CAPÍTULO 6

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Me di otra ducha, ya que estaba sudando. Salí con mi toalla y me puse el vestido negro que anteriormente dejé preparado en mi cama. El vestido era un vestido normal y, sobre este, una fina capa de encaje. Junto al vestido, me puse unos zapatos de tacón, altos, negros de felpa.

Me sequé el pelo con el secador -no me gusta, pero no tengo tiempo-. Me hice unos cuantos tirabuzones. En mi cara, me maquillé un poco más de lo normal. Me puse rímel, la raya del ojo y un pintalabios granate. Ya estaba lista, así­ que miré el móvil a ver si Robert vení­a ya con Clara y su supuesto amigo a recogerme.

Tocaron el timbre y supuse que eran ellos. Bajé con el máximo cuidado de no matarme por las escaleras, cuando veo a Rubén abriendo la puerta. Me habí­a olvidado de él, seguro que ahora el muy imbécil no me deja salir.

Pero no, sale dispuesto a ir hacía el coche. Cuando va a cerrar la puerta, me mira y se queda con la boca abierta. Este es mi momento de triunfar.

Paso a su lado y le aparto con mi mano. Salgo y voy directa al coche. Noto por su presencia que ha estado un rato en shock, pero creo que ya reacciona.

Laura: 1, Baboso: 0

-¡Eh, Laura! - me grita

Miro hacia atrás y veo su cara de confusión y cabreo.

- ¿A dónde te crees que vas con esas pintas?

- ¿No lo ves? A una fiesta- digo sin ninguna importancia.

- ¿Qué? No, no. A la fiesta voy yo, tú te quedas en casita.

- Emm.. ¿Por qué? - digo con toda la tranquilidad del mundo.

- Porque sí. Yo soy mayor que tu- lo dice con aire de superioridad.

Vamos a callar alguna boca.

-Los cumples un mes antes que yo- digo levantando una ceja.

-Vamos, Rubén, que es tu hermana. Si no va ella, tu tampoco. - dice Clara

- ¡Venga, vamos! ¿Cómo va a ir con esas pintas de... - se calla la boca

- ¿De qué? - digo rápido y enfadada.

-Uh, nada. Venga, vamos. - dice mientras se atusa el pelo.

Yo ya sabía la palabra y no sé cómo me puede llamar así­, maldito estúpido.

Me siento en el asiento trasero, mientras miro con asco como se sube el idiota. Paso de mirar esa estúpida cara, así que me concentro en escuchar la canción. Noto que él me mira, seguro que está pensando porqué mi madre no me abortó.

No tardamos mucho, ya que estaba bastante cerca de mi casa. Pero, sinceramente, paso de andar con tacones.

Cuánto más nos íbamos acercando, más se iba notando la música de este sitio. Estaba en una zona rodeada de campo, lo que permitía que dicha discoteca no se llevase una denuncia por parte de los vecinos.

Cuando llegamos, decidí­ que tenía que olvidarme de todo por un rato y solo disfrutar. Cuánto más entrábamos, más olía a alcohol. Habí­a varias personas borrachas y unas cuantas bailando. Yo no tengo pensado beber más de la cuenta, todavía tengo los 17 años y paso.

Nada más entrar, nos separamos de los chicos y fuimos a una barra a pedir nuestras bebidas.

- ¿Qué quieren? - nos preguntó amablemente el camarero.

-Dos Ward Eight, por favor.

- ¿Cuántos años tenéis?

- 18 -  mentimos a la vez.

- Mmm... Está bien. Esperen un momento- nos miró extrañado.

¿Que? Aparento perfectamente los 18.

-Aquí tienen. Discúlpenme.

- Ah, no... Sin ningún problema- dije sonriente.

¿Qué clase de camarero deja que 2 menores beban alcohol?

Cogí mi bebida y comencé a beber. Mmm... así­ es como el cuerpo se suelta un poco mejor. Aunque no tengo que pasarme, lo sé.

Cuando terminamos de bebernos semejante delicia, fuimos a la pista de baile. Los chicos estaban bailando con otras dos chicas. Los miré con rencor. ¿la causa? Ni idea.

Empezamos a bailar una canción de reggaetón y unos chicos se nos acercaron. Clara se acercó a uno de ellos. A mí no me pareció apropiado.

¿Pero qué narices estás haciendo? - habló mi conciencia

¿Bailar?

Estúpida, todo el mundo tiene pareja, acércate, no te margines.

Te me calmas.



El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora