El avión aterrizó, Xandra lloró todo el vuelo. Pablo al ver esa escena supo que le iba a costar enamorar a Xandra, ella amaba con locura a Tony eso lo vio desde el primer día. Demarco fue a buscar las cosas, Daniel ya los esperaba, cuando vio a Xandra miró a su hijo, él negó con la cabeza, su padre entendió que no debía preguntar. En silencio llegaron a la casa de Pablo, Jessie al ver esa jovencita con ese ojo morado y sus ojos hinchados no supo que decir, solo hizo lo que su jefe le ordenó, alistó una habitación para ella.
-Ven, te llevaré a tu habitación-dijo Pablo.
Xandra lo siguió mirando el suelo, cuando llegaron miró todo, era como su antigua habitación.
-¿Está bien para ti?-preguntó él.
-¿Puedes dejarme sola?-preguntó ignorándolo.
-Está bien, descansa un poco, mi habitación es la de al lado, si en la noche necesitas algo solo me dices.
Ella asintió, bajó al salón y miro al padre de la chica y a su padre.
-No entiendo como supo que se iría-dijo Demarco enojado.
-Ya nada podemos hacer, pero espero que ella este bien, no quiero que haga algo tonto-dijo Daniel.
Demarco suspiró, amaba a su hija, no quería hacerle daño, no era su intención. Era media noche, necesitaban descansar. Demarco subió a la habitación de Xandra, ella estaba acostada mirando por la ventana. Se acercó a ella y le besó la cabeza, ella cerró los ojos.
-Te amo Xandra, eres mi vida, perdóname por todo esto, pero es por tu bien, te amo mi princesa.
Ella no respondió, cuando escuchó la puerta se permitió llorar. Cuando despertó eran las 9 de la mañana, se dio una ducha y bajó, no conocía la casa, así que admiró todo mientras encontraba la cocina.
-Señorita Xandra, buenos días-dijo Jessie detrás de ella.
Xandra dio un respingo del susto, la miró.
-Hola.
-Siento haberla asustado-dijo-, el joven Pablo está en el comedor ¿Quiere que le lleve su desayuno?
-Por favor-murmuró.
Jessie la guió al comedor, Pablo levantó la vista del periódico y miró a Xandra, le sonrió.
-¿Dormiste bien?
-Sí-dijo.
Jessie le puso la fruta en frente y Xandra comió en silencio, solamente comió la mitad del plato, no tenía apetito, de reojo Pablo la observaba, cuando ella terminó cerró el periódico.
-¿Te gustan los perros?-preguntó.
Xandra lo miró sin entender.
-¿Por qué lo preguntas?
-Ven-dijo él.
La guió al patio, miró la casita de Zeus y al no verlo silbó, Zeus, que estaba al otro lado del jardín ladró al escuchar a su dueño, corrió como loco hacia él, Xandra al verlo sonrió, amaba los animales.
-Hola campeón-lo saludó Pablo, Zeus saltó feliz a su alrededor-, te presentó a Zeus, mira guapo, ella es Xandra.
Zeus que hasta ahora notó la presencia de Xandra se acercó a ella, la olfateó y volvió a saltar, ella lo acarició.
-Es muy lindo-dijo.
-No le des mucho amor o no te dejará en paz-se mofó Pablo.
Ella sonrió, Zeus corrió en busca de su pelota, la tiro a los pies de Xandra, ella miró a Pablo.
-Ya te quiere, juega con él.
Ella agarró la pelota y se la tiró, jugó con Zeus parte de la mañana, Pablo la observó desde la silla del jardín, sonrió al verla reír con Zeus. Quizá este cambio la ayude.
Tony esa noche no durmió, pensaba en Xandra a cada minuto, cerró los ojos, debía ir al trabajo, se levantó y se dio una ducha. Berta le hizo el desayuno, no podía dejar a su primo solo, ella lo miró comer sin decir una palabra, y también sin decir una palabra salió, ella suspiró, no quería verlo así.
