Balanza.

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Pasaron tres semanas, Diego cada día era más vivaz, no se perdía de ningún detalle. Sus padres están cada día más enamorados de él. Lo esperaban con tanta ansia y amor que ahora que lo tenían frente a ellos estaban felices. 

-Cielo, no olvides que tienes que llevarte la silla-dijo Xandra. 

-Ya está en el auto-dijo Tony mirando su ropa. 

-¿Seguro?-él la miró y sonrió.

-Sí, seguro. 

-Vale-dijo ella sonriendo. 

Iban a ir a una casa de campo, querían estar un tiempo en familia, esas tres semanas la casa estaba llena de gente. Xandra salió de la habitación suspirando, los dolores de cabeza la estaban matando. 

-¿Te sientes bien?-preguntó él.

-Sí amor, todo bien-dijo ella. 

Sonrió y la besó, bajaron y ahí estaba Rocío con su hijo, se fueron con ella a la casa de campo. Al llegar los perros bajaron y corrieron por el lugar, Rocío sonrió, bajaron las cosas y cuando terminaron fueron a la habitación dejaron en la cama a Diego, pusieron almohadas a su alrededor. Xandra se quedó con él, el dolor era intenso. Rocío llegó a la habitación.

-¿Quieres que te traiga algo?-preguntó ella.

-No Rocío, solo necesito descansar, estoy un poco mareada nada más. 

-¿En serio no quieres nada?-preguntó. 

-No, no. 

Ella se fue sonriendo, Tony y su tía hicieron la cena. Cenaron tranquilo, el dolor de Xandra había disminuido de una manera razonable. Diego se durmió tarde, sus padres se quedaron con él jugando y haciendo monadas. Él reía feliz, Tony lo alzó y lo llenó de besos. Xandra sonrió desde la cama, él le enseñaba todo lo que a Diego le llamaba la atención. 

Diego bostezó y llevó su manita a su boca, tenía hambre. Se lo llevó a Xandra y se acostó a su lado. Ella se puso de lado y se acomodó sonriendo. Le besó la frente a su hijo.

-¿Te sientes mejor?-preguntó él. 

-Sí amor, ya se me quitó el dolor. 

-Llevas mucho tiempo con ese dolor ¿No quieres ir al médico?

-No amor, seguro es el estrés de las academias, esas profesoras me tienen loca. 

Él sonrió y la besó, Diego se quedó dormido y su padre se lo llevó a su moisés. Se durmieron abrazados. 


Demarco entró a la casa sonriendo, había pasado por unas flores para Olga, escuchó que ella estaba en la cocina, en silencio llegó y la vio cocinando. Sonrió. Me acercó a ella y la abrazó, ella sonrió.

-¿Cómo te fue?-preguntó ella cuando sintió que besaba su mejilla.

-Bien-dijo él-, mira-le enseñó las flores.

-Oh cariño, gracias-dijo ella sonriendo.

-¿Hablaste con Xandra?-preguntó él. 

-Sí, me llamó en la mañana, dice que Diego está bien y que no para de sonreír. 

Él sonrió.

-¿No te dijo cuándo regresaba? 

-No, hablamos de todo pero no de eso-sonrió ella-, de seguro nos llama en estos días. 

Él la besó y se fue a dar una ducha, bajó cuando escuchó que Olga lo llamaba. Aun recordaba el día en que se besaron por primera vez, estaban en la cocina y fue él quién lo hizo. La vio tan bella como todos lo días preparando su café matutino y cuando se dio cuenta la estaba besando. Desde hace un par de meses la empezaba a ver con otros ojos, la observaba cuando ella no se daba cuenta. Como todos los días a pesar de que él le hicieras los peores desplantes ella seguía siempre sonriente. 

Eso lo desconcertaba, ¿Cómo podía alguien siempre estar de buen humor? 

-Señor ¿Qué hace?-preguntó Olga desconcertada cuando el beso terminó.

Demarco se separó de ella con el ceño fruncido. 

