CAPÍTULO 15

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Y ahí me encontraba, frente la que ha sido para mí­, 6 meses de continua angustia. Mi casa, mi hogar. La gran puerta me hací­a dudar. ¿Llamar o no llamar?

Obviamente, tenía que llamar. No he hecho todo esto para nada.

Mi mano se acercó suavemente a la puerta y se paró. ¿Y si no me quiere volver a ver? ¿Y si no puedo controlar mis sentimientos? ¿Y sí...­?

¿Enserio voy a ser tan cobarde como para irme? Tengo ya el juguete y, aunque tenga miedo, no voy a dejar que me lo rompan.

Llamé a la puerta unas cuantas veces, nadie abría. Estaría con alguien, pensé. Bajé la cabeza ante ese pensamiento. Miré mi bolsa, junto a mi ropa sucia y a mis deportivas, con una mancha en el lateral de la zapatilla izquierda.

- ¿Laura? - una voz ronca y apagada me llamó.

Levanté suavemente la cabeza.

- ¿Rubén? - tení­a un aspecto horrible. Sus pecas en su nariz, su perfecta mandí­bula y su alargada nariz lo hacía perfecto. Sus preciosos ojos color mar, estaban rojos, reflejando la tristeza y preocupación. Su perfecto, despeinado, pelo marrón con reflejos dorados mostraba su desvelo. Y sus perfectos y finos labios rojizos, mostraban mis ganas de lanzarme a él y besarle como nunca. 

Se abalanzó a abrazarme, me di cuenta tarde, pero lo suficientemente pronto para poder pasar mis gélidos brazos por su cálida espalda.

Nos separamos y me miró preocupado. Examinó con su mirada cada parte de mi cuerpo, a ver si me ocurrí­a algo. Su mirada pasó por mis ojos, que nunca dejaron de mirarlo. Automáticamente, nuestras miradas encontraron su destino. Mi mirada se desubicó hasta posarse en sus finos labios. Ambos nos estábamos acercando lentamente. Mis labios tocaron una suave masa. Un escalofrí­o recorrió mi espalda y esos cálidos labios comenzaron a moverse libremente, encajaban perfectamente. Esa sensación duró poco. Algo andaba mal. Rubén comenzó a dar vueltas dándose manotazos en su preciosa frente.

Mi mano se posó en su hombro, intentando tranquilizarle y un gran "No" salió de mi boca. Nuestras miradas se volvieron aencontrar y una sonrisa salió de mi boca. Esta vez, fui yo la que me acerqué.Nuestros labios se volvieron a fusionar, encajaban como dos gotas de agua.


El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora