Capítulo 54: Naturaleza salvaje

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Atlas pareció sorprendido. Giró hacia mí, olvidando por completo su partida en aquel juego. Luego de haberle dicho que habían secuestrado a Keitan él se había mostrado afectado.

-¿Hablas en serio? —preguntó.

-¿Tengo cara de estar bromeando?

Obviamente no la tenía.

-Necesito regresar a Australia, y para eso, necesito una identificación falsa.

Él dudó por unos segundos. Su mirada me analizó completamente, intentando deducir si estaba mintiendo o no. Pero no lo logró. Él no era como Keitan o Antonio.

-Keitan no confiaba en ti -murmuró casi con temor.

Y me sentí casi mal porque era cierto.

-Justo ahora eso no me importa. Sólo quiero que me hagas una maldita identificación para salir de Tasmania y poder ir a ayudarlo.

Él guardó silencio. Parecía un niño pequeño al que sus padres acababan de regañar. Sabía que estaba a punto de hacer un berrinche, igual a esos que yo muchas veces hacía. Así que me vi obligada a intervenir.

—Ok, mira. Se llevaron a Keitan por mí culpa. Y por eso es que yo misma iré a buscarlo. Cueste lo que me cueste. Y para eso —lo miré —, necesito tu ayuda. Ayúdame para poder ayudarlo. Centurión Blue es mi padre, y anda buscándome. Te juro que soy capaz de entregarme con tal de mantener a salvo a quienes quiero.

Él asintió luego de unos cuantos segundos.

Tal vez notó mi desesperación. Porque verdaderamente estaba desesperada. No podía no pensar cada minuto en lo que le estarían haciendo a Keitan. En lo que le estaría sucediendo a Antonio. En si Odiseo cumpliría verdaderamente con lo que me había prometido.

—Está bien —ladeó su cabeza —. Sólo no dejes morir a Black. Él... él es muy importante para mí.

—¿Por qué? —pregunté con repentina curiosidad.

—Tal vez algún día él mismo te lo cuente —giró sobre la silla y comenzó a teclear en una nueva ventana del computador —. Supongo que es hora de que el equipo Black and White vuelva al juego. Mejor dicho, el equipo Black and Blue .

(...) (...) (...)

El flash de la cámara me cegó por un momento. Atlas ni siquiera se molestó en mostrarme la foto que me acababa de tomar, simplemente se tumbó nuevamente en la silla y continuó golpeando teclas.

No sé cuánto tiempo pasé bajo el agua de la ducha luego de que aquel hacker me dijese que apestaba a cadáver en descomposición. Bajo la fría agua de la ducha me permití desmoronarme una vez más. Tomándome unos veinte minutos de crisis adolescente en los que me quedé tumbada en el suelo.

La situación se había salido de control desde que me había permitido algo de libertad. Prácticamente desde que había decidido confiar más en los demás, desde que me había permitido sentir, todo se había ido al diablo. Y justo ahora necesitaba ser consciente de la situación más que nunca.

Por alguna razón desconocida, los hombres de Centurión se habían llevado a Keitan. Antonio estaba retenido en los cuarteles de la CIA y yo tenía que resolver un problema a la vez. Brindándole un último voto de confianza a Odiseo, esperando que él se encargase de Antonio, mientras yo me encargaba de Keitan.

Luego de mis veinte minutos de crisis existencial,  me permití salir del baño.  Arrastraba mis pies con desánimo de regreso a donde aún se encontraba Atlas. 

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