-No sé... yo...-dijo pero no sabía que decir, se dio la vuelta y se fue a su despacho. 

Olga se dio viento con la mano, estaba acalorada, ese hombre siempre le pareció atractivo, pero debía respetar, era el esposo de una gran mujer y amiga, y era su jefe. Esa mañana le llevó el desayuno, el ambiente estaba tenso, se podía cortar con un cuchillo, apenas lo dejó salió casi corriendo. Demarco la vio salir y controló sus ganas de ir detrás de ella y volver a besarla. Ese día fue así, se esquivaban todo lo que podían, no podían ni verse. 

Y así durante una semana, pero cuando el lunes llegó de nuevo aquellos dos ya no soportaban más y se besaron. Se sentían unos críos, sentían que tenían 15 años, luego de su primera noche de pasión vinieron las demás, apenas podías mantener las manos quietas. 

Demarco sonrió al recordar aquello, Olga llegó a la cama y le sonrió. Como cada noche se puso crema en el cuerpo y él la abrazó, amaba como olía su crema. A cualquier hora del día su olor lo volvía loco. 

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Claro-dijo ella. 

-¿Por qué no te casaste?

Ella lo miró.

-Porque nunca me enamoré, hasta ahora-él sonrió.

-¿Te hubiera gustado tener hijos?-preguntó.

-Claro que sí, pero de igual forma no puedo.

-¿Por qué?-frunció el ceño.

-Soy estéril. 

-Oh...-susurró él.

Ella sonrió de nuevo y lo besó.

-Tranquilo cielo, hace mucho que eso dejó de afectarme, siempre dije que si nunca tuve hijos era porque Dios me iba a mandar otro de alguna u otra manera y así fue. Mira Xandra, yo la amo como a mi hija y soy feliz de que ella me quiera. 

-Te quiere porque eres una gran mujer-dijo él acariciando su brazo.

-No sé si lo soy, pero me alegra ver como Xandra creció y saber que estuve ahí para verlo me llena el corazón y con eso soy feliz. 

-Eres la mejor-murmuró él besando su frente. 

-Anda vamos a dormir, mañana tienes un caso muy importante-él sonrió y durmió abrazado a la mujer que ama. 


Xandra se despertó por el dolor de cabeza, era cada día más intensos. Ya habían regresado a casa, escuchó el llanto de Diego por el intercomunicador y se levantó. Lo alzó y le cambió el pañal. Le dio el biberón y él se quedó dormido. Volvió a la cama y se acostó apenas se acostó el dolor fue peor, se sentó de nuevo y se gimió del dolor. Tony se despertó y la miró.

-¿Amor?-preguntó.

Xandra lo miró con lagrimas en los ojos.

-No aguanto-susurró ella con la voz contenida. 

Él se movió y se vistió, no iba a pedirle su opinión, la metió al auto y subió por su hijo. De caminó le pidió a Demarco que llegara al hospital, fue el único que contestó aquella madrugada, Demarco salió apenas recibió la llamaba, estaba más cerca del hospital, cuando ellos llegaron Tony se llevó a Xandra y Demarco se quedó con Diego. 

-Señorita, necesitamos un doctor-dijo Tony.

Xandra lloraba del dolor, la enfermera la llevó a una de las camilla en urgencias, pidió un doctor, pero de pronto el cuerpo de Xandra comenzó a moverse. 

-¡Está convulsionando!-gritó la enfermera. 

Tony se quedó como piedra viendo como el cuerpo de la mujer que amaba se movía, un hombre de seguridad lo sacó de ahí. Demarco al verlo pálido se acercó a él con Diego en brazos.

-¿Qué pasó?

-Yo... yo no sé... De pronto Xandra empezó a convulsionar y...

Demarco miró hacia donde estaba su hija, estaba rodeada de doctores y enfermeros. Eso lo alarmó, y como una película recordó cuando su esposa Carolina estaba así cuando la llevó al hospital luego de un fuerte dolor de cabeza. 

Parar el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora