El trato

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Narra Nathaniel.

Entre a la escuela sin mucha energía, al despertarme esa mañana note que algunos golpes habían dejado marca, el del hombro era el más molesto, tenía otros en los brazos y en la espalda, por suerte no eran difíciles de cubrir.

Camine entre los alumnos de la escuela, la campana del primer receso había sonado y yo no tenía muchas energías de hablar con nadie, así que me dirigí a la sala de delegados, entre dando un suspiro y cerré la puerta.

-Sabía que te encontraría aquí tarde o temprano – al oír esa voz me gire de un salto, Castiel estaba recargado en la pared a lado de la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa traviesa en el rostro.

- ¿Qué haces aquí? – Pregunte intentando pasar el susto, mi corazón aun latía algo inestable.

- He descubierto algo – dijo algo emocionado acercándose a mí – Es algo súper extraño, créeme – dijo alzando las manos, suspire y me gire para analizar los archivos que yo necesitaba clasificar.

- ¿Qué es Castiel? –

- Mis sentidos se han vuelto más fuertes –

- ¿Qué tus qué, qué? – Alce la vista para ver al pelirrojo buscar las palabras adecuadas, se veía algo ansioso.

- Ya sabes, mis sentidos, como la vista, el oído, el olfato – dijo mientras consecutivamente señalaba sus ojos, orejas y nariz – Se han hecho más... fuertes – Me vio con ojos que rogaban que lo comprendiera.

- Dices que puedes oír y ver mejor – Me alce de hombros había olvidado que me dolían y me dolió ese movimiento – bien por ti, parece que estas más saludable – Se abalanzo sobre mí y me sacudió los hombros, tuve que evitar poner una mueca.

- No es eso – Suspiro, sin soltarme – Mira, si lo quiero puedo oír la conversación que están teniendo en el cuarto de a lado, además que puedo ver con muy poca luz y bueno puedo detectar olores que no creo que debería sentir – Arrugo la nariz después de decir eso, parecía recordar algo desagradable, comprendí de inmediato lo que intento decirme, pero como hombre de ciencia yo necesitaba pruebas y necesitaba desquitarme por el dolor de hace un segundo.

- Bien, creo que comprendo – dije soltándome de su agarre – quédate ahí – dije mientras me alejaba de él lo más que me permitía la habitación, el me miraba desconcertado – Ahora dime lo que voy a decir - coloque un libro frente a mi rostro, muy cerca de mi boca y susurre – Delincuente sin futuro – Él sonrió picara mente, supe de inmediato que me había oído, a pesar de haberle creído desde el principio, me sorprendió un poco.

- Delegado estirado – respondió con una mano en la cintura.

- Roquero sin cerebro – susurre con una sonrisa que él no podría ver, pues la cubría el libro.

- Rubio mimado – Esta vez reí en voz alta. - ¿Quién diría que el delegado principal tiene guardado un lado tan mal educado? – Dijo el roquero en un tono paródico de la forma de hablar de la directora. Me acerque a la mesa dejando el libro encima de esta.

- No te preocupes, sé que podrás manejarlo – Dije mirándolo burlón, entonces comencé a pensar en las implicaciones de lo que acababa de ver, creo que me perdí en mis pensamientos demasiado tiempo, porque lo siguiente que recuerdo es a Castiel tronando sus dedos frente a mi rostro, dándome un mini infarto.

- Nathaniel, reacciona – parpadee rápidamente un par de veces.

- Lo siento ¿decías algo? –

- Que ¿qué estás pensando? – dijo en un tono exasperado.

- Pues estaba pensando que quizá tenga que ver con lo que nos dio a beber Afrodita, dijo que con eso nos daría ayuda, tal vez se refiera a eso – Me alce hombros (lastimándome de nuevo), no era una teoría pero era una muy buena hipótesis.

Castiel x Nathaniel: El misterio de un amor secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora