CAPÍTULO 50

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- Oh, hola. - le miré. Tan solo era uno de mis compañeros de trabajo. 

- Hola. ¿Sabes que no está bien fumar?

- No tengo cinco años para que me vengas recomendando cosas que ya sé. 

- ¿Un mal día?

- Tan solo... No dejo de pensar en un conocido con el que tengo muy buenos recuerdos. 

- ¿Ruptura?

- Ruptura. - continué con mi cigarro. 

- Tus pulmones no tienen la culpa de eso.

- Ni mi corazón tampoco, y ya está roto. 

- Pues intenta salvarlo antes de que también se rompa. 

- No hay solución. 

- Si hay solución. 

Coge mi cigarro, lo tira al suelo y lo aplasta.

- ¡Ey! ¡Era mío!

- He salvado tus pulmones y tu vida. ¿Gracias?

- Gracias... Pero tengo más cigarrillos. 

- ¿Segura? - me muestra una caja igual a la mía. 

-¿Cómo? - digo tocando mis bolsillos vacíos. 

- He vuelto a salvar tu vida. 

- ¿Qué tal si te vienes a mi casa y dejamos de pasar frío como estúpidos en la calle?

- Me parece una buena idea. 

- Te salvé de un resfriado. - levanto mi dedo. 

- Gracias. 

Nos empezamos a reír mientras vamos a mi casa. 

El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora