Misión cumplida?

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En el capitulo anterior...

Castiel y Nathaniel se enfrentaron a un enorme jabalí, pero la bestia hirió gravemente al pelirrojo, en venganza el delegado le dio muerte al monstruo que aterrorizaba al bosque-jardín...

Narra Nathaniel.

Corrí con todas mis fuerzas, entre los arboles hasta llegar a donde yacía Castiel, recostado en el suelo, su expresión dejaba ver el dolor que sentía a causa de la profunda herida de su pecho, al verlo me di cuenta que su respiración era pesada y forzada.

Caí de rodillas a su lado y me enfoque en el improvisado vendaje que yo había hecho con su camisa, la delgada tela rasgada estaba empapada con sangre escarlata, el miedo y la preocupación se extendieron por mi interior como fuego vivo.

-¡Castiel! – note que la hemorragia no se había detenido del todo y apoyé mis manos sobre la herida, haciendo presión, "¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?" la misma pregunta se repetía una y otra vez en mi cabeza, mientras sentía que sus latidos cada vez se hacían más lentos bajo las palmas de mis manos, al observar su condición podía suponer que la maldita criatura le había perforado uno de los pulmones a Castiel y seguramente se habían varias costillas, el tiempo era crucial.

La frustración empezaba a nublarme el pensamiento mientras intentaba desesperadamente detener el sangrado que no dejaba de extenderse lentamente por los pedazos de tela.

-¡No! No, no, no – Mi respiración se volvió agitada, no sabía qué hacer, yo sabía que si no me apresuraba moriría por la pérdida de sangre, "no te vallas, no te atrevas" pensaba con el miedo subiéndome a la garganta.

Entonces su mano se posó sobre las mías, deteniendo su temblor, alce la vista, sus ojos estaban entre abiertos, me miraban calmados, a pesar del obvio dolor que él sentía.

-Natha... - Su voz se escuchó ronca, mientras una tos interrumpía su frase, pequeñas gotas de sangre salieron de su boca, comprobando mis sospechas.

-Intenta no hablar – Pedí, con preocupación, mi tono sonó tembloroso – Conserva tus fuerzas – Los labios me temblaban.

- ¿Venciste... a esa cosa? – Pregunto dando un gesto de dolor, se notaba que le costaba cada respiración.

- No creo que esa escoria, pueda volver a hacerte daño – Dije en un tono más oscuro de lo que pretendía. Mi novio soltó una ligera carcajada, ganándose otro ataque de tos, no se escuchaba para nada bien. Alzo su mano débilmente tomando mi rostro con una mano.

- Siempre fuiste... muy peculiar... ¿sabes? – Mis ojos quisieron aguarse al escuchar la debilidad en su voz, pero los cerré con fuerza impidiendo que expulsaran lágrimas.

- No hables idiota, te debilitaras más –

- Te quiero – Abrí mis ojos de golpe, haciendo que dos pesadas gotas de agua cayeran sobre su pecho enrojecido por su sangre, su mirada era triste y al decir esas palabras, parecía una despedida. Negué con mi cabeza fuertemente, tome la mano con la que sujetaba mi rostro y la apreté con fuerza.

- Deja de hablar, te harás más daño – Dije mientras las lágrimas salían de mis ojos en formando gotas que se arrastraban por mis mejillas, con su pulgar dulcemente me acaricio el pómulo limpiando ese líquido salado.

- Esta... bien... no te preo... - La tos sonaba cada vez más dolorosa y expulsaba sangre a cada sacudida "¿Cómo que no me preocupe?" dije enojándome un poco.

- Si sigues hablando empeoraras – Le advertí en un tono más serio.

- Estoy... bien... - Tuvo un ataque de tos que hizo estremecer todo su cuerpo haciando que la hemorragia se volviera más abundante – Tu... vete... yo... - Otro taque de toz, no le ponía una mano en la boca porque estaba ocupado haciendo que no se quedara sin sangre en su sistema, pero esa actitud solo me enfureció, "No me vengas con eso".

Castiel x Nathaniel: El misterio de un amor secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora