CAPÍTULO 49

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- Aquí tiene. - le muestro mi boceto a la señora Belier. 

Era un boceto sencillo, esta vez de un hombre. Constaba de un abrigo de marca con unos pantalones vaqueros diseñados. Los zapatos eran unas vans distorsionadas, formando un gran estilo. 

- Me gusta. Pero es algo básico. Ya sabes que todos estos diseños irán al desfilo del mes que viene. 

- Lo sé, lo sé. Tan solo me quedan tres. 

- Vas bastante bien. Creo que he elegido a una gran compañera. Tal vez me esté arriesgando un poco, pero... si algún día llego a faltar... quiero que te encargues tú de esta marca. Y, obviamente, le puedes cambiar el nombre. 

- ¡¿Yo?! Pero... ¿Yo? ¿Está usted segura de eso?

- Ciegamente. Pero de momento, ¡manos a la obra!

- Claro.

·

Cojo mi teléfono y marco un número.

- Ey, Sara, ¿te apetece quedar hoy? No sé, a dar una vuelta y tal. 

- Lo siento, Laura. Hoy Marcos y yo, cumplimos los seis meses y vamos a celebrarlo. 

- Oh, vale. Está bien, ya quedaremos otro día. Felicidades, eh.

- Um, gracias. 

Cuelgo la llamada. Suspiro en el aire, una gran bocanada de vapor sale. El frío ya ha llegado. 

Pongo mis manos en los bolsillos de mi cazadora y miro atentamente al escaparate de la esquina. Reviso mi monedero y vuelvo a mirar el escaparate, ¿por qué no?

·

Salgo de la tienda y me guardo la caja en el bolsillo de mi abrigo. Cojo un cigarrillo antes de guardarla y lo sujeto en mi boca. Mierda, no tengo mechero. 

- Perdone, ¿me puede prestar el mechero? - se acercaba un hombre fumando. 

- No fumo. - dice pasando a mi lado. 

Oh, vaya, que amable. 

Había un bazar en la esquina, ¿más barato que eso?

Entro en el bazar y me voy a la sección de los mecheros, a su lado una tanda de lápices. Había uno que me gustó, especialmente. Era rosa y negro, bastante bonito y, el más barato. 

·

Prendo mi cigarro, sintiendo el humo dentro de mí. Al principio sabe mal, pero luego es tan relajante... Una imagen pasó por mi mente. El trabajo de biología del aparato respiratorio, Rubén ayudándome, las bromas y risas de aquella tarde. Todo, perdido. ¿Por qué no lo puedo olvidar? Quiero olvidarlo. 

Cogí bastante humo y lo eché por mi nariz. Esta iba a ser una mala tarde. 

- Ey, ¿desde cuándo fumas? - dijo alguien. 

¿Ese era Rubén?

Miré a esa persona. 

- Oh, ...

El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora