. Mi mano sostenía mi herida, su brazo me aferraba a su cuerpo intentando brindarme algo de estabilidad.

No pasó mucho cuando el terreno que pisábamos dejó de ser tan rocoso, y un llano de tosca cegadora se mostró frente a nuestros ojos.

Todo bien, todo tranquilo, hasta que en mi campo visual apareció un chico buscando quién sabía qué en el maletero de una camioneta.

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