Capítulo 22: Las mariposas negras significan muerte

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La noche no había caído aún, pero no estaba haciendo nada allí más que atormentarme con mis pensamientos, así que iba a ajustar la mochila sobre mi hombro nuevamente para dar media vuelta y regresar al apartamento cuando sentí a alguien tomarme en brazos fácilmente, asustándome por completo dados los acontecimientos del día anterior.

La noche no había caído aún, pero no estaba haciendo nada allí más que atormentarme con mis pensamientos, así que iba a ajustar la mochila sobre mi hombro nuevamente para dar media vuelta y regresar al apartamento cuando sentí a alguien tomarme en...

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Una parte de mí se ilusionó al pensar que podía ser Keitan, por otro lado tampoco me sorprendí cuando me di cuenta de que era Antonio. Luciendo tan normal y juvenil como siempre. Incluso esta vez tenía gafas de sol, cualquiera pensaría que era un chico normal que venía de visita a la playa, y no en busca de su protegida.

-Bájame ahora mismo o te arrepentirás -advertí.

-¿Y qué si no lo hago? ¿Acaso vas a golpearme? -preguntó burlón -Debería despedir a todos los hombres de seguridad y de paso atarte a una silla haber si así logro hacer que te quedes quieta.

Bufé, y una vez me dejó en el suelo me quité los mechones de cabello que afectaban mi vista.

-Ya iba para allá -avisé y se encogió de hombros.

-Buena idea la que tuviste hoy. Salir como una persona civilizada del edificio y sonreírle inocentemente a los hombres de seguridad para que accedieran a cualquier cosa bajo tus encantos.

Una mariposa.

Eso había dicho Keitan que yo era.

-¿Cómo supiste que estaba aquí? -pregunté haciéndome la desentendida mientras caminábamos.

-Intuición.

Maldito mentiroso.

-¿Intuición o el rastreador que tengo en mi celular? -pregunté porque no podía callarlo más.

Frunció el ceño, con la chispa de la confusión tomando control de su rostro.

-¿Qué?

-Sé cosas. El que no las diga no significa que no las sepa -dije firme -. ¿Crees que soy tonta?

-No -dijo él con media sonrisa -. Debo admitir que acabas de asombrarme. Supongo que también sabes que...

-¿Hay un sensor en mi ventana? Sí.

Él rió fascinado -No me lo puedo creer.

Los reclamos de Antonio no se hicieron esperar una vez llegamos al apartamento, y es que él le era fiel a aquella típica frase de: "hablamos en el apartamento". Según sus palabras, estas situaciones no se resolvían en presencia de todos, y yo agradecía que así fuese para no ser el centro de atención.

Dormir sabiendo que aquella luz en la ventana era un sensor se sentía extraño, casi tenebroso. Pero yo no debía temerle a Antonio, ¿o sí? Actuaba extraño, pero todo era a favor de mi seguridad, por lo que entendía que solo quería protegerme. Aún así, Keitan me había dicho que no confiara ni en mi propia sombra. Lo cual era extraño, porque yo siempre decía a modo de burla que Antonio era mi sombra.

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