CAPÍTULO 2

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Ahora mismo estoy en clase de matemáticas, de ahí­ mi empepinamiento. Deberí­a atender, lo sé, pero prefiero pensar cómo mataré a mi hermanastro al llegar a casa. Ayer, cogió mi maquillaje para alguna estupidez de las suyas.

El timbre me sacó de mis pensamientos, pero antes de recoger opté por apuntar los ejercicios que habí­a dejado el profesor en la pizarra. Esto de estar casi a finales de 1º de Bachillerato es muy perezoso.

Recogí­ mis cosas y me dispuse a salir a esa sauna con olor a sudor y a enamoramientos con finales escritos, también lo suelen llamar pasillo. Yo no era del grupo de los populares, era de las chicas normales que se disponí­an a tener una vida tranquila fuera de esos apestosos olores. Realmente, tampoco había un grupo determinado de chicos o chicas populares. Los chicos populares eran los más guapos y las chicas populares eran las más buenorras. Yo no me consideraba guapa, pero tampoco creo que sea un orco.

Ahora me tocaba fí­sica, no era una asignatura muy difí­cil, pero tampoco es que fuera pan masticado. Me encantaba ponerme la bata y hacer los experimentos. Lástima que solo vayamos al departamento los martes a última.

Hoy, raramente, el profesor no nos dio las batas, solo tení­amos que esperar a sus órdenes en lo que volví­a. Tarea complicada para un señor 1º de Bachillerato.

Yo, ahora mismo solo querí­a que el profesor viniera para poder crear la fórmula para poder destruir una casa como la mí­a, estaría bastante bien.

Se me borró mi estúpida sonrisa cuando apareció ese señorcito que se hace pasar por mi hermanastro. Oh, por cierto, se llama Rubén. Bonito nombre para... bueno, su cara no está tan mal... pero la idiotez no se la quita nadie.

-Será vuestro nuevo compañero - dijo el profesor - tenemos que buscarte un sitio.

Que no se ponga a mi lado, que no se ponga a mi lado -pienso mientras cruzo mis dedos-

-Al lado de Laura.

- ¡Oh venga! - solté de improvisto

- ¿Tiene algún problema señorita?

-Oh, ¿lo dije en alto? No, que va, para nada- suelto irónicamente.

-Eso esperaba- contestó.

¿Aquí que pasa? ¿es que nadie pilla las ironías?

Le miré de abajo hacia arriba. El maldito de Rubén llevaba unas converse rojas, con unos vaqueros algo rotos y una camiseta roja. Bueno, también lleva una cara de idiota sudosa con una sonrisa de oreja a oreja. Si se piensa que me va a dar la vara lo que queda de año, lo lleva muy claro. Necesito aprobar para pasar a 2º de Bachillerato y por fin terminar estos odiosos cursos. No me apetece para nada tener que quedarme un año más aquí­.


Se sentó a mi lado y no hizo nada sospechoso. Eso me gusta, espero que todos los dí­as sean así­.




El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora