Cinco minutos.

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Xandra se mueve al ritmo de la música, baila, ríe y disfruta junto a Tony, quién la mira encantado, es un obra de arte, todo ella lo es. Un mes ha pasado desde que se conocieron y no han podido parar lo que sienten, y no quieren hacerlo. Tony la agarra por la cintura y la besa, ella sonríe con las labios de ese hombre que la pega a su cuerpo, el deseo se hace presente en cuestión de segundos, pero deben detenerse y darse cuenta que están rodeados de muchas personas.

-Te arrancaría la ropa aquí mismo-susurró Tony contra los labios de Xandra.

Ella sonrío.

-Pues podemos irnos y hacerlo-contestó ella.

Él rio, ama eso de ella, que sea directa, morbosa, loca. Sin perder tiempo fueron al apartamento de él, hicieron el amor unas 3 veces, no podían separarse, querían tocarse, besarse, o simplemente sentirse. Xandra acaricia su pecho desnudo, él tiene sus ojos cerrados, intentando de recuperar el aliento que hace menos de 5 minutos perdió. La mira y sonríe.

-Un día de estos me vas a matar-dijo él.

Ella rio y lo besó.

-Te quiero para rato-murmuró-, por ello no puedes morir.

-Ni quiero hacerlo-dijo abrazándola a su cuerpo.

Ella paso su mirada por aquella habitación, era muy pequeña a comparada de la suya, pero le gustaba, le gustaba que fuera cómoda, todo el apartamento de Tony le gusta, sus ojos cayeron en unos libros que estaban en la mesa de noche.

-¿Esos libros son lo que yo creo que son?-preguntó sonriendo.

Tony sonrío.

-Exacto hermosa, vuelvo a la universidad.

-¡Eso es genial, felicidades!-lo abrazó.

Tony feliz recibió ese abrazo, había logrado entrar de nuevo a la universidad, le faltaba menos de dos años para terminar con su carrera. Xandra se sentó a horcadas a él, él sonrío sabiendo lo que se venía.

-Creo que debemos celebrarlo-murmuró ella besando su pecho.

-Yo creo que sí-dijo él pasando sus manos por el perfecto cuerpo de aquella chica.

A las 2 de la mañana y como siempre Tony la fue a dejar a su casa para luego devolverse en taxi, se besaron y se abrazaron en la entrada de aquella casa.

Adentro su padre no había terminado con el trabajo, eran muchos casos y necesitaba revisarlos con cuidado, no se podía permitir ningún error, ninguna pérdida. Cuando escuchó la puerta de la entrada se quedó en su despacho, lo que esa niña estaba haciendo hasta ahora era un completa locura, no había día que no saliera, no había día que no viera a ese muchacho, y eso a Demarco le estaba sacando canas verdes ¡Verdisimas!

A las 4 de la mañana se fue a la cama, pasó por la habitación de su hija, toco pero cuando no le respondió entró, ella dormía tranquila, él se acercó lentamente y acaricio su cabello, besó su frente.

-Solo quiero lo mejor para ti, perdóname amor-susurró él sabiendo que después de ese día su pequeña lo odiaría.

A las 10 de la mañana llegó al bufete, tras asegurarse de que ella entrada a clases se fue a su trabajo, trabajó y trabajó hasta las 3 de la tarde, su secretaria interrumpió su día de labor pero con una buena noticia.

-Hazlo pasar-dijo él.

Ella asintió y salió, Daniel Botillo, un español de una firma muy renombrada entró, se estrecharon las manos sonriendo. Amigos desde la universidad.

-Cada día más canoso-le dijo Daniel.

-Y tú cada día más feo-rieron y se sentaron.

-¿Pensaste en lo que te propuse?-su amigo de años lo miró.

Parar el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora