CAPÍTULO 57

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Cada vez que respiraba una masa de aire salía de mi boca.

- Entonces, ¿qué me querías decir? - dije mirando mis zapatos. 

- Mmm... Bien. Quería explicarte absolutamente todo, me siento culpable. 

- Rubén... 

- No, déjame explicarme. 

Resoplo. 

- Venga, va. 

- Bien. - resopla - Lo de la apuesta tan solo es un juego estúpido que hicimos mis ex-colegas y yo. Si no lo hacíamos, saldríamos en la pantalla de todos desnudos. Por mi parte, no quería hacerlo ya que era algo excesivo, pero lo hice porqué quería devolverte todo el daño que me habías hecho. Al principio, me lo tomé de coña, pero me iba bien. Empecé a tratarte como lo haría un hermano. Un hermano que quiere a su hermana. Después de lo del supermercado, descubrí que fui un imbécil por haber perdido a la persona que más me importa en este mundo. En ese momento, comprendí que te quería como algo más que a una hermana. Todas tus risas, abrazos y bonitos momentos contigo eran cosas que traté como fundamentales en mi vida. Desde ese momento, me di cuenta de que estaba locamente enamorado de ti. Todo lo que hice después, lo hice con amor y lo más sincero que un humano puede llegar a ser. Estos días he estado machacado y he intentado reemplazarte, pero no puedo. Soy capaz de dejarla ahora mismo si me disculpas. 

Unas lágrimas ya correteaban traviesamente por mis mejillas. 

- Me siento tan estúpida. 

- Ey, no. - dijo abrazándome. 

- Es que eso fue tan cursi. - dije quitándome lágrimas. 

- ¡Ey! - dijo con los brazos cerrados. 

Comencé a reírme. 

- Pir hibir pirdidi i li pirsini qui mis mi gusti. - dije cayéndome al suelo de la risa. Suerte que no había nadie por la calle. 

- ¿Entonces me perdonas?

- Obvio. Tras ese discurso... Yo no tendría los ovarios de hacer semejante cursilería. 

- Pero... ¿tu novio?

- Ah... Hablando de eso... Vas a alucinar en tortillas, pero no tengo novio. - miré su cara de confusión. - No. Me lo inventé. Es un amigo que me ayudó con el desfile. 

- ¿Estás libre? - dijo

- Mmm... Espera un momento que miro la agenda... - dije burlonamente - Sí, creo que sí. 

Me cogió por la cintura y me elevó. 

- ¡Ey! ¡Para el carro caballero! Tu no lo estás. 

- Lo estaré. 

El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora