CAPÍTULO 45

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Estaba en frente de lo que sería la casa de mi madre. Resoplé. ¿Por qué esto es tan difícil? Tal vez no me quiera. Pero, aún así, llamé a la puerta. 

Una señora abrió la puerta. 

- ¿Señora Belier? - dije anonadada

- Pasa hija, te estaba esperando. 

- ¡¿Es usted mi madre?!

- No, no. Soy amiga de tu madre, aunque me conserve muy bien, soy anciana. 

Mi corazón latía muy rápido. También, respiraba forzosamente. 

- Tu madre está en el dormitorio. Sígueme. - dijo mientras comenzaba a andar. 

Mi mirada estaba inquieta. Necesitaba tener la imagen de lo que podría haber sido mi madre por 17 años. 

Una oscura sombra estaba posada en una cama. Era una señora, no muy anciana, de unos 60 años tumbada en la aparentemente, dura cama. 

- Hola. - dije

Esa sombra me miró y unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. 

- ¿Eres Laura? - le pregunté. 

Sin darme cuenta, unas lágrimas salían de mis cristalinos ojos. 

- Si. - dijo - ¿Tú eres Laura? 

- Si. - dije.

Nos estuvimos mirando un rato. Y, en un momento, me abalancé a abrazarla. Obviamente, fue delicado. 

- Mamá. - dije aún estando abrazada. 

- Hija. - me dijo mientras me tocaba el pelo. 

- Siento arruinar vuestro precioso momento entre madre e hija, pero... tenemos que decirte algo, Laura. 

Levanté mi cabeza y las miré a ambas. 

- ¿Qué pasa? - mi voz sonaba preocupada. 

- Bueno... Tu madre tiene cáncer. - me dijo - No le quedan muchos días... - me dijo la señora Belier.

- No... - mis antiguas lágrimas corrían por mis mejillas tras haberse juntado con otras más nuevas. 

- Y... 

- ¿Y?

- Y... tienes una hermana... Se llama Sara. 

- Sara...

El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora