Los años han pasado, la pelea contra Zeref queda atrás y todos en Fairy tail se dan la oportunidad de ser felices teniendo sus propias familias.
Nashi, la hija mayor de Natsu y Lucy trata de sobresalir por ella misma para no ser solo la sombra de l...
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POV NASHI
– Hay mucha gente que te quiere bastante, ¿verdad? –El pequeño no lloraba, pero su voz sonaba triste y apagada como la de un niño al que le quitan su juguete favorito.
–Sí, así es. ¿Eso tiene algo de malo? –Me parecía que estaba decepcionado, quizá solo deprimido, luego todo cambió.
– ¡Sí! ¡Tiene todo de malo! ¡Porque cuando el momento llegue me traicionaras por ellos! –Como siempre la pesadilla llega a su fin y yo sigo sin saber qué sucede con estos sueños.
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El dolor disminuyó considerablemente, sé que mi cuerpo podrá resistir si intento moverme, al menos eso espero.
–Nashi, despierta, si te pierdo no sé qué haré. Tienes que permanecer conmigo, despierta. –Su mano apretó un poco la mía, no me dolió, pero sentí un ligero corrientazo que atravesó mi cuerpo. ¿Qué es esta sensación?
Ya no quería permanecer así, preocupando a todos a mi alrededor, haciendo que él enferme por no comer o dormir solamente por cuidarme a mí. Tengo que despertar, su mano sobre la mía me daba fuerzas, me daba el ánimo para querer abrir los ojos. Volví a intentarlo, de nuevo esa horrible sensación recorrió mi cuerpo, un dolor punzante hizo que creyera que todo mi cuerpo estaba desgarrado aunque sé que no es así.
Una vez más, debo intentarlo una vez más. Sentí que mis párpados temblaban, mis ojos se quemaban ante la luz que no había visto en muchos días, era un ardor que consumía mis pupilas, a pesar de esto tenía que continuar, tenía que abrir por completo mis ojos, debía hacerlo por la persona que esperaba cada día a que yo despertara.
Cuando mi visión se aclaró luego del irritante brillo al abrir los ojos lo primero que vi fue un techo blanco con algunas bombillas para la luz. El dolor de mi cuerpo volvió a aumentar desesperadamente, quise gritar pero no pude, mi garganta estaba seca, por supuesto, no he bebido ni comido nada en estos días. Debía beber algo ahora, todo lo que veía era ese techo blanco, tengo que saber qué más hay en este lugar.
¿Quién es el dueño de la mano que aún sujeta la mía? Tuve que voltear a ver, no quería mover mi cuello por el dolor, pero tenía que hacerlo si quería saber qué sucedía.
