CAPÍTULO 47

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Una llamada interrumpió nuestra conversación. El móvil de la señora Belier comenzó a sonar. 

- ¿Sí? - comienza la llamada. - Sí, ¿quién es? ¿Necesita un pedido? - su cara cambió al instante. 

- Es ella. - me susurra. 

- ¡Dile que venga! - continúo con el mismo tono de voz.  

Me mira con una cara extraña.

- Oh, sí, ¿necesitas algo? - pausa - Claro, cuando quieras. - pausa - Perfectamente, Galería Belier, Madrid. - cuelga la llamada.

Comencé a dar saltitos, iba a conocer a mi hermana. Inmediatamente, mi cara cambió. ¡Iba a conocer a mi hermana!

- ¿Cuándo viene? - dije emocionada.

- Me dijo que venía ahora. Las piezas no me encajan, creo que hay algo que aún desconocemos. 

· 

La señora Belier me dijo que la esperara en mi sala. Fue una mala decisión aceptar, estoy más nerviosa que antes. Estaba dando vueltas por toda la sala, cuando escucho pasos que se acercan. Inmediatamente, me acerco a la puerta y alguien llama a la puerta. 

- Laura, tu hermana ya está aquí. 

- ¿Sí? - abrí la puerta. Analicé la situación. Una chica con cara asombrada me estaba mirando. Un chico estaba a su lado y yo, ya estaba abrazándola. Unas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Después de un tiempo, nos separamos. 

Ella, me quitó las lágrimas de mis mejillas. Mis manos también se acercaron a las suyas y las retiraron. 

- Bueno, me parece que necesitan intimidad. - comenta la señora Belier. 

- Sí. Te espero en casa, no llegues muy tarde, ¿vale?- dice el compañero de mi hermana. Qué bonito suena, "mi hermana".

- Vale. - dice mi hermana mientras le da un beso en la boca. 

Ouch, eso me recordó a Rubén, ¿qué estará haciendo ahora?

- ¿Estás bien? - me dice

- Si, sí. Mi jornada de trabajo ya ha terminado, ¿qué te parece si vamos a mi casa y hablamos más detenidamente?

- Me parece genial. - dijo con una sonrisa. 

·

- Bien, la señora Belier me ha contado todo sobre mi pasado, ¿sabes tú algo del tuyo? - le pregunto. 

Su expresión cambió radicalmente, ¿dije algo malo?

-Bueno... Lo que sé es que un hombre, nada más nacer, me secuestró y me llevó a una especie de Instituto raro, dónde, además de estar secuestrados, aprendíamos. Unos días antes de cumplir los 18, decidí irme y un hombre me recogió en la carretera. Ese hombre, era empleado del hombre que me secuestró y me llevó hasta él. Allí, viví un tiempo con él, sin saber quién era, obviamente. Y... bueno, tuve que hacer unas series de cosas para huir de ahí. Me... me dijo que mató a mis padres... y... y luego conocí a esa mujer - comenzó a llorar. 

- Ya, ya. No tienes por qué seguir. - puse una mano sobre su hombro. 

Nada encaja. Si ese hombre mató a sus padres (los nuestros), yo no pude nacer el año siguiente. Ni tampoco, hubiera vivido todos esos años con mi padre. Tampoco estaría viva nuestra madre. 

- ¿Cómo se llama tu padre?

- Roman, según tengo entendido. 

- Eso no puede ser, Roman era estéril. 



El hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora