CAPÍTULO 3

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Las clases acabaron, lo que implica una tarde llena de deberes, estudios, trabajo e insomnio. La verdad, no sé qué prefiero.

Comencé a recoger las cosas tranquilamente, cuando alguien me interrumpe.

-Eh, hola Laura. Mira sé que no te caigo muy bien. Realmente, no sé porque, porque de momento creo que no te he hecho nada, pero, bueno, querí­a que nos llevásemos mejor y que todo vuelva a empezar, ¿Qué te parece?

¿Enserio? ¿Este maldito caradura me va a venir a mí­ ahora, diciéndome que todo vuelva a empezar?

- ¿Qué que me parece? No, claro que no, no me has hecho absolutamente nada. Solo he tenido que pasarme noches y noches despierta porque no me has dejado estudiar en esas horas que traes a tus prostitutas baratas. Ya te pedí­ en su debido tiempo paz y tranquilidad, no aceptaste, ahora estamos en guerra, "señor comandante Púdrete" -  dije bastante cabreada. Ya me arruinó el martes.

-Ah, ya entiendo que te pasa. Bueno, cuando dejes de estar celosa de esas prostitutas baratas que llamas tú, me llamas a la puerta y podemos pasar un buen rato... ya sabes.

-Oh, no, no, no. Asco, mucho asco. Mira, que te vaya bien. -  me quedé sin otra respuesta. Patética, lo sé. Pero me lo imaginé y mil escalofríos pasaron por mi espalda.

Mierda, se me olvidó que vivimos en la misma casa. Lo que significa que voy a tener que compartir asiento trasero con ese. Quedaré como una completa estúpida.

Mi madre llegó y ese que se hace llamar hermanastro apareció divinamente por arte de magia.

-Entonces,  ¿te replantearías mi propuesta? No se la hago a cualquier persona.

-No, para nada, solo a media ciudad. Y a tu primera pregunta, creo haber recordado decirte que me das asco. La opinión de momento sigue estable. - digo mientras me voy acercando al coche.

Ni una sola palabra en todo el camino, como a mí me gusta.


El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora