Suturas al corazón.

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Pablo, desde aquella tarde no ha dejado de pensar en lo que su padre le dijo, no lo odia, no siente rencor, simplemente él hizo lo que hizo y no puede decir nada, cada cabeza es un mundo, pero lo único que no entiende es ¿Por qué no le dijo antes? O quizá no sabía nada de ello, suspira y mira el techo, no sabe que hacer o que pensar. Xandra lo mira y frunce el ceño, se acuesta a su lado y lo abraza.

-¿Pasa algo?-él la mira y sonríe.

-No cariño, es solo cosas del trabajo.

-Te he notado muy pensativo desde el día que fuiste donde tu padre.

-Es por trabajo, amor, solo eso-dijo él-, ¿Se durmió Beca?

-Como una bolita-dijo ella con cariño.

Él sonrió.

-Ven, vamos a dormir antes de que la pelota se despierte-dijo él.

Ella rio y se metió entre las sábanas, se quedaron callados, cada uno tenía cosas que pensar, y una sola persona era la razón. A las 2 de la mañana Beca despertó, Xandra se levantó y la alzó. Bajó con ella en brazos, ella se acurrucó en el pecho de su madre, cuando se dio la vuelta con el biberón vio a su padre detrás de ella, dio un respingo.

-¡Papá me asustaste!-dijo molesta.

-Lo siento, escuché a Beca y me asusté al ver que no estaba-dijo.

Ella acomodó a su hija para darle el biberón, su padre no le quitada la mirada, estaba serio, muy serio.

-¿Qué te pasa?

-¿Lo viste?-pregunta, ella frunció el ceño- Sabes de quien hablo.

-Sí, lo vi ¿Por qué?

-¿Te dijo algo inapropiado?

-¿Algo de qué, papá?-preguntó.

-Algo de lo que sea Xandra, entiende que ahora eres una mujer casada y una madre y...

-Y tengo claro lo que soy ahora-dijo molesta-, buenas noches.

Salió de la cocina con su hija en brazos, cuando llegó a la habitación se acostó con ella, Pablo se dio la vuelta y estiró el brazo para abrazar a Xandra pero lo que abrazó fue a su hija, él abrió los ojos y cuando la vio mirándolo de esa forma tan bella no pudo evitar llenarla de besos.

-Dios mío, es que tengo la hija más hermosa de todas-dijo alzándola.

Beca rio y Xandra sonrió, lo vio levantarse y darle el biberón, ella se lo tomó y él la durmió, la dejó en el moisés, cuando Pablo se acostó vio que Xandra ya estaba dormida, él sonrió y le besó la cabeza.

-Guardare este secreto por tu bien y el nuestro-susurró él casi sin voz.

A la mañana siguiente Xandra bajó a desayunar luego de bañar a su hija, cuando vio a su padre no le dijo nada, solamente le sonrió, Pablo supo que algo había ocurrido, mirando a su esposa lo supo, ella le daba la avena a su hija, cuando él terminó le ayudó para que comiera tranquila. Él se levantó y se acercó a ella.

-Nos vemos más tarde amor-dijo él.

-Que te vaya bien.

Él le besó la cabeza. Cuando se quedaron solos ella no miró a su padre, él suspiró y sin decir nada se fue. Olga llegó a llevarse todo.

-Olga ¿Te puedes quedar con Beca? Es que debo ir a la academia y no sé cuánto voy a durar y...

-Mi niña tranquila, yo encantada de quedarme con es preciosura-dijo ella sonriendo.

Después de besar a su hija y a Olga Xandra salió, cuando llegó a la academia se fue directo a los salones. Vio como la profesoras impartían clases, las listas de las alumnas y las cuentas. La puerta se abrió y la campanilla sonó. Xandra levantó la vista y lo vio, Tony la miraba serio.

-Hola-dijo ella.

-Así que esta es tu academia-dijo mirando todo, ella asintió-, linda.

-Gracias.

-¿Tú seguiste bailando?-ella negó con la cabeza.

Hace un año, en una presentación había sufrido una caída, causando que su tibia se quebrara en dos partes impidiendo que ella volviera a bailar.

-Tuve una caída y no pude seguir.

Él asintió.

-Supongo que estuviste mal-murmuró.

-El baile era mi vida y lo sabes-dijo-, pero ya no puedo hacer.

Volvió a asentir, no sabía que estaba haciendo ahí exactamente, solo había estado parte de la mañana en frente de ese lugar, cuando la vio entrar dudó mucho en entrar, hasta que sus pies tomaron vida propia y comenzaron a caminar hacía esa academia.

-Ahora estas casada-dijo en voz baja.

Puso los ojos en blanco.

-Ya lo sé.

-¿Por qué te molestas?-preguntó.

-Porqué estoy harta de que todos me digan eso, como si no lo supiera.

Él se encoje de hombros.

-No es lo quise decir-dijo él.

Ella caminó hasta él, frente a frente, mirándose a los ojos, ninguno pudo decir nada, ambos se retaban y se amaban en silencio. Y ahí, tan cerca, a un solo paso para poder fundir el acero de sus corazones, callaron, ella levantó su mano y la puso sobre el pecho de aquel gran hombre que tenía en frente, su corazón latía con fuerza, como tantas veces había sentido y escuchado, él puso su mano sobre la de ella.

Ahora que estaban cerca, los nervios los traicionaron, ambos parecían niños con sus corazones a mil y su mente en blanco, querían hacer una locura, ambos querían besarse e irse lo más lejos posible de ese lugar para ser felices, pero era obvio que a Xandra la detenía Beca, a pesar de nacer en un techo en donde no fue con el hombre que quería la amaba con su vida no podía dejarla. Alejando la mano de su pecho dio un paso hacía atrás. Tony sintió tristeza, había querido ese contacto esos dos años, había querido sentirla de nuevo a su lado, quería sentir su calor, volverse loco con su aroma como lo hizo hace tiempo. Él quería muchas cosas...

-A veces eres quién me empuja y al segundo me levantas-susurró él.

Ella miró sus manos, ella sentía lo mismo.

-¿Si entiendes que en otras circunstancias otra historia estarías viviendo?

-Y no sabes lo que deseo esas otras circunstancias, Xandra-dijo-, pero ahora debo irme, o cometeré una locura...

Ella lo miró. Él se acercó y sin importarle nada la abrazó, ella se refugió en aquellos brazos que fueron testigos de muchas noches de pasión, amor y dolor, ella había sido protegida con ellos, de tal forma que habían construido una muralla contra todo, contra el mundo...

El solo roce de su piel de seda hizo que él delirara, seguía siendo tan suave como lo recordaba, nunca había podido olvidar su olor, la suavidad de su piel o la carnosidad de sus labios. Cerró los ojos disfrutando su tacto, su cercanía, su olor. Cuando ella se marchó se llevó su corazón, ella y él lo sabían, era claro que él nunca imaginó que iba a marcharse, un día cualquiera, en un momento inesperado, como lo hizo al entrar en su vida, como un torbellino entró, revolvió todo, y se marchó dejando rasguños, dudas y un sin fin de suturas...

Parar el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora