¡Demasiado para mi!

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Sigo Narrando yo –uo.

Castiel y Nathaniel se dirigían con rapidez hacía su refugio, la criatura avanzaba en su dirección y sus rugidos se colaban en sus oídos, sacudiéndolo todo, no parecía haber visto a la pareja de jóvenes, pero estaba cerca, destruyendo y matando todo a su paso.

Los chicos llegaron a la formación rocosa cubierta por enredaderas, donde se encontraba la cueva, pero era difícil adivinar el lugar exacto donde se encontraba su refugio.

-¿Por dónde? – Dijo un jadeante Nathaniel mirando al guitarrista, quien busco rápidamente con su visión mejorada hasta que ubicó un ligero brillo de luz detrás de una de las enredaderas, solo detectable con sus ojos.

- Sígueme – Respondió corriendo a lo largo de la colina de rocas, con el rubio detrás de él paro en seco y aparto las enredaderas velozmente, revelando la luz de la fogata que había detrás, el delegado se introdujo con una habilidad felina y el pelirrojo entro enseguida, cerrando la enredadera detrás de ellos, ocultándolos de la enorme bestia.

Los chicos se echaron al suelo jadeantes, con los latidos acelerados por la sensación de casi ser masticados vivos.

Narra Castiel.

Dejamos las espadas y los escudos a un lado y nos volteamos a ver a la vez, el rostro de gallina asustada del delegado me pareció de lo más graciosa en ese momento, mi cara debía ser igual de estúpida pues comenzamos a reírnos, fuertemente.

-Debes ver tu cara – Dijo entre carcajadas, las lágrimas comenzaban a brotar por sus ojos, ese chico me dejaba hipnotizado solo con una sonrisa.

- ¿La mía? Debiste ver la tuya – Respondí sin dejar de reír.

- ¿Qué? ¡Yo no hago caras! – Dijo sonriente, intentando contener las carcajadas.

- Pues esta vez te luciste – Respondí.

- ¡Debió ser mi reacción, al ver la cara que tú pusiste! - continuamos riéndonos, no se la razón, pero no podía dejar de reírme, pude ser el shock de ver un monstro gigante perseguirnos y casí matarnos, supongo.

Entonces un rugido se escuchó demasiada cerca del refugio y callamos de inmediato. Nos miramos a los ojos con miradas serias y sin decirnos una palabra con un acuerdo silencioso nos levantamos del suelo y tomamos las armas, nos giramos hacia la salida en posición de defender la entrada de la cueva.

Escuche atentamente haciendo que mis oídos se "abrieran" para escuchar mejor, la criatura estaba a unos diez... no, once metros de la cueva, podía saber con exactitud donde estaba, escuché las fuertes pisadas de la bestia y el sonido de lo que parecía ser madera llevada a su límite de resistencia hasta ser partida con crueldad, además su olor era insoportablemente asqueroso, su aliento olía a fruta podrida y a flores descompuestas.

Entonces esa cosa volvió a rugir y no tuve tiempo de regresar mis oídos a la normalidad, por lo que su grito me dio de lleno en el tímpano, causándome un dolor inmenso, deje caer el escudo y la espada colocando mis manos en mis oídos, un grito de dolor salió de mi boca sin que yo pudiera evitarlo.

Pero la bestia no dejaba de rugir, el dolor, que se extendió de mis oídos a mi mandíbula, llego a tanto que mis piernas flaquearon y caí al suelo.

-¡Castiel! ¿Qué pasa? – Escuche decir a Nathaniel, quien se lanzó al suelo, sobre mí, buscando mi cara con sus manos, su rostro estaba crispado en preocupación, se veía demasiado tierno, pero en ese momento yo tenía otros problemas, la bestia acallo su rugido, así que yo pude pensar y cerrar mis oídos para regresarlos a la normalidad - ¿Castiel? –

Castiel x Nathaniel: El misterio de un amor secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora