Perdiendo la cordura.

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Había pasado una semana y Xandra junto a Pablo y la niña seguían en Londres, ella estaba que se volvía loca, entre los celos sin razón de Pablo, la niña y su padre peleando porque había visto a Tony. 

-¡Basta!-dijo enojada- Déjenme cinco minutos sola, ya estoy harta de los dos. 

Su padre y Pablo fruncieron el ceño.

-¿Qué te pasa?-preguntó Demarco.

-¿Qué me pasa? ¡Que estoy harta la coronilla de que me digan que hacer! Tú-señaló a Pablo-, diciéndome que no puedo salir para no encontrarme a Tony y tú-señaló a Demarco-, diciéndome cada dos segundos que estoy casada ¡Que ya sé que estoy casada, joder! Pablo, entiende que yo necesito ir a ver las cosas de la academia, salir a comprar cosas de la niña y...

-Pero yo puedo hacer eso-dijo él.

-¡Pero no quiero que lo hagas!-chilló- Entre los dos me están ahogando, si en verdad nos vamos a quedar aquí necesitamos buscar una casa porque ya no soporto vivir con papá. 

Demarco suspiró, sabía que todo este tiempo no había dejado de  molestar a su hija. Desde que supo que había encontrado a ese chico tuvo miedo, que dejara a Pablo por ese de nuevo, sería en vano todo lo que había hecho para que ellos quedaran juntos, las peleas, los golpes, los gritos, los disgustos y los desplantes de parte de su hija. 

-Vale, me callo-dijo Demarco. 

-Gracias-dijo ella-, así que decide Pablo, o me iré solo con Beca a España.

Él resopló sabía que ella si lo hacía, asintiendo salió de ahí. Ella se quedó sola en la habitación, Olga se había llevado a Beca para que no los escuchara discutir. Fue a buscar a su hija y la vio con Olga en el patio, ella le enseñaba las flores mientras Beca las arrancaba sin piedad, Xandra sonrió desde lejos. Pero sin decir nada salió de la casa, quería despejarse. 

Llegó a un parque y estacionó, se sentó en una banca que estaba en la sombra y suspiró. Vio a la gente pasear tranquilos, niños jugar y correr, perros correr por una pelota, eso la hizo sonreír al recordar a Zeus, de seguro estaba triste porque no estuviera ella para hacerle mimos. Un perro husky blanco se acercó a ella y le ladró, ella sonrió.

-Hola lindo-dijo, Kira se acercó-, oh eres linda-rio.

-Se llama Kira-dijo Tony. 

Ella levantó la vista.

-¿Es tuyo?-preguntó.

-Sí, y este es Fetus. 

-Son muy lindos-dijo ella acariciando a Kira. 

Él se sentó a su lado y ellos se fueron a corretear por ahí. 

-Lo son, aunque de pequeños eran unos terremotos-ella sonrió. 

-No creí que te gustaran los perros. 

-Me gustaban pero no creí que tuviera unos, pero cuando vi a esos dos no pude evitar llevármelos a casa. 

-Papá nunca me dejó tener uno-dijo ella-, pero Zeus es un amor-él la miró-, es el perro de Pablo.

-Claro-asintió. 

-¿Cómo estás?

Se encogió de hombros. 

-Bien ¿Tú?

-Harta de mi padre y de Pablo.

-¿Por qué?

-Porque no hemos parado de discutir, se empeñaron a hacerme la vida imposible.

-Sí, cuando vi a tu padre noté que no había cambiado nada. 

-¿Lo viste?

-Sí, cuando fue al banco-ella asintió recordando la vez que le dijo que iría a ver las cosas del banco. 

Se quedaron callados, él silbó y Kira y Fetus llegaron de inmediato. Él les tiró la pelota y como locos se fueron tras ella. Ella sonrió recordando a Zeus. 

-¿Cómo lo haces?-preguntó él.

-¿El qué?

-Vivir sin pensar en mí-susurró.

-Tony, pienso en ti... Solo que... ahora tengo en quien pensar, tengo a mi hija. 

Él asintió.

-Claro, tú hija... y la de Pablo.

-Tony-murmuró.

-Joder Xandra que no te puedo olvidar, no sé que me hiciste pero no puedo hacerlo. 

Ella se quedó en silencio, lo vio a agarrar la pelota y tirarla de nuevo, ella tampoco lo había podido olvidar, aun su corazón latía como la primera vez. Sin pensarlo lo agarró por las mejillas y lo besó, eso lo tomó por sorpresa pero siguió aquel beso ta anhelado por él. La abrazó por la cintura y la pegó a su cuerpo. Se besaron por un rato, al separarse él acarició su mejilla. 

-Te digo que no pude olvidarte y me besas-ella sonrió-, no me la pones fácil.

-Nunca lo hice ¿O sí?

Él negó con la cabeza sonriendo. 

-Nunca-afirmó-, siempre me provocaste, siempre me hiciste romper muchas reglas-ella sonrió-, siempre me volviste loco, e hiciste que poco a poco fuera perdiendo la cordura cuando tu cuerpo estaba...tan cerca del mío-susurró él mirando sus labios. 

Miró sus ojos y sin más la volvió a besar, tenerla tan cerca hacía que sus palmas picaran, quería tocarla. Su aroma lo estaba volviendo loco, aquel perfume que siempre usaba, toda ella era un bomba de seducción. 

-Por favor, dime solo una cosa-pidió él, ella lo miró a los ojos-. Si no tuvieras a la bebé, ¿Estarías conmigo en estos momentos?

Ella asintió segura, él sabía que el mayor impedimento en esos momentos era su pequeña.

-Y nos escaparíamos para ser felices-él sonrió y la abrazó.

Ella cerró los ojos, disfrutando de su calor. Un trueno los hizo separarse, iba a comenzar a llover, era mejor que se fueran, se miraron y sin rozarse ni decir nada se fueron. Ella llegó a la casa de su padre y suspiró mirando la puerta, y poniendo su mejor sonrisa entró para ver a su hija gatear como loca por toda la casa, eso la llenó de felicidad, aquella rubia era su felicidad. 

Tony llegó empapado a casa, luego de bañar a sus amigos peludos y secarlos se bañó. Cerró los ojos disfrutando de la lluvia artificial, aún sentía los labios de Xandra sobre los suyos. Sonrió como un tonto, pero al recordar a Pablo su sonrisa se borró, esa bebé no era un impedimento para ser feliz con ella, pero Pablo sí, y con toda la razón, era su hermano aunque no lo quisiera ver ni aceptar, eran hermanos y estaban peleando por Xandra. 

Salió de la ducha, se puso un bóxer y se fue a la cama, Fetus estaba acostado en la cama, lo acarició y él se acomodó para que su dueño siguiera haciéndole mimos. Vio televisión hasta las 12, no tenía sueño, dio vueltas en la cama y al ver que en verdad no iba a dormir se levantó. Quizá comer algo ayudaría, cocinó un poco de pollo y se hizo una ensalada, comió en medio del silencio de aquella casa. 

Era una casa hermosa, pero muy grande, y cada que llegaba se sentía más solo, cierto que con Kira y Fetus le hacían compañía pero quería más, algo más, quería a alguien que lo esperase con una sonrisa después de un día duro en el banco, niños, quería que esa casa estuviera llena de personas, que al entrar lo primero que escuche sean risas o llantos, no le importaba lo que fuera, pero quería que esa casa estuviera alguien más, alguien como Xandra... 

Parar el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora