Castiel x Nathaniel: El misterio de un amor secreto.

Palabras en un sueño

Si no has leído "el veredicto", léelo, es el capítulo anterior, antes de que leas esto porque spoilers xd

Resumen anterior.

Bueno, fic donde Castiel y Nathaniel tienen poderes por ser sirvientes de la diosa.

Nathaniel había demandado a su padre y el juicio lo consideró inocente.

El rubio en un intento de escapar del dolor que le causo el veredicto, corrió hasta llegar al techo de una casa desconocida, donde se hizo un ovillo y lloró amargamente.

-Nathaniel – Dijo la voz más bella que el joven había oído.

-¿Quién eres? – Dijo el chico con el deseo de que lo dejaran en paz, pero no podía evitar responder a tan dulce melodía.

- Nathaniel – El joven sintió una tierna caricia en su cabello – Esta bien, puedes mirar – El rubio no quería levantar su vista, estaba echado de lado con los brazos envolviéndole las piernas y con los ojos cerrados pegados a sus rodillas. –Nathaniel – La voz susurro en sus oídos, el chico alzo la vista con reticencia, estaba rodeado de un vacío de color del algodón. Frente a él, la diosa Afrodita estaba hincada a su lado, consolándole con suaves caricias en el cabello.

- Afrodita – Dijo sorprendido, con la voz ronca a causa del llanto - ¿Por qué has venido? ¿Tengo una nueva misión? – La diosa sonrió cálidamente mientras sus perfectos dientes blancos se dejaban ver.

- No pequeño, vine porque sentí que tu corazón sufría tato que tu fe en el amor flaqueaba. Dime ¿qué te aflige? -

- ¿Qué me aflige?– Respondió el joven con voz rota - ¡todo! – Grito mientras se hincaba frente a la diosa -¡Todo! Mi madre, mi hermana, la justicia de esta ciudad de mierda... mi padre... - Si no hubiera llorado ya tanto que las lágrimas lo habían agotado, hubiera llorado de nuevo.

- ¿Qué sucedió? – Preguntó la diosa del amor, a pesar de que ella conocía la historia muy bien.

El rubio, entonces, le conto todo y cuando digo todo, es todo. Su infancia, su vida con su padre, su esfuerzos con su madre y su hermana, el dolor que le causaban, aun ahora, el desprecio de su padre y sus palabras en contra de él.

-Sé que debería odiarle, que no debería importarme lo que ese hombre tenga que decir... pero... - El muchacho comenzó llorar de nuevo.

- Aun lo amas – Concluyó la diosa, el joven quiso negarlo, pero ella no se lo permitió – El amor, es difícil de entender, no siempre se escoge a quien se ama, no siempre lo saben expresar, algunas veces es el origen del odio y otras es justo lo contrario al odio, no espero que lo entiendas – El rubio la miro con un nudo en la garganta, mientras la bella mujer acariciaba su mejilla con dulzura - pero nunca sientas culpa por amar, no busques motivos para amar, para lo único que se necesitan motivos es para odiar, traicionar, tal vez para soñar, pero nunca para amar -

- ¡Pero si amo a mi padre, me dolerá cada cosa que él haga para lastimarme! Me dolerán sus golpes y sus palabras, me dará miedo su furia y nunca podré lastimarlo de vuelta, nunca querré... - El chico soltó lágrimas de sus ojos una vez más – siempre que pienso que me levantare, que mirare hacia enfrente y nunca tendré miedo de nuevo, cada vez que bajo la guardia, vuelven a golpearme hasta dejarme sin fuerzas –

- Nathaniel, la vida, son momentos de dolor y momentos de desesperanza, pero también momentos de placer y de alegría también –

- ¿Por qué tengo que soportar esto una y otra vez? – La interrumpió el muchacho, frustrado de todo lo que había tenido que soportar - ¡¿Es que nunca podré vivir una vida donde no haya dolor?! ¿De qué sirve vivir entonces? – El muchacho, hundido en la negrura de su dolor, lloro amargamente mientras la diosa cantaba, en un idioma tan antiguo como el tiempo, una canción llena de desesperanza y tristeza, acompañando los quejidos del joven, que iban y venían al ritmo de su dolor.