Las horas se hacían eternas, Tony trabajó todo el día, no sonrió, a no ser que fuera por compromiso por los clientes. Al llegar a su apartamento Berta seguía ahí, se cambio de ropa y volvió a salir, ella lo siguió, se subió a su auto y le pitó. Tony se subió al auto.
-Llévame al bar por favor-rogó en voz baja.
Su prima aceleró y al llegar se bajó, lo vio entrar. Lo buscó con la mirada, él estaba en una de las mesas de la esquina con una copa en frente mientras miraba a los demás bailar, reír y algunos besarse. Su prima se sentó a su lado, no iba a dejarlo solo, él debía saberlo. Bebió de su copa y jugó con sus dedos, a la quinta copa Berta lo miró.
-Vamos a casa, te hará mal y debes trabajar mañana.
Él aceptó, su prima tenía razón, no podía pasarse, no ahora. Al llegar a casa se acostó y abrazado a la almohada con el perfume de Xandra se durmió. Apenas era el primer día sin ella, y no sabía a donde estaba, no sabía que pasaba a su alrededor, sentía como su respiración se cortaba cada que el recuerdo de aquella chica llegaba a su mente, su sonrisa, sus ojos, su manera de mirarlo como un ciego ve al mundo por primera vez. Su corazón se fue con ella, eso lo tenía claro, pero ¿Quién sabe lo que siente el alma cuando alguien se va y llena de epidemia tu mente con recuerdos?...
Los días pasaban, como en cámara lenta, Pablo vio a Xandra cada mañana jugar con Zeus, apenas hablaba con él. Su refugio fue ese animal que ahora adoraba a Xandra, cada que la veía iba feliz a que ella lo llenara de besos. Una mañana la escuchó gritar, preocupado miró por la ventana y la vio bañar a Zeus, sonrío al verla toda llena de shampo. Siguió acomodando su corbata y cuando terminó bajó a comer, ella llegó y se secó con la toalla que le tendía Jessie, otra aliada de Xandra, fue esa mujer. Xandra llegó y se sentó a su lado, comieron en silencio.
-Pablo-dijo- ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Puede Zeus dormir conmigo?-Pablo la miró- Es que me da penita que duerma afuera, seguro pasa frío, pobrecito.
Él se escondió una sonrisa detrás del periódico que cada mañana leía.
-Vale, pero un desastre que haga, solo uno y de nuevo dormirá fuera.
Xandra chilló, y lo abrazó, él se sorprendió cuando ella lo hizo. Se disculpó con él y se fue al patio. Ese era su día a día, desayunar con Pablo y luego ir con Zeus. Pasaba más tiempo pensando que haciendo alguna otra cosa, se sentía perdida, no sabía donde estaba, no sabía como sentirse, no sabía como seguir. Zeus fue su ancla, ese animal, al cual ahora adora, la entendía. La cuidaba y no la dejaba sola. Esa tarde ella estaba en su habitación, con Zeus acostado a su lado, ella suspiró y él apoyó su cabeza en el regazo de aquella joven, ella acarició su cabeza con mimo y sonriendo murmuró.
-Tu eres el único que me entiende-dijo.
Zeus movió su cabeza y movió su rabo, ella sonrío y le beso la cabeza. Ella siguió leyendo, era lo único que hacía, leer y estar con Zeus. Miró por la ventana, extrañaba a Tony como loca, quería tenerlo a su lado, lo necesitaba. Y cómo cada día se preguntaba ¿Dónde está mi norte cuando él era quién me guiaba?
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Parar el tiempo.
RomansaXandra y Tony, su amor es más fuerte que todo aquel que lo quiera impedir. Ambos se soñaron, se tuvieron, se amaron... Pero una fuerza humana es mayor, sin importar a quién se lleva de paso, ese huracán pasa, llevándose consigo a dos corazones frági...