CAPÍTULO 8

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Me desperté en mi cama, con un dolor de cabeza que no me sostení­a. No lo comprendo, no bebí­ tanto.

Bajo a la cocina a tomarme una pastilla. Me duele mucho la cabeza.

Me encontré a Rubén haciendo tortitas para desayunar. ¿ese es el mismo Rubén de todos los días?

- ¿Rubén?

Estúpida, claro que es él.

Se dio la vuelta y me miró, acto seguido sonrió.

-Buenos dí­as. Supuse que te dolería la cabeza, te dejé la pastilla en la mesa. Ah, y estoy intentando hacer el desayuno. - dijo mientras cogí­a una cuchara para darle la vuelta a la tortita.

- Se usa la espátula. - miraba divertida la situación

- ¿La qué?

- Lo que tienes en tu otra mano.

- Ah, eh, si, gracias.

Cojo la pastilla y me la trago seguido de un vaso de agua. Miro a Rubén como intenta darle la vuelta a la tortita y sonrío. Que torpe.

- ¿Necesitas ayuda?

- No, lo tengo controlado. - dijo mientras casi cae la tortita.

Una risa tonta se me escapa.

-Anda, déjame a mí­. Vete haciendo el café. ¿serás capaz? - levanto una de mis cejas.

- Mejor voy a buscar las tazas.

Otra risa sale de mi boquita.

Termino de hacer las tortitas y hago el café. Me siento observada.

-Listo, ya está. ¿Ves como no es tan difí­cil?

- Lo que pasa es que tu controlas más que yo.

Otra risa. ¿Qué mierdas me pasa hoy?

Desayunamos entre risas, ya que Rubén no para de intentarme hacer cosquillas. No las soporto, soy muy sensible a ellas.

 Insistió en que quería limpiar los vasos y tal porque yo ya habí­a cocinado, pero igual le ayudé.

Creo que nuestra relación 'hermano-hermana' va creciendo notablemente.

En lo que pasaba la mañana, decidí­ darme una ducha y recoger un poco mi habitación, nada fuera de lo normal. Hoy no habí­a ido a correr, pero mañana iba sí­ o sí­.

Hicimos la comida, mientras hablábamos de lo que íbamos a hacer en la tarde y comimos mientras veíamos noticias. Nunca me habían gustado pero no había otra cosa mejor. Volvimos a fregar los platos mientras seguíamos conversando animadamente. Esto de limpiar la casa, hacer la comida y fregar me estaba superando. No sé cómo lo harán los mayores que lo hagan, es demasiado agotador. Bueno, tampoco me interesa.

Rubén y yo, fuimos a su habitación a jugar a unos cuantos videojuegos. Nunca habí­a entrado en su habitación, es preciosa. Siempre me la imaginé sucia, con calcetines por el suelo y restos de pizza del año pasado. Está bastante recogida, si no lo veo no lo creo.

- ¿Estás preparada para qué gane? - dijo con aire de superioridad.

- Si, porque voy a ganar y te vas a tragar tus propias palabras.

-Eso lo tendremos que ver, señorita.

Jugamos al FIFA, y a uno de coches y ¿a que no sabéis quién ganó? Bueno, ganó él, pero esto no iba a acabar así.

- ¿Cómo puedes ser tan bueno?

-Bueno, te dije que iba a ganar, yo siempre cumplo mis promesas.

El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora