CAPÍTULO 5

17.6K 540 21
                                    


Aproveché a hacer mis tareas y a estudiar lo mayor posible para tener una semana relajada.

Nuestros 'padres' se iban hoy en la mañana. Nos despedimos y todo ese rollo y listo.

Me disponía a ir a correr. Mi ropa se basaba en un short negro y una camiseta azul de deporte. Mi pelo iba sujeto por una coleta alta, perfecta para empezar a correr.

Bajé las escaleras a trote para ir calentando, cuando me choco con el indeseable.

- ¿A dónde vas? - me pregunta

- ¿Es que acaso no es obvio? - Pregunto señalando mi outfit.

Me mira de arriba abajo, inspeccionando si mentí­a.

-No me preguntaste si podías salir.

-No te tengo porque preguntar nada.

- ¿Ah no? ¿no recuerdas lo que dijo tu madre ayer en la tarde? Haz lo que Rubén te diga- dijo imitando una voz femenina.

Resoplo y pienso, ¿enserio me voy a rebajar tanto? Bueno, pero así acabarí­amos antes.

-Lo que tú digas, ¿me dejas salir? - digo intentando quitármelo de delante.

- ¿Por favor? - dice con una sonrisa burlona

-Por favor... - digo suplicando y aburrida.

-Bien, pasa. - hace un gesto con la mano señalando la puerta.

-Si, sé dónde está la puerta, no tienes por qué decirme.

-Adiós. - me dice.

Y cierro la puerta de un portazo. Paso literalmente de contestarle.

Cojo mi móvil e involuntariamente paso la mirada por la hora. Tengo que acostumbrarme a levantarme antes, así no puedo seguir. Cojo­ los cascos y los enchufo al móvil. Hoy tocaba Eminem.

Empecé a trotear por el parque, ya me sé el camino de sobra. Primero paso por los bancos en los que empieza a sentarse gente mayor, seguido de la fuente, en los que los pájaros beben agua, el calor agota a cualquiera. Empiezo a correr más rápido y paso por el puente de piedra, en el que los patos nadan felizmente. -Ojalá yo fuese un pato, nunca debería preocuparme por nada, tan solo en comer- pienso. Sigo corriendo alrededor del campo de baloncesto y continúo por un camino rodeado de árboles. Qué asco de naturaleza, y más en primavera. Termino subiendo unas escaleras al trote y bajando una cuesta demasiado empinada a mi parecer. Corro un poco más y llego a casa. Apago la canción y miro la hora. ¡Nuevo Récord! Si sigo así, me tienen que dar una medalla de oro o algo.

Al llegar a casa, desayuno. Una galleta es lo justo y necesario. Hoy me apetece cenar pizza y no puedo darme muchos lujos.

Entro a mi habitación, cierro con candado, no queremos que ocurra un accidente. Cierro las cortinas, cuanta más intimidad mejor. Me empiezo a descambiar y entro en la ducha. Muevo ligeramente a la derecha la llave del agua y me aparto un poco, no quiero morir de hipotermia. Ya me empiezo a acercar un poco y mi cuerpo se empieza a recubrir por una suave capa de agua caliente. Que bien sienta esto. Continúo duchándome y me recubro por una toalla blanca. Los albornoces nunca me gustaron.

Cojo­ un pijama limpio y me cambio. El pijama no era largo, estamos en primavera. Se basa de un pantalón ancho azul y una camiseta fina blanca que dejaba apreciar mi sujetador de encaje negro. No me preocupa, voy a estar en casa todo el dí­a y mi hermano no se va a preocupar en mirar, supongo. Me quito la toalla de mi cabeza y me peino. Me gusta que se seque el pelo al aire, el secador sólo sirve para estropearlo.

Estuve un rato en la cama hablando con Clara y con Robert. Me comentaron que un DJ muy famoso iba a ir a una discoteca nueva. Se supone que estoy mala pero no pienso perdérmelo por nada del mundo. También me dijeron que van a ir con un amigo de Robert, pero eso tampoco me preocupa, soy muy sociable.

Estuve pensando que podía llevar esta noche y creo que ya lo sé. Tengo un vestido por ahí negro, ese me servirá.

Decido recoger un poco mi habitación e a ir a la cocina a comer. Me caliento un plato de macarrones de los que sobraron ayer. Termino y limpio el plato. Rubén como siempre sigue en su habitación. No sé qué hará, tampoco me importa. Me preparo para ir al trabajo. Empiezo a las 4 y media y por estar de 'vacaciones' no me lo voy a perder. Necesito el dinero para mí­ sola. Quiero sentirme orgullosa de poder haber conseguido algo. Así­ que me puse una camiseta holgada negra con un pantalón rojo y unas zapatillas Adidas, cogí­ mi bolso y directa a trabajar.

El bar no estaba muy lejos, tan solo a 3 manzanas, así­ que el recorrido se me hizo corto. Yo tengo turno de tarde, pero trabajo un día más. Es decir, trabajo de lunes a jueves de las 4 y media a las 7 y media. Es poco, sí­. Pero tampoco es que necesite una pasta de dinero. Solo lo justo para empezar una vida nueva y darme algún capricho de vez en cuando.

Me puse el delantal, y comencé a llevar algunos cafés, cervezas o botellas de agua, junto alguna tapa a cada una de las mesas. No sé cómo la gente puede ingerir tanta grasa en un sólo dí­a. Mientras algunos simplemente, se toman una tapa con alguna bebida yo podría haber comido con eso. Si piensas que como poco, sé­, puede ser.

Termino mi jornada de trabajo y me voy a casa a prepararme para la fiesta. ¡Madre mí­a, si es que no paro!

Llego a casa y se escucho ruidos de perchas moviéndose, -no es de mi incumbencia- pensé 


El